Defensa vecinal del único hito madrileño de Dalí

Vecinos de la avenida de Felipe II, junto al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, han tocado la campana de la alarma: en los próximos días se perpetra el desmantelamiento de un espacio escultórico único en la ciudad, realizado por el catalán universal Salvador Dalí. Concretamente, el que se alza desde 1989 en la plaza situada en el cruce de la calle de Antonia Mercé con la avenida de Felipe II, junto a unos grandes almacenes allí enclavados. Vecinos y admiradores del genio de Figueras se muestran preocupados porque nadie parece responsabilizarse de lo que va a suceder, en un ínterin político con el equipo municipal de José María Álvarez del Manzano con un pie en el estribo y el entrante de Alberto Ruiz-Gallardón sin capacidad para asumir decisiones que no adoptó. Otro tanto sucede con el Gobierno regional, que acomete la reconstrucción del contiguo Palacio de los Deportes de la Comunidad, devastado por un incendio en junio de 2001.

El plan municipal prevé desplazar la figura a un cruce y trasladar el dolmen hacia otro parque

Los especialistas lo consideran un autorretrato escultórico del pintor, único en Madrid

El grupo escultórico hoy amenazado es un conjunto formado por una estatua en bronce negro, que se alza hasta unos cinco metros del suelo sobre una peana que lleva inscritas en caracteres dorados las letras G, A, L y A. La figura muestra el frontal liso y en la nuca, caracolillos al aire; el pecho, hueco; sobre una mano colgaba un péndulo; una incisión taja su muslo y una especie de aleta marca su otra pierna; muestra un pene sin testículos y un pie atrasado. Tras la efigie, semisexuada y avanzante, se yergue un trilito, una especie de dolmen rematado con una gran roca oblonga y sujeto sobre tres grandes pilares de unos diez metros de altura cada uno, que se soportan sobre un suelo ondulado de adoquines, semejante a un oleaje, del que parten 12 radios, al modo de rayos solares.

El autor del conjunto fue, también, su protagonista, Salvador Dalí, que de manera tan suya quiso rendir homenaje al Madrid donde viviera en la Residencia de Estudiantes durante su primera juventud, en compañía de gentes de la talla de Luis Buñuel, Federico García Lorca y Rafael Alberti.

Dalí, de excéntrico atavío, cuya entrada en Nueva York encaramado sobre un elefante, su apología del franquismo -del que se consideraba adalid- más sus alegatos contra Picasso y el comunismo en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, le convirtieron en uno de los histriones más afamados de la época bien que, cuando cometía arte, se ensimismaba en tan dialogado trance con lo trascendente que se atraía la atención de casi todos. Es el caso del grupo escultórico madrileño. Mediante su disposición, orientación y simbología, Dalí dialoga aquí con el universo, con los ideales de la cultura helenística y con algunas cifras de la Kábala hebrea. Por ello, Juan Antonio Aguilera Díaz, profesional que trabaja en la cercana Casa de la Moneda, en la calle de Jorge Juan y Diego Segura, periodista, experto en Mitología, muestran una indignación profunda, expresión del malestar vecinal y desean a toda costa detener el desmantelamiento anunciado, para conservar la estructura actual y su tan calibrada disposición.

"Quieren desmontar el grupo esta misma semana", comenta Aguilera con un gesto de preocupación. "Cualquiera que se tome la molestia de estudiar este conjunto, que integra el suelo, el megalito y la figura, puede llegar a la conclusión de que se trata de un testamento del gran artista catalán, en el que, con completa evidencia, se autorretrató", dice. "La figura, que se alza sobre un túmulo de Gala, es la del propio Dalí, siempre en posición de avanzar con ese margen de verdad irresoluta del artista; con los cabellos al viento, el pecho por rellenar de ilusiones, la mirada hacia Poniente...Todo lo indica", explica con persuasión. Para Diego Segura, "Juan Antonio hace una interpretación, pero puede haber muchas otras. Lo importante es que todo el grupo está lleno de significados y con una potente carga de simbolismo que lo hacen singular y único, de manera que forma parte del patrimonio histórico y artístico de Madrid".

"Es inexplicable cómo ante un hecho artístico como éste, que carece de protección monumental, los responsables oficiales del desaguisado quieran deshacer el megalito, levantar el suelo sobre el que se asienta, apear la estatua de su túmulo marmóreo y colocarla en el cruce con la calle de Fernán González, para poner en su lugar, sin más, una de esas fuentes cursis tan queridas del Consistorio saliente", se lamenta Aguilera. Éste ha recurrido al Gobierno regional, al Ayuntamiento, al Defensor del Pueblo..., pero las cercas para las calas previas al desmantelamiento ya eran ayer visibles en el perímetro de la plaza. "No lo vamos a consentir", anuncia.