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Rumsfeld se enfrenta a las críticas del Congreso por duplicar el gasto en Irak

Reproches al Pentágono por que los soldados estén ejerciendo de policías "en un salón de tiro"

El Gobierno de EE UU ha aceptado por primera vez que existe un nivel de inseguridad fuera de lo previsto en Irak, ha ampliado la previsión de tropas necesarias para la ocupación, ha duplicado el presupuesto y ha mostrado abierta incertidumbre sobre el calendario futuro. El presidente George W. Bush ha admitido que la situación es compleja: "EE UU tendrá que permanecer firme en Irak", dijo el presidente durante su gira por África. El responsable militar de la operación, Tommy Franks, reconoció que no entiende por qué el Ejército iraquí no usó armas químicas si es que las tenían. Franks, artífice estratégico de la operación militar contra el régimen de Irak, visitó ayer el Capitolio por segunda vez en dos días.

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En su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Franks respondió con un escueto "sí" a un congresista que le preguntó si había esperado ataques con armas químicas durante la invasión. Franks no se molestó en buscar una explicación lógica a ese hecho, consciente de que pone en entredicho las acusaciones que motivaron la guerra.

El general se mostró más franco cuando fue preguntado por la situación actual: "Tenía esperanza en que veríamos un colapso total de la resistencia, sin fracturas, pero nunca pensé que esa esperanza se correspondería con la realidad".

El diario USA Today, el de mayor venta en EE UU, abría ayer con un titular doloroso para el Gobierno: "El resplandor de la victoria en Irak se convierte en inquietud". The New York Times lamentaba también la situación en un editorial titulado "Una ocupación preocupante".

La palabra "inquietud" es la que más se escucha también en el Capitolio, donde Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, ya no es despedido con una ronda de aplausos, como ocurría al final de sus comparecencias en marzo y abril. "Estoy preocupado de que tengamos a los soldados mejor entrenados del mundo trabajando como policías en lo que parece ser un salón de tiro", le dijo el senador Edward Kennedy.

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Sin límite de tiempo

Rumsfeld se mostró extrañamente disperso. No pudo poner un límite a la ocupación: "Va a requerir paciencia", es todo lo que dijo. Tampoco supo cuantificar el presupuesto que exigirá la presencia en Afganistán e Irak en el próximo ejercicio fiscal. Sólo reconoció que la invasión de Irak costará en los próximos tres meses el doble de lo previsto, 3.900 millones de dólares al mes, a los que se suman 950 más por el despliegue en Afganistán cada 31 días. La previsión inicial hablaba de 2.000 millones mensuales una vez acabada la guerra, con 100.000 soldados sobre el terreno. Hay ahora 145.000, prácticamente los mismos que se emplearon para la invasión.

El senador Carl Levin, preocupado por el volumen del coste y el precio en vidas de soldados que está costando la ocupación, preguntó a Rumsfeld si su departamento no había pedido ayuda a la OTAN para una contribución de fuerzas de paz. Rumsfeld respondió que su número dos, Paul Wolfowitz, había cursado esa petición en diciembre. "¿Y no han vuelto a cursarla desde la guerra?", le preguntó después Levin. "No tengo ni idea", respondió Rumsfeld.

Desde que Bush anunció el 1 de mayo el fin de las operaciones militares en Irak, hasta 31 soldados estadounidenses han muerto en emboscadas y ataques en ese país. La cifra total de víctimas aliadas está a punto de superar la registrada en la primera guerra del Golfo.

Todavía de gira por varios países de África, el presidente George W. Bush reconoció ayer la gravedad de la situación: "No hay ninguna duda de que tenemos un problema de seguridad en Irak y tenemos que enfrentarnos a él, individuo a individuo. Vamos a tener que permanecer firmes".

Guerra de guerrillas

El congresista Ike Skelton usó ayer por primera vez un término bélico que aterra a los estadounidenses: "Temo que estemos metiéndonos en una guerra de guerrillas", manifestó en el Capitolio.

Mientras tanto, un grupo de expertos en armamento ha puesto en duda las acusaciones de Bush contra Irak. Daryl Kimball, director del Centro de Control de Armas, acusó a Bush de "justificar la guerra manipulando información de los servicios de inteligencia y usando datos falsos". Greg Thielmann, que hasta septiembre del año pasado dirigía la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado y supervisaba los informes de la CIA, culpó al Gobierno de haber dicho a los servicios de espionaje: "Sabemos las respuestas que queremos escuchar. Dadnos información que sirva para justificar las preguntas".

Como ejemplo, recordó que el director de la CIA, George Tenet, habló en el Capitolio de los misiles Scud con los que Irak podía atacar Israel. Los misiles tampoco han aparecido.

Una mujer iraquí pasa ante dos <i>marines</i> que patrullan a las afueras de Nasiriya.
Una mujer iraquí pasa ante dos marines que patrullan a las afueras de Nasiriya.AP

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