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Ciencia recreativa / 30 | GENTE
Columna
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Teodorico en el estanco

Javier Sampedro

El presentador se dirige al público:

-Señoras y caballeros, van a conocer a uno de los hombres más sorprendentes del mundo.

-¿Pero queda alguno? -pregunta una señora desde el gallinero.

-Se trata de Don Memorión -prosigue el presentador-. Aprende cada día 50 hechos nuevos y los recuerda para siempre. Su cabeza es realmente prodigiosa. Pregúntenle, pregúntenle.

-¿Quién ganó el derby en 1921? -grita uno del público.

-Joel, montado por Steve Donahue -responde Don Memorión sin vacilar-. Segundo puesto para Craig y tercero para Leonora. Otra pregunta.

-¿Quién ganará el de este año?

-Vuelva el año que viene y le responderé.

-¿Cuántos años tiene Mae West?

-Se lo diría, señor, pero yo soy un caballero.

Así arranca 39 escalones, de Alfred Hitchcock, una película de 1935 que era uno de los grandes orgullos del director británico; y así es como solemos ver a las personas dotadas de una memoria excepcional: como atracciones de feria. Que Don Memorión recuerde la clasificación del derby de 1921, o cuántos kilómetros hay de Winnipeg a Montreal, parece un logro tan sobrenatural como predecir el futuro o adivinar la edad de Mae West. Sin embargo, Don Memorión existe. Londres celebra todos los años un Campeonato Mundial de la Memoria, y los ganadores de cada certamen podrían ganarse la vida en un circo sin ningún problema. ¿Cómo lo logran los tipos?

Eleanor Maguire y sus colegas del University College de Londres han examinado a 10 primeras figuras del Campeonato Mundial de la Memoria londinense con las poderosas técnicas de la neurobiología actual (Nature Neuroscience, 6:90). Los 10 don memoriones no tienen una inteligencia excepcional, ni ninguna capacidad cognitiva extraordinaria. Sacan puntuaciones medias en cualquier prueba psicológica, sea o no de tipo verbal. Su volumen de materia gris es del montón. Claro, así no hay forma de saber la edad de Mae West.

Pero los científicos británicos también han filmado el funcionamiento del cerebro de los memoriones mientras estaban empollándose ristras de palabras o de números de tres cifras. Y ahí sí apareció una diferencia clara con los individuos control, que son los que rara vez se acuerdan del cumpleaños de su cuñada. La tarea de memorizar ristras activa muchas regiones cerebrales por igual en ambos grupos de sujetos. Pero en nueve de los diez memoriones se activaron tres zonas que estaban silenciosas en los individuos control. Se llaman córtex parietal medial, córtex retrosplenial e hipocampo posterior derecho, pero no hace falta que se las aprenda. Lo que importa es que las tres tienen funciones esenciales en la memoria, pero no en la memoria verbal o numérica, sino en la espacial. Ése es el truco de Don Memorión.

En el año 471 antes de Cristo, el poeta griego Simónides de Ceos estaba cenando con 30 o 40 personas en casa de algún prócer ateniense cuando el edificio se vino abajo. Se cuenta que Simónides logró compilar de memoria una lista impecable de las 30 víctimas. Y su truco fue recordar dónde estaba sentada cada una durante la cena.

La doctora Maguire ha pillado in fraganti a Don Memorión. Llevará mucho más tiempo averiguar las bases neurológicas del arte de Alfred Hitchcock.

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