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Ultimátum de Argelia para liberar a 14 rehenes europeos en el Sáhara

Alemania confía en negociar con el grupo radical islámico que secuestró a los turistas

El secuestro de 14 europeos por un grupo islamista en el Sáhara podría acercarse a su desenlace después de que ayer se conociera que las autoridades argelinas han dado un ultimátum de 48 horas para la liberación de los rehenes enfermos y mayores. De no cumplir esta petición, sostiene el diario argelino El Watan, se intentaría una operación de rescate. La información, sin embargo, contradice versiones recogidas por la televisión alemana en el sentido de que todos los rehenes están sanos y salvos. Berlín ha redoblado sus esfuerzos en las últimas semanas por lograr una solución negociada.

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Eran 15 rehenes, pero desde el 28 de junio pasado ya sólo son 14: aquel día, la alemana Michaela Spitzer falleció de insolación en algún paraje del Sáhara. Los expedicionarios que continúan en manos de un grupo islamista argelino que los secuestró entre febrero y abril pasado, por tanto, se componen de nueve alemanes, cuatro suizos y un holandés. Hoy por hoy, se encuentran al norte de Malí, en la región fronteriza con Argelia.

Hasta ahí la información consolidada. Lo demás son fragmentos de información recogidos por los medios de comunicación aquí o allá, conjeturas, fatamorganas del desierto. Desde hace meses, el Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín no suelta prenda: "No podemos pronunciarnos para no poner en peligro la vida de los rehenes", repiten sin cesar sus portavoces.

Turismo de aventura en el Sáhara: entre el 22 de febrero y el 2 de abril pasado, siete grupos de viajeros en motos, todoterrenos y caravanas desaparecieron en el sur de Argelia. En un principio parecía que se los hubiera tragado el desierto, sólo poco a poco fueron apareciendo los indicios -coches abandonados, huellas dejadas en la arena- de que los en total 32 expedicionarios habían sido secuestrados. Altos cargos de los ministerios de Exteriores y la policía de Alemania, Austria y Suiza establecieron contacto permanente con Argelia.

Muy sensible a la intromisión externa, el régimen del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, aseguró que podía controlar la situación. El gigantesco operativo militar montado por Argel dio resultados el 13 de mayo, cuando un comando especial pudo liberar a 17 rehenes. Los 15 restantes, según se comprobó entonces, habían sido reunidos por sus raptores en otro grupo. Los secuestradores, según Árgel, pertenecen al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), una organización que se ha atribuido numerosos atentados y es sospechosa de mantener contactos con Al Qaeda, la red terrorista de Bin Laden.

Durante dos meses, poco o nada se volvió a saber de los demás secuestrados, quienes -a juzgar por lo relatado por sus compañeros liberados- deben estar pasando por una experiencia extrema: vigilancia cortés, pero férrea, por parte de los salafistas; traslados de un escondite a otro casi todas las noches; precariedad absoluta en medio del calor, y la nada del desierto del Sáhara.

A mediados de julio, medios argelinos y alemanes informaron de que el grupo había sido trasladado al norte de Malí para evadir la persecución de las autoridades argelinas. La región fronteriza en la que desde entonces se mueven los salafistas y sus rehenes es tierra de nadie, un inhóspito paraje poblado de nómadas, contrabandistas y bandidos.

La semana pasada, un telediario alemán dijo que los salafistas piden 4,6 millones de euros por cada uno de los secuestrados. Pero nadie ha confirmado esta versión. Otras informaciones hablan de que los secuestradores han dividido a sus rehenes en pequeños grupos para dificultar un rescate y que todos ellos se están moviendo en dirección a las antiguas minas de sal de Taoudenni, cerca de la frontera con Mauritania.

Un hombre lee un periódico en Bamako, capital de Malí, que informa sobre los turistas secuestrados.
Un hombre lee un periódico en Bamako, capital de Malí, que informa sobre los turistas secuestrados.ASSOCIATED PRESS

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