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Reportaje:

Enfermeras de enlace

Andalucía y Canarias crean un servicio de enfermería dedicado a coordinar la atención en el domicilio

El 82% de las personas que cuidan a ancianos, enfermos y discapacitados son mujeres. La mayor parte de ellas tienen más de 50 años. ¿Qué ocurrirá cuando estas cuidadoras ya no puedan asumir esta responsabilidad social y requieran ellas mismas ser cuidadas? Ya ahora, los hospitales están saturados y muchas de sus camas están ocupadas por ancianos y enfermos crónicos que ya no precisan los cuidados de un hospital de agudos, pero no pueden ser enviados a casa porque no tienen las condiciones para ser atendidos, ni pueden ser derivados a un centro sociosanitario porque apenas los hay. Y el problema se agudizará en el futuro.

La única forma de satisfacer al mismo tiempo las necesidades del enfermo o el anciano y minimizar el impacto sobre la red asistencial es potenciar la atención a domicilio. La casa es el lugar en que la mayoría de los enfermos se sienten mejor, siempre que reciban los cuidados necesarios.

"La mayoría de las mujeres que cuidan están también para que las cuiden"

La OMS recomienda potenciar la atención domiciliaria y hace hincapié en la necesidad de que los médicos de familia, y sobre todo la enfermería, dediquen más tiempo a ella. El nuevo reto para las enfermeras es ocuparse del paciente de forma integral en sus casas. Canarias fue la primera comunidad autónoma que decidió evaluar esta situación. El Servicio Canario de Salud creó en 2000 la figura de la Enfermera Comunitaria de Enlace (ECE), un proyecto en el que trabajan ya cerca de medio centenar de enfermeras. "Se nos ocurrió que si contábamos con una persona que hiciese de puente entre familia, sistema sanitario y administración local que, entendemos, está llamada también a prestar ciertos servicios, tendríamos mucho ganado", explica Dolores Izquierdo, responsable del proyecto.

Según Izquierdo, el papel de la enfermera comunitaria es capital porque "actúa como un resorte que engrasa y coordina la relación entre todas las partes implicadas". Entre sus funciones destaca Izquierdo la de captación. Las enfermeras detectan primero a las personas susceptibles de recibir atención domiciliaria; también valoran, cada seis meses y de acuerdo a una metodología establecida, la evolución de estos pacientes.

El desarrollo de este servicio ha permitido observar que prácticamente la totalidad de las personas que cuidan a enfermos padecen, a su vez, un complejo cuadro clínico; en muchos casos, con síntomas crónicos. Entre las patologías observadas destacan dolor de cabeza continuo, sobrepeso, ansiedad o alteración del sueño. Cada una de estas cuidadoras suele dedicar 14 horas diarias (dos de ayuda directa) al familiar enfermo, con el agravante de que nunca tienen descanso ni apoyo de otros.

La conclusión, indica Izquierdo, es que la mayoría de estas mujeres "están también para que las cuiden". Y sentencia: "Si queremos adelantarnos a lo que se avecina, no debemos olvidar que cuando claudica el cuidador, el paciente se institucionaliza. Y entonces es más difícil ejercer los cuidados, además de más caro para el sistema sanitario".

En España, el cuidado doméstico a los millones de enfermos que hay (sólo entre los mayores de 65 años hay 1.053.336 personas que necesitan ayuda cotidiana) se reparte entre las hijas (32,3%), el cónyuge (23,4%), otros parientes (14,8%), profesionales (8,7%) y los hijos (5,9%).

Después de tres años, y más de 3.000 pacientes atendidos, el servicio canario de ECE destaca, por encima de otros logros, la reducción en más de un 14% de los ingresos hospitalarios, con un ahorro efectivo de 850 euros por paciente al año. También han disminuido notablemente las visitas a los servicios de urgencias. "Creo que nadie duda de que estamos dando una mayor calidad de vida a las personas que están en el programa", resume Izquierdo.

En Andalucía, este servicio tuvo su eclosión a principios de este año. Hoy son ya 203 las profesionales que, con esta calificación, desempeñan este trabajo y prácticamente dan cobertura a la totalidad del territorio autonómico. Ellas se encargan de coordinar a su vez gran parte de la actividad de la enfermería de primaria (4.200 enfermeras), y se pretende que poco a poco se incorporen también el mayor número posible de enfermeras de atención especializada. Uno de los aspectos en los que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha hecho hincapié ha sido en el de la dotación de material sanitario a los domicilios. Por primera vez un sistema público de salud transfiere material de hospital a las casas. Es misión de la ECE coordinar que este material tenga el uso adecuado, se conserve y sea recuperado cuando ya no sea necesario. El SAS ha instalado ya 465 camas articuladas en otros tantos hogares, 237 grúas, 618 colchones y 1.180 cojines antiescaras, 270 andadores, 54 barandillas, un millar y medio de protectores de talón y 98 aspiradores portátiles.

Rosa Pérez, responsable de la implantación del programa de ECE en Andalucía, afirma: "Creo que el sistema público de salud tiene asignaturas pendientes como la de no haberse adaptado a la población real a la que atiende. Y también, si hablamos de enfermería, este colectivo debe modificar planteamientos y formas de trabajar".

Pérez ha querido que las profesionales del SAS que trabajen en este nuevo servicio "tengan su seña de identidad". Aparte del instrumental necesario para su trabajo tienen su propia tarjeta de identificación y de visita, y un teléfono móvil en el que pueden ser localizadas en cualquier momento por el paciente, las enfermeras o los médicos.

Tanto en Canarias como en Andalucía, los responsables sanitarios están convencidos de que la enfermería comunitaria de enlace será uno de los servicios estrella de la gestión sanitaria. "Es obvio que hay que canalizar los recursos, humanos y económicos, hacia la atención domiciliaria; aún a riesgo de que aumente la demanda.

No sólo se beneficiarán los enfermos, también muchas personas encontrarán aquí empleo", explica Izquierdo. El sindicato CC OO estima que el desarrollo pleno de la atención domiciliaria puede crear más de 100.000 empleos en cinco años. Y Rosa Pérez recuerda que si se apoya debidamente a la ECE con recursos, este servicio puede consolidar unos "colectivos estables de cuidadoras" muy importante para afrontar los retos del envejecimiento de la población.

Una jornada particular

José Ponce es enfermero del centro de salud de Alcalá de Guadaira (Sevilla), donde dedica, todos los días, de dos a dos horas y media a consultas de enfermería. A continuación realiza la atención domiciliaria. "Ésta es una atención personalizada. Tengo mi propia cartera de enfermos. Y soy yo también quien regula la frecuencia de las visitas". Por supuesto que en este apartado Ponce no olvida nunca a los cuidadores. A esta actividad Ponce le dedica en torno a 3,5 horas; y siempre en contacto y coordinado con el médico de familia y la ECE de enlace correspondientes. Un tercer aspecto de su actividad son los programas. A veces dedica parte de su jornada laboral a trabajar en "planificación familiar, a programas de vacunación infantil o con niños sordos". Y si le sobra tiempo, hará algún curso de formación para mantener frescos su conocimientos.

Reconoce que la ECE le facilita el trabajo, y "sobre todo dinamiza" la atención domiciliaria. "Quizá lo mejor es que pone fácilmente en contacto a todas las partes y eso ayuda a resolver enseguida problemas que antes tardaban meses en resolver", concluye.

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