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LA POSGUERRA DE IRAK

EE UU esperaba encontrar refugiados en lugar de un país saqueado y paralizado

El destituido administrador Garner achaca la lenta reconstrucción a las contrataciones civiles

Enric González

Todas las previsiones sobre Irak resultaron incorrectas. La invasión resultó más fácil de lo que esperaba el Pentágono, y la posguerra no fue una festiva liberación, sino que derivó hacia el caos desde el primer momento. Jay Garner, el teniente general retirado que durante seis semanas ejerció como virrey de Irak, reconoció esta semana que esperaba encontrarse con nubes tóxicas y masas de refugiados, pero no con un país quebrado, saqueado y paralizado, y atribuyó los problemas de la reconstrucción a la lentitud del sistema de subcontratación a empresas civiles.

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Garner explicó el viernes que mientras esperaba el fin de la guerra, en Kuwait, dedicaba casi la mitad de su tiempo a planear soluciones para una crisis humanitaria que nunca llegó a producirse. Suponía que el Ejército iraquí utilizaría armas químicas o biológicas y que eso causaría miles de víctimas y de desplazados entre la población civil, pero, de forma un tanto contradictoria, esperaba también encontrarse con ministerios intactos, infraestructuras en buen estado y funcionarios disciplinados.

El Pentágono había basado buena parte de sus cálculos en la única experiencia anterior de Estados Unidos como potencia ocupante, la de Japón en 1945. Pese a la mortandad de una guerra larga, los bombardeos indiscriminados y la destrucción atómica de dos ciudades, los japoneses, que habían iniciado la guerra en Pearl Harbor, se organizaron de inmediato y soportaron disciplinadamente la dictadura del general Douglas McArthur. Pero en Japón se había respetado la figura del emperador. Y, en cualquier caso, los iraquíes resultaron ser distintos a los japoneses.

Jay Garner, que coordinó el auxilio humanitario en Kurdistán en 1991, esperaba trabajar en un Irak casi intacto, del que sólo habrían desaparecido Sadam Husein y la cúpula del partido único Baaz. Pero el 20 de abril, cuando el militar retirado y sus 300 colaboradores se instalaron en un palacio de Bagdad, 17 de los 20 ministerios habían sido saqueados y prácticamente destruidos. No había agua corriente, ni corriente eléctrica, ni servicio telefónico. Incluso las instalaciones nucleares habían sido desmanteladas, ante la pasividad o la impotencia de las tropas estadounidenses. "Era el caos", dijo Jay Garner.

"La Administración iraquí era una de las más eficientes de la región y suponíamos que sería fácil poner el país en marcha", declaró un alto representante diplomático europeo. Pero la Administración civil, como la policía y los soldados, se fue a su casa, o a buscarse la vida con el saqueo.

La Administración ocupante, mientras tanto, demostró ser incapaz de iniciar la reconstrucción. Garner culpó de ello a la lentitud del sistema de subcontratación a empresas civiles. Tres de cada cuatro contratos empezaron a negociarse cuando la invasión ya había comenzado. Luego surgieron problemas burocráticos que nadie había previsto, como la reticencia de las aseguradoras a asumir riesgos en puertos minados o en ciudades donde la situación era muy volátil. "Las cosas no irán más deprisa la próxima vez, porque el mecanismo es el que es", vaticinó Jay Garner, políticamente culpado del fracaso y sustituido de forma anticipada en mayo por un nuevo virrey, el diplomático Paul Bremer.

Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa y principal ideólogo de la invasión de Irak, había pronosticado que unos 50.000 soldados estadounidenses y británicos se bastarían para respaldar al Gobierno de ocupación. Pero Estados Unidos dispone actualmente de 146.000 efectivos y espera en los próximos tres meses un refuerzo de 30.000 soldados de otros países.

Exportaciones de petróleo

Wolfowitz, y el conjunto de la Administración de Washington, habían asegurado también que los ingresos proporcionados por la reanudación de las exportaciones petroleras bastarían para financiar la reconstrucción. Ahora, vista la reticencia de los inversores extranjeros, el mal estado de la infraestructura y los cotidianos sabotajes en los oleoductos, se calcula que el petróleo sólo empezará a pagar la reconstrucción hacia finales de 2004 o principios de 2005.

El subsecretario de Defensa afirmó el jueves que el problema había radicado en "una guerra demasiado breve". "El régimen cayó demasiado pronto, y quedó casi intacto", explicó al diario The Washington Post. Según Paul Wolfowitz, la supervivencia física de muchos de los antiguos dirigentes, incluido Sadam Husein, hizo que la población recelara y decidiera no cooperar activamente con los ocupantes, además de fomentar la resistencia armada. La opinión de Wolfowitz coincidía con la de otros altos cargos y analistas del Pentágono que comparecieron a lo largo de la semana ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado: la brevedad del conflicto y el relativamente escaso daño sufrido por la población civil impidieron, según los responsables militares, que los iraquíes se sintieran colectivamente vencidos y, por tanto, dispuestos a someterse al invasor.

Soldados estadounidenses comprueban el funcionamiento de un fusil AK-47 encontrado en un control de Faluja, 50 kilómetros al oeste de Bagdad.
Soldados estadounidenses comprueban el funcionamiento de un fusil AK-47 encontrado en un control de Faluja, 50 kilómetros al oeste de Bagdad.AP

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