"Tenemos muchos puntos en común con Estados Unidos"
Un país grande no debe ser hegemónico, pero tampoco puede olvidarse de sus responsabilidades o hay que profundizar en las buenas relaciones con EEUU son algunas de las líneas de actuación de Celso Amorim, 61 años, quien ostenta la cartera de Exteriores en el Gobierno brasileño desde que hace seis meses el líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, llegara a la presidencia de la República. Para sorpresa de muchos y desilusión de algunos, la política exterior de Brasil se ha caracterizado por el pragmatismo, la firmeza en temas económicos y la apuesta por el desarrollo del Cono Sur latinoamericano.
Pregunta. El presidente Lula ha declarado recientemente que a Estados Unidos había que apoyarle y no criticarle en la cuestión de la crisis iraquí.
Respuesta. Creo que el presidente Lula se estaba refiriendo a esta situación basándose en su propia experiencia de sindicalista y político. Algunas veces, para convencer a un país de que cambie de posición necesita que le ayuden, que le hagan ver las cosas de otro modo, en vez de, sencillamente, criticarle. El presidente, además, se refería al pasado, a la situación prebélica en Irak. Brasil tiene una relación muy buena con EE UU. No sólo entre el presidente Lula y el presidente Bush, sino también entre los dos Gobiernos. Tenemos muchos puntos en común: la creencia en la democracia, afinidades culturales, somos países abiertos al cambio y además estamos en la misma región del mundo. Hay muchas áreas de cooperación entre ambos que deseamos mantener y profundizar.
P. Brasilia sigue manteniendo una dura pugna con Washington en la negociación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). ¿Sigue su Gobierno la línea marcada por el anterior Ejecutivo presidido por Fernando Henrique Cardoso?
R. A mí no me interesa si es la misma política de otros Gobiernos. No me parece que lo sea. En las conversaciones sobre el ALCA nos encontramos con que muchas cosas estaban más avanzadas de lo que se suponía. En una negociación hay una cierta dirección, es como una película. Uno no puede empezar una película policiaca y súbitamente transformarla en una comedia romántica. La negociación sobre el ALCA estaba ya en una senda muy determinada hacia un tipo de acuerdo en el que temas que nos parecen importantes quedaban excluidos y eso no nos parece una negociación equilibrada.
P. ¿Es un buen modelo de acuerdo de libre comercio el alcanzado entre EE UU, Canadá y México?
R. El modelo de ese acuerdo y el firmado entre EE UU y Chile no sirven para Brasil.
P. ¿Cuál es el papel que debe jugar Brasil en el mundo según el Gobierno del presidente Lula?
R. Debe ser acorde con su tamaño y sus responsabilidades, pero también con sus posibilidades. Brasil tiene una política exterior que es contraria a cualquier tipo de hegemonía o a la persecución de un liderazgo o algo así, pero, por otra parte, al ser una economía muy importante en la región tiene también sus responsabilidades. Nuestra primera prioridad es el Mercosur, y más ampliamente, América del Sur. Otro aspecto muy importante es la relación con otros grandes países en desarrollo, que tienen problemas, y algunas veces soluciones, similares a las nuestras. Citaría a Rusia, China, India y África del Sur, entre otros.
P. ¿Percibe usted alguna desilusión por el pragmatismo de la política exterior de Lula, por ejemplo en el caso de Venezuela?
R. Hemos intentado tener una visión de comprensión, en el caso específico de Venezuela, en las reformas constitucionales del Gobierno legítimo del presidente Chávez, aunque reconociendo que existía un problema y que podría ser útil trabajar para mejorar las condiciones de diálogo entre Gobierno y oposición. Debemos ayudar, pero sin ninguna pretensión de interferir.
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