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Tribuna:DEBATE | ¿Quién mintió sobre las armas de Irak?
Tribuna
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El gran engaño

El Gobierno de Bush repitió una y otra vez a los estadounidenses que la guerra contra Irak era necesaria porque Sadam Husein mentía al decir que no tenía armas de destrucción masiva. Nos dijeron que las armas de destrucción masiva de Sadam Husein constituían una amenaza inminente para Estados Unidos. Nos dijeron que nuestro Gobierno sabía dónde se encontraban dichas armas. Y, sin embargo, tras otra brutal guerra en la que murieron miles de civiles inocentes, el Gobierno de Bush no puede presentar pruebas de que Sadam Husein poseyera armas de destrucción masiva. Antes de la guerra, el Gobierno de Bush ofreció descripciones detalladas sobre los programas de armamento iraquíes, incluidas las famosas declaraciones hechas por Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Entre las afirmaciones del Gobierno de Bush estaba la de que Irak tenía un programa de enriquecimiento de uranio, que había fabricado miles de litros de armas biológicas, incluidos ántrax o botulismo, y que podía lanzar dichas armas sin aviso previo. Antes de la guerra, cuando Sadam abrió sus palacios a los inspectores de Naciones Unidas, destruyó misiles con alcance apenas superior a las restricciones impuestas por la ONU y permitió que los aviones espía estadounidenses U-2 sobrevolaran Irak, el Gobierno de Bush dijo que era demasiado poco y demasiado tarde. Antes de la guerra, cuando el inspector jefe de armamento de Naciones Unidas, Hans Blix, declaró que los inspectores recibían cada vez más cooperación de los iraquíes y solicitó más tiempo para continuar su trabajo, George Bush dijo que se estaba impacientando. Antes de la guerra, cuando algunos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas declararon que no estaban dispuestos a respaldar el uso de la fuerza contra Irak, George Bush manifestó su desdén por el derecho internacional y por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas lanzando un ataque preventivo contra Irak.

El Gobierno de Bush tiene muchas cosas que explicar sobre lo que dijo antes de la guerra

El hecho de que después de la guerra no se estén encontrando armas de destrucción masiva está causando en todo el mundo un escepticismo generalizado respecto a la justificación de la guerra. Se ha convertido en un enorme escándalo político en Reino Unido, donde antes de la guerra Tony Blair se hizo eco de las afirmaciones de que Irak poseía armas de destrucción masiva hechas por el Gobierno de Bush. En el Reino Unido, Robin Cook, que dimitió del Gobierno de Tony Blair como protesta contra la guerra de Irak, ha escrito: "Reino Unido ha sido conducido con engaños a una guerra para desarmar una amenaza fantasma en la que ni siquiera nuestro principal aliado creía. La verdad es que Estados Unidos no decidió atacar a Irak porque supusiera una amenaza, sino porque sabía que era débil y esperaba que su ejército se viniera abajo. Es una verdad que deja al Gobierno británico en una posición incómoda".

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Es una verdad que también deja a los estadounidenses en una posición incómoda. Parece que Bush y su Gobierno también nos "han conducido con engaños a una guerra". En una guerra que el Gobierno de Bush vendió mediante falsedades al pueblo y al Congreso estadounidenses, han muerto más de 170 soldados estadounidenses y más de 5.000 civiles inocentes, y miles de soldados iraquíes fueron masacrados. Después de la guerra, los soldados estadounidenses siguen siendo blanco de la insatisfacción iraquí. Irak sigue siendo un lugar peligroso, pero no por las armas de destrucción masiva. Cuando las tropas estadounidenses y británicas invadieron Irak, habría sido de esperar que Sadam Husein usara las armas de destrucción masiva si las tenía. Por el contrario, el Gobierno de Bush prefirió hacernos creer que, mientras se preparaba para la invasión o durante el ataque estadounidense, se afanaba en destruir sus armas o en trasladarlas a otro país. En lugar de mostrar contrición por conducir al pueblo estadounidense a una guerra bajo pretextos falsos, el presidente Bush ha afirmado que se han encontrado armas de destrucción masiva. Hace esta afirmación apoyándose en el descubrimiento de dos laboratorios móviles, supuestamente preparados para fabricar armas biológicas, pero que no contienen indicio alguno, según la CIA, de que realmente se hubieran fabricado dichas armas.

Mucho más honrado es el teniente general James Conway, comandante de la Primera Fuerza Expedicionaria de Marines, que declaró a los periodistas: "Para los hombres ha sido una sorpresa, y para mí sigue siéndolo, que no hayamos descubierto armas, por así decirlo, en algunas de las áreas de dispersión de vanguardia. Créanme, no es porque no lo hayamos intentado. Hemos estado prácticamente en casi todos los puntos de suministro de munición existentes entre la frontera kuwaití y Bagdad, pero simplemente no estaban allí". El Congreso debería ahondar en el "vacío de credibilidad" que existe entre las afirmaciones respecto a las armas de destrucción masiva utilizadas por el Gobierno de Bush como pretexto para declarar la guerra y el hecho de que después de la guerra no se hayan encontrado esas armas. Estas afirmaciones no se pueden considerar, como seguramente harán algunos miembros del Congreso, simples exageraciones. A la gente de Estados Unidos y del mundo le parecen graves tergiversaciones.

El Gobierno de Bush tiene muchas cosas que explicar respecto a las declaraciones a las que tanta publicidad se les dio antes de la guerra, en las que afirmaba que Irak tenía armas de destrucción masiva. Aunque es oportuno reconocer la estructura tiránica del régimen de Sadam Husein, la preocupación por los derechos humanos del pueblo iraquí no fue la justificación que el Gobierno de Bush dio para iniciar una guerra preventiva. Su justificación, repetidamente declarada, fue la amenaza inminente que suponían las armas de destrucción masiva de Irak, y por esta razón el Gobierno de Bush desafió al derecho internacional y al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El muerto sólo se le puede echar a Bush. El mentir sobre las razones para entablar una guerra y engañar al pueblo estadounidense para que la apoye tiene todo el aspecto de los "grandes delitos y ofensas" para los que la Constitución establece un proceso de inhabilitación como solución.

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