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Maragall acusa al Gobierno de CiU de maltratar a los catalanes del exterior

El candidato socialista afirma que los 'casals' salvaguardaron la memoria republicana

El candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, acusó al Gobierno de Convergència i Unió (CiU) de olvidarse de los catalanes que viven fuera de Cataluña y se comprometió a dar un giro a la política del Ejecutivo para evitar que éstos sufran en ocasiones un "segundo exilio" como consecuencia del maltrato de la Generalitat. Maragall, que ayer cerró su visita a Santiago de Chile, considera que Cataluña aún tiene pendiente rendir un homenaje a los casals "sin instrumentalizaciones".

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Maragall celebró la Diada en la sede del Centro Catalán de Santiago de Chile cuando Cataluña, por la diferencia horaria, ya había entrado en el día 12. En su intervención ante el centenar de asistentes, el líder de los socialistas catalanes no se limitó a recordar la efeméride, sino que arremetió contra la política del Gobierno catalán: más que un acto de cariz institucional para conmemorar la Diada, pareció el primer acto de precampaña una vez conocida la fecha de las elecciones, con la particularidad de que este arranque de la carrera electoral se desarrolló a más de 10.000 kilómetros de Cataluña.

A juicio de Maragall, Cataluña tiene una "deuda inmensa" con los catalanes que viven fuera, una parte de los cuales, recordó, "salvaguardó la memoria republicana" en los años del franquismo. Y pese a ello, en su opinión, éstos todavía tienen pendiente recibir un homenaje libre de "instrumentalizaciones que en ocasiones producen miedo". Más allá de las grandes proclamas, vino a decir Maragall, el Gobierno de CiU no les ha tratado como merecen.

"No se puede permitir que muchos vivan un segundo exilio por culpa del Gobierno", aseguró el dirigente socialista, quien adoptó varios compromisos: democratizar y escuchar al consejo representativo de los emigrantes, redactar el reglamento de la Ley del Retorno - "se hizo la ley, pero sin reglamento, ya lo sabéis, es inoperante"-, elaborar un censo, impulsar un encuentro de los catalanes de todo el mundo en el marco del Fòrum 2004 y facilitarles, en casos determinados que no concretó, el acceso a las pensiones no contributivas.

Las críticas al Ejecutivo nacionalista afectaron también a su política en Cataluña al reiterar dos de las principales fijaciones que ha tenido a lo largo de la legislatura: reprochó al Gobierno no haber impulsado en 23 años la aprobación de una ley electoral catalana pese a ser un mandato del Estatut y no haber rediseñado la estructura territorial de Cataluña tomando como base las veguerías.

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Abandonos de la sala

El presidente del PSC volvió a vincular la Diada con el 11 de septiembre chileno, lo que provocó algún sudor frío entre los asistentes. Los encendidos elogios de Maragall a Isabel Allende, hija del presidente derrocado por Augusto Pinochet en 1973, motivaron que unos pocos invitados abandonaran la sala, a la que volvieron entrar tras los discursos.

La velada, que se abrió con la interpretación de Els Segadors por parte de un coro formado por chilenos sin ningún vínculo con Cataluña, terminó con un improvisado cante del himno chileno con Maragall marcando el ritmo a destiempo y con la mayoría de asistentes a la caza de fotos con el candidato. Muchos de ellos se llevaron ayer mismo el recuerdo a casa -gentileza del PSC-, donde probablemente tienen también su foto con el nacionalista Artur Mas, quien visitó el Centro el pasado julio.

El candidato socialista a la presidencia de la Generalitat cerró su viaje a Chile dictando una conferencia sobre las relaciones entre Europa y América en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación de la capital chilena. Maragall considera que "restablecer una correlación positiva entre crecimiento y cohesión social" es la "cuestión democrática más urgente y esencial" y defendió el papel de la Unión Europea como corrector de la globalización y de la hegemonía de Estados Unidos: "Aspiramos a que la UE sea una base de autoridad pública creciente, cuyo poder económico, comercial y financiero, tecnológico, cultural, diplomático y militar pueda contribuir de manera importante a una acción correctora del sistema global".

Interés por el caso de Joan Alsina

El próximo día 19 se cumplirán 30 años del asesinato en Santiago de Chile de Joan Alsina, un cura obrero catalán que fue víctima de la represión pinochetista desencadenada tras el golpe de Estado contra el Gobierno de Salvador Allende. Pese al tiempo transcurrido, no hay todavía ninguna sentencia al respecto, pero grupos de defensa de derechos humanos -encabezados por Fabiola Letelier, hermana del ex ministro de Allende asesinado en Estados Unidos- mantienen vivo el caso y están convencidos de que lograrán inculpar a los dirigentes militares que ordenaron la muerte de Alsina.

El líder del PSC, Pasqual Maragall, se entrevistó ayer en la Corte de Apelaciones de Santiago con Jorge Cepeda, el magistrado que lleva el caso. Tras la reunión, que duró unos 20 minutos, el dirigente socialista se mostró "esperanzado" y auguró que "finalmente se hará justicia" antes de un año.

Maragall solicitó la reunión por iniciativa de los ex compañeros de Joan Alsina, algunos de los cuales le acompañaron ayer en los juzgados. Carme Molina, del grupo Amigos de Toni Llido -valenciano asesinado en 1974- y Joan Alsina, consideró que la entrevista de ayer es "muy importante" para que llegue a dictarse sentencia: "Que el futuro presidente de la Generalitat venga a interesarse ante el juez nos ayuda muchísimo a agilizar el caso y mantener la presión", subrayó.

Las dos personas que materialmente acabaron con la vida de Alsina, impulsor de Cristianos por el Socialismo, ya han fallecido. El objetivo de los grupos pro derechos humanos es ahora implicar a sus superiores jerárquicos.

Joan Alsina, nacido en 1942 en Castelló d'Empúries (Alt Empordà), forma parte de esa Iglesia que las dictaduras militares del subcontinente americano han intentado reducir al silencio por medio de la represión e, incluso, el asesinato. El día 19 de septiembre de 1973, cuando Alsina acudía a su trabajo en el hospital San Juan de Dios, fue detenido por efectivos militares del regimiento Yungay de San Felipe. Después de ser golpeado, Alsina fue asesinado a balazos en el Puente Bulnes, en el río Mapocho.

El día 18 por la noche, presintiendo su detención, escribió: "Somos llevados como corderos al matadero; Cristo nos acompaña siempre dondequiera que estemos".

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