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Reportaje:

La primera rebelión

Alemania recuerda, 50 años después, el alzamiento contra el régimen comunista

El 50º aniversario de la rebelión popular del 17 de junio de 1953 contra el régimen comunista de la desaparecida República Democrática Alemana ha desencadenado en Alemania una auténtica avalancha de publicaciones, películas de ficción y reportajes en la televisión, debates y actos que permiten una revisión histórica de aquellos "cinco días de junio".

Para los corifeos del régimen estalinista desaparecido, el 17 de junio oscila entre "una conspiración fascista" y una maniobra del imperialismo occidental contra "el primer Estado obrero y campesino en suelo alemán", gracias a la agitación de la CIA a través de las radios que emitían en Berlín oeste. En la República de Bonn el 17 de junio se convirtió en el "día de la unidad alemana", fiesta nacional y motivo de discursos y festejos para recordar a los que ese día se sublevaron contra el régimen en Berlín y por todo el territorio de la RDA. No faltan los que trivializan lo ocurrido y lo reducen a un mero conflicto laboral por un quítame allá esas normas de producción con reducción salarial. La Alemania unificada de la República de Berlín cambió la fiesta nacional al 3 de octubre, día de la reunificación. El 17 de junio parecía condenado a caer en el olvido de las nuevas generaciones de alemanes de no ser por este 50º aniversario y una auténtica orgía mediática para revisar y conmemorar la histórica fecha.

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Berlín 1953

Puede que haya habido un poco de todo en la rebelión popular del 17 de junio de 1953, la primera en un país de la órbita comunista trazada en la conferencia de Yalta a finales de la II Guerra Mundial. Desencadenante de la protesta fue la elevación de las normas de producción, que suponían de hecho una reducción salarial para los obreros industriales y los de la construcción. Fueron los albañiles de la avenida de Stalin en Berlín Este los que prendieron la mecha con una marcha de protesta que se extendió a toda la RDA. Hasta uno de los 17 millones de habitantes participaron en la revuelta que se propagó a 700 localidades por todo el país.

La RDA se desangraba a tan sólo ocho años del final de la guerra. Más de 50.000 ciudadanos se habían marchado al oeste en marzo de 1953, cuando todavía faltaban algo más de ocho años para la construcción del muro. Lo que empezó como una protesta laboral se convirtió pronto en una exigencia de dimisión del Gobierno, bajada de precios, libertad a los presos políticos y elecciones libres.

La virulencia de la rebelión sorprendió incluso a los servicios secretos occidentales, que, por exigencias de la geopolítica y el orden acordado en Yalta, se vieron condenados a contemplar impotentes lo que ocurría en Berlín y la RDA. Entre los documentos de un jefe del espionaje alemán occidental se ha descubierto que informó a su base: "La impresión general sobre los sucesos en Berlín Este y en la zona [de ocupación soviética] fortalecen la impresión de que se trata de acciones escenificadas por la parte oriental con el fin de poner en marcha una reunificación en el marco de una gran Alemania". Sin duda, la radio en el sector de Estados Unidos de Berlín, la legendaria RIAS, fue un elemento catalizador de la protesta, que acabó aplastada por los blindados soviéticos que acudieron a salvar al régimen prusiano-estalinista.

El alto comisario soviético Vladímir Semionov y el general Andrej Greschko, con sus 600 blindados y medio millón de soldados, restablecieron el orden, tras imponer el estado de excepción en 167 de los 217 distritos de la RDA. En 18 casos documentados las tropas soviéticas realizaron ejecuciones sumarias. El número de muertos se estima en recientes estudios en torno a 100. La rebelión, espontánea y desorganizada, no pudo oponer la misma resistencia que las posteriores en otros países del socialismo real: 1956 en Hungría, 1968 en Checoslovaquia y 1980 en Polonia, con la fundación del sindicato independiente Solidaridad. La versión de las ejecuciones de varios soldados soviéticos que se negaron a disparar sobre los manifestantes no ha resistido el análisis de los historiadores. El viejo canciller democristiano Konrad Adenauer apeló a sus compatriotas de la RDA a la calma para evitar una fuerte represión.

Un análisis del semanario Der Spiegel llega a la conclusión: "El levantamiento sorprendió a todos, incluso a los enemigos del régimen del partido comunista. La consecuencia: los rebeldes no tenían ni liderazgo ni estrategia. Pocas veces le resultó tan fácil a la Unión Soviética aplastar una rebelión en su imperio como en la RDA en 1953".

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