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El viejo roble

Diego A. Manrique

En su libro Estúpidos hombres blancos (Ediciones B), el cineasta Michael Moore relativiza la violencia de las letras del vilipendiado gangsta rap al recordar los versos más famosos de Johnny Cash: "Le disparé a un hombre en Reno / sólo para verle morir" (Folsom prison blues). Es cierto: hay un disco, Murder, que recopila exclusivamente canciones de asesinatos interpretadas por el Hombre de Negro.

El arte de Johnny Cash estaba en hacer creíbles las historias más brutales sin dejar traslucir su bondad innata. Según la celebrada definición de Kris Kristofferson, era "una contradicción andante". Dentro de los muy derechistas parámetros de la música de Nashville, Cash parecía todo un liberal: lanzó discos conceptuales dedicados a la clase trabajadora (Blood sweat & tears) y a los indios americanos (Bitter tears), se enfrentó al Ku Klux Klan, se opuso a la guerra de Vietnam y es leyenda que defendió a Bob Dylan cuando la discográfica de ambos se planteaba rescindir su contrato. Fundamentalista en religión y patriota sin fisuras, Cash sabía jugársela cuando la ocasión lo merecía. En lo musical, transformó el repertorio del country al difundir canciones de Kristofferson, Dylan, Guy Clark, John Prine y hasta Bruce Springsteen. A todas ellas, la voz de barítono de Cash aportó resonancia, precisión e intensidad.

Audacia

El último esplendor de su carrera, basado en los ásperos discos que le produjo Rick Rubin, confirmaba su audacia artística: sin pestañear, se atrevió con canciones tortuosas de Nick Cave, Depeche Mode, Soundgarden o Nine Inch Nails. Impresionado, el ala dura del rock le abrió sus puertas: había conocido la cárcel y otros problemas derivados de las drogas -aunque las de Johnny fueran farmacéuticas- y encarnó a un asesino psicópata en el cine (Door to door maniac, 1959). Y lo más importante: rara vez aceptó diluir su estilo rústico, una tozudez que incluso le condenó a estar sin contrato de grabación a principios de los noventa. Fue entonces cuando U2 le echó un cable invitándole a cantar The wanderer, un tema confeccionado a medida, en el disco Zooropa.

Cash fue estrella del rock and roll, patriarca del folk, luminaria del country y figura de la música alternativa, todo sin variar su música, distinguida por sus interpretaciones lacónicas y los acompañamientos ascéticos. Tenía una presencia icónica, y cuando abría la boca, parecía que era América la que cantaba. Mejor dicho, por él cantaban los Estados Unidos de la soledad y el remordimiento, de la crueldad humana y las fuerzas de la naturaleza desatadas, de los amores obsesivos y la esperanza de redención.

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