Un coche bomba deja 75 muertos en Nayaf
El atentado en el mausoleo de Alí, lugar santo de la comunidad chií, causa más de 200 heridos
En el mayor golpe a la estabilización de Irak desde la caída del régimen de Sadam Husein, un atentado acabó ayer con la vida del ayatolá Mohamed Baquer al Hakim en Nayaf. Al Hakim, de 63 años, era el principal líder político-espiritual de la comunidad chií de Irak y había adoptado una actitud conciliadora respecto a la presencia de las fuerzas ocupantes en su país. El ataque, en el que al menos 75 personas resultaron muertas y más de 200 heridas, se produjo en el principal lugar sagrado del chiismo: el santuario del imam Alí, primo y yerno de Mahoma.
Acababa de terminar la oración de mediodía y los numerosos fieles que cada viernes inundan la mezquita empezaban a salir. De repente, una explosión, al parecer causada por un coche bomba, llenó de humo la entrada sur del recinto justo en el momento en el que Al Hakim abandonaba el lugar. Su vehículo quedó totalmente destruido. La arcada de ladrillo que enmarcaba la puerta se hundió. El pánico se apoderó de los presentes. Por los altavoces del templo se intentaba tranquilizarles y se aseguró que el ayatolá estaba ileso. Eran poco más de las dos y cuarto de la tarde (dos horas menos en la España peninsular).
Fue su sobrino Mohsen al Hakim quien, entre lágrimas, anunció su muerte desde Teherán. Allí mantiene aún sus oficinas la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), el grupo que el ayatolá Al Hakim fundó en 1982 para coordinar la oposición de los chiíes al régimen de Sadam que dos años antes le había obligado a exiliarse. Desde hace algunos años se declaraba partidario de las elecciones libres y el sistema multipartidista. No obstante, mantuvo una postura ambigua respecto a la intervención militar de EE UU. Como la mayoría de los iraquíes, quería la sustitución de Sadam, pero no la ocupación.
Una vez que la guerra fue un hecho consumado, Al Hakim regresó a Irak y adoptó una línea moderada. Exigía la pronta salida de las tropas extranjeras, a la vez que aceptó colaborar con la Administración Provisional de la Coalición. Su hermano Abdul Aziz, líder político formal de la ASRII, es miembro del Consejo de Gobierno que debe dirigir la transición hacia unas elecciones democráticas. Esta postura le ha granjeado la incomprensión de un sector de la comunidad chií que se inclina por el rechazo frontal de los órganos designados.
Un ayatolá moderado
Precisamente ayer, durante el sermón que pronunció antes de la plegaria, el ayatolá había condenado a los partidarios de Sadam por sus ataques contra las tropas estadounidenses. Al Hakim defendía, como de hecho muchos iraquíes moderados, que hay que dar un tiempo a EE UU para que demuestre la sinceridad de sus promesas de democratización. Estos sectores temen que su retirada repentina suma a Irak en la guerra civil.
Rápidamente, sus partidarios acusaron del atentado a esos desafectos y a las fuerzas ocupantes por no capturarlos. También hay ciudadanos y analistas que apuntan al enfrentamiento que esa postura conciliadora ha abierto en la comunidad chií. Frente a la línea mayoritaria que representa el gran ayatolá Alí Sistaní y el resto de las eminencias de la hawza (la máxima autoridad religiosa chií), Múqtada al Sáder, un joven clérigo, aboga por el rechazo activo a la ocupación.
Hacia él y sus seguidores se volvieron también las miradas de muchos chiíes cuando el pasado lunes Mohamed Said al Hakim, tío del ayatolá asesinado ayer, salió ileso de un ataque de menor envergadura. Tal vez se trató de un aviso dirigido al sobrino. El pasado abril, pocos días después de la entrada de las tropas estadounidenses en Bagdad, otro miembro de una reputada familia de clérigos de Nayaf, Abdul Mayid al Joi, murió apuñalado en el recinto del santuario de Alí. Sin embargo, resulta altamente improbable que ningún grupo chií, por más radical que sea, ose atentar contra el lugar más sagrado para esa rama del islam. La muerte de Al Hakim ha repercutido en Irán, que decretó tres días de duelo nacional, informa France Presse.
Por su parte, Múqtada al Sáder criticó la falta de protección de los norteamericanos. Esta queja no deja de ser sorprendente cuando el clero de Nayaf negoció la entrega de la ciudad para evitar un derramamiento de sangre, con la mediación del asesinado Al Joi. Además, pactaron garantizar la seguridad interior a cambio de que los soldados no patrullaran dentro de este Vaticano chií.
Ayer, sin embargo, los marines se desplegaron por todo el ámbito urbano y eran especialmente visibles en las calles adyacentes al santuario y frente a los hospitales donde ingresaron los numerosos heridos. En el lugar del atentado aún continuaba al anochecer la retirada de los escombros.
"Los soldados españoles y centroamericanos están en sus acuartelamientos, ya que aún no se ha producido la transferencia de autoridad en la provincia de Nayaf", explicó a este diario el comandante José Luis Sánchez Martínez-Falero. Sólo medio centenar de soldados españoles se hallaban ayer en la ciudad de Nayaf. El grueso del contingente está formado por unos 800 militares de El Salvador, Honduras y Guatemala.
Junto con Al Qadisiya, Nayaf pertenece a la zona de la región centro-sur, cuya seguridad se ha encomendado a la Brigada Internacional Plus Ultra, que dirige el general español Alfredo Cardona. El contingente desplegado en Diwaniya, capital de Al Qadisiya, donde se halla la mayoría de los 1.300 soldados españoles, relevó el pasado jueves a los estadounidenses. La Embajada de España no tiene a ningún ciudadano español registrado como residente en Nayaf.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.