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Una casa urbana en un entorno rural obtiene el Premio FAD

Una segunda residencia, la Casa Garriga-Poch, creada por Arturo Frediani, obtuvo ayer el Premio FAD de arquitectura. La vivienda, construida en un 95% con materiales reciclables, se sitúa en Lles de Cerdanya, una pequeña población medieval del Pirineo catalán. La capacidad del arquitecto de adaptar el concepto de vivienda urbana a un contexto rural ha sido fundamental a la hora de otorgar el premio, comentó Alejandro Zaera-Polo, presidente del jurado. La vivienda premiada - el primer edificio construido por este joven arquitecto que ya obtuvo en 1998 un Premio FAD de arquitectura exterior - "intenta casar dos conceptos que en un principio parecen antagónicos, el arte contemporáneo y el entorno medieval", dijo Frediani.

"Resulta ejemplar la forma en que introduce una segunda residencia propia de la cultura urbana en un entorno muy protegido que se sitúa dentro de la forma de vida rural", explicó Zaera-Polo. Junto a él, integraban el jurado de esta edición Joaquín Español, Bet Figueras, Francesc Figueras, Llàtzer Moix, Jon Montero, Francesc Rifé y Marçal Roig.

El arquitecto Pepe Cortés obtuvo el premio de interiorismo por el diseño de la tienda de Caixafòrum, el centro cultural de la Fundación La Caixa en Barcelona, "realizada con una economía de medios". El Sendero del Pinar de la Algaida en el Puerto de Santa María, de los arquitectos Ramón Picó Valimana y Javier López Rivera, consiguió el premio de espacios exteriores "por la forma inteligente de recuperar un espacio natural poniendo en valor las características del lugar". El diseño de la exposición Gaudí,la búsqueda de la forma, de Lluís Pau, mereció el premio de espacios efímeros "por la eficacia pedagógica con que descubre y revaloriza la estructura existente bajo la piel de la arquitectura de Gaudí".

Arquitectura heterogénea

Zaera-Polo defendió "la riqueza de posibilidades que presenta la arquitectura en la península Ibérica frente a un entorno cada vez más homologado y homogéneo. España produce actualmente la mejor arquitectura del mundo por su diversidad". El jurado de este año ha premiado precisamente "la capacidad de los arquitectos de crear alternativas, primando el contexto donde se sitúan las obras frente a un determinado estilo", dijo el presidente del jurado. Zaera-Polo añadió que han decidido no primar un carácter común a la hora de seleccionar las 35 obras finalistas a estos premios, entre las que se encontraban trabajos de Josep Llinàs, Enric Miralles y Jorge Oteiza. "Si se han elegido estos proyectos es porque han crecido en su entorno, en lugar de ser el producto de una idea del arquitecto".

Los premios se entregaron ayer en la sede del FAD en Barcelona, donde permanece hasta finales de julio una exposición fotográfica con todas las obras finalistas.

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