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Columna
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Incómodos

La gran mayoría de los españoles se sienten cómodos bajo el amparo de la Constitución, texto equilibrado y complejo que consagra la pluralidad del estado. Mas también sucede que una minoría no está a gusto con esa Norma, y para atraer a cuantos más mejor, el PSOE está trabajando en los últimos tiempos, con originalidad y valentía. Porque sin riesgo y sin imaginación -no lo olvidemos- habría sido imposible el consenso que nos trajo la Constitución de 1978. Ese empeño renovador tiene aspectos bien concretos -la muy conveniente y profunda reforma del Senado, por ejemplo-, y otros algo más difusos porque no es nada fácil la precisión en asunto tan novedoso. Me refiero, en concreto, a esa "España en red" que propugna Maragall a quien deseo una clara victoria en las próximas elecciones autonómicas, para bien de Cataluña y de España.

¿Qué es la España en red? ¿Una muestra de la desconfianza periférica hacia el pujante Madrid de la democracia, o un nuevo concepto democrático y transversal del estado? ¿O tal vez una nueva edición del eje Madrid-Barcelona en detrimento de otras ciudades grandes y en expansión, como Valencia, Sevilla o Bilbao? En todo caso, es positivo que las comunidades españolas pacten entre sí -como propone Maragall-, se lleven bien y hasta se vinculen, a efectos económicos y culturales, con las regiones vecinas de otros países, como, por ejemplo, ya viene haciendo Galicia con el norte de Portugal. Son acuerdos que favorecen a los ciudadanos de una y otra parte de la frontera y eso es lo que importa.

Evidentemente, no ponen en juego ninguna soberanía estatal, viga maestra de la construcción europea.

Se pueden hacer muchas cosas para mejorar la situación por mucho que lo niegue el señor Aznar. Ahora bien, siempre habrá ciudadanos que se sentirán incómodos mientras la España actual no sea liquidada mediante la secesión de uno o de varios de sus territorios. Obviamente, quienes buscan esa "comodidad" están fuera de la propuesta socialista, fuera de la Constitución y fuera del nuevo consenso que, como requisito inexcusable, en su día podrá propiciar su reforma.

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