Schröder acelera

Schröder ha retomado la iniciativa. Con su programa de reforma económica está arrastrando no sólo a su propio Partido Socialdemócrata, sino también a sus socios en el Gobierno, Los Verdes, e incluso a la oposición democristiana que domina la cámara territorial, el Bundesrat, cuya colaboración es imprescindible. Alemania avanza hacia una Gran Coalición de hecho, ante lo que es, sin duda, una situación de emergencia nacional.

La decisión de Schröder de anticipar en un año el recorte previsto en el impuesto sobre la renta es razonable. Puede impulsar el consumo. Los menores ingresos que supondría pueden verse compensados con los recortes en el gasto público y algunas privatizaciones pendientes. La oposición ha quedado desbordada por esta decisión, que propugnaba. La economía alemana está en recesión, y en ese estado puede concluir el año si se cumplen las previsiones del instituto DIW y de la propia Comisión Europea. La frontera con la temida deflación es tenue -el último IPC es del 0,6%- y la tasa de paro está en cifras máximas. Si la actual formulación rígida del Pacto de Estabilidad, que Alemania violará por tercer año consecutivo en 2004, ya estaba seria y racionalmente cuestionada, ahora queda definitivamente en entredicho con las medidas propuestas por Schröder. Los peligros de recesión con deflación son muy superiores a la vulneración coyuntural de un pacto al que ni siquiera los mercados conceden ya mayor importancia.