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Francia intervino para que el 'Prestige' cambiara el rumbo tras el accidente

El barco averiado viró al sur tras una petición por fax del prefecto francés del Atlántico

EL PAÍS

Las autoridades francesas y españolas han ocultado durante meses la existencia de una intervención francesa de alto nivel para que el Prestige cambiara de rumbo y dejara de amenazar las aguas de su país, haciéndole dar media vuelta hacia el sur, con lo cual el riesgo se alejó de Francia y se trasladó a España y Portugal. El secreto fue revelado por el almirante Jacques Gheerbrant, prefecto marítimo de la zona atlántica de Francia, ante una comisión parlamentaria que ha dedicado cinco meses a estudiar los problemas de seguridad del tráfico marítimo, a la que dio cuenta del envío de un fax "al director de la Seguridad Marítima" española, al observar que el barco averiado enfilaba hacia el norte.

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El almirante reaccionó a preguntas del parlamentario Jean-Pierre Dufau -vicepresidente de la comisión-, que requirió una explicación sobre el errático rumbo seguido por el Prestige entre el 13 de noviembre, en que dio cuenta de la vía de agua sufrida, y el 19 de noviembre, en que naufragó tras partirse en dos. El almirante Gheerbrant tomó la palabra y reveló el secreto: "Por lo que se refiere al papel de Francia, ha subrayado usted los movimientos erráticos del barco. Hay al menos uno que no lo es totalmente: cuando nos dimos cuenta de la ruta que el barco enfilaba hacia el norte, yo tomé inmediatamente una iniciativa, pasando por París, después por el director de gabinete del primer ministro (Jean-Pierre Raffarin), que no quiso intervenir a nivel de Asuntos Exteriores y me dejó a mí la tarea de encargarme de ello. Yo hice saber por fax al director de la Seguridad Marítima en España que la ruta que colocaría al día siguiente, a las 14.00, el barco a la latitud de Arcachon (en las Landas francesas) no me parecía extremadamente razonable. Y ahí, los españoles escogieron entre enfadarse con los franceses o con los portugueses, y escogieron enfadarse con los portugueses. Hicieron bien, porque si no, el barco se habría partido en dos frente a Arcachon y no habríamos tenido solamente una parte de la contaminación, sino la parte esencial, a causa del viento del oeste".

"Esta intervención", continuó el almirante Gheerbrant, "no fue hecha pública porque no era necesario, aunque sólo fuera para no molestar a nuestros amigos españoles, pero fue a causa de ella por lo que el barco se alejó un poco de nosotros. Los portugueses protestaron en seguida. Y entonces el navío tomó una ruta hacia el oeste que no desagradaba a los unos ni a los otros".

En la explicación a los parlamentarios nada se dice de otras conversaciones o del eventual uso de medios más contundentes. Este periódico se puso en contacto el viernes pasado con la Prefectura Marítima de Brest en busca de precisiones, pero un oficial de la Prefectura devolvió la llamada, horas más tarde, confirmando la exactitud de la declaración, tal y como aparece transcrita por los servicios de la Cámara, y afirmando que no considera necesario añadir nada más.

No hacen falta muchos comentarios para comprender el porqué de la intervención efectuada: ante el hecho inevitable de una bomba de 77.000 toneladas de fuel navegando por el Atlántico, y con la experiencia reciente del naufragio del Erika frente a la costa de Bretaña (diciembre de 1999), los responsables operativos de la lucha anti-contaminación defendieron sus intereses nacionales. Ni más, ni menos. La bahía de Arcachon, foco de riqueza ostrícola y de recursos turísticos, sufrió una contaminación mucho menor de la que ha asolado a Galicia y numerosos puntos de Asturias, Cantabria y el País Vasco.

"Orden público en el mar"

El prefecto marítimo del Atlántico manda sobre 17.000 personas desde su base de Brest (Bretaña). Es el responsable del "orden público en el mar" y de la lucha contra la contaminación en el Atlántico francés, como autoridad delegada del primer ministro y de los ministros concernidos en una zona que, en palabras del almirante, va "del Monte Saint Michel a la frontera española". Por ella pasan cada día entre 150 y 200 barcos de gran tonelaje, además de 4.000 pesqueros.

A su juicio, "la cooperación franco-española fue muy eficaz" después del naufragio. Esa cooperación no conoció dificultad alguna "y en particular, pudimos evitar una trampa tendida por el País Vasco español, extremadamente preocupado de imponerse como un interlocutor de Estado a Estado en detrimento del Estado central español". Y el almirante remacha ante los diputados franceses: "Apareció una dificultad diplomática, pero no caímos en esa trampa", sin más detalles.

En esa misma comparecencia, el almirante Gheerbrant descartó la hipótesis de que el Prestige sufriera la vía de agua al chocar con un contenedor a la deriva. "La tesis del contenedor agresivo no me parece razonable, porque los contenedores no suelen estar propulsados", comentó el militar, que consideró mucho más importante factores como el mal estado de la estructura del barco y las lagunas en el seguimiento de las reparaciones que se le hicieron.

El cometido de esta comisión no era investigar específicamente el naufragio del Prestige, sino tratar del problema general de la seguridad en el tráfico marítimo. Esa comisión trabajó durante meses a puerta cerrada. Sin embargo, sus sesiones finalizaron hace unos días y la trascripción de todos los trabajos se encuentra ya disponible en la Asamblea Nacional, que es la cámara equivalente al Congreso de los Diputados en España.

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