"Las empresas preferían un candidato que no era Kirchner"
El ministro está a punto de viajar a Washington para conversar sobre el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que promueve el Gobierno estadounidense. "Sólo para eso. No voy a ir a hablar ni con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ni con el Tesoro americano", asegura en su despacho Roberto Lavagna, de 61 años, el hombre a quien el presidente argentino, Néstor Kirchner ha confiado la economía. Tal y como hizo el anterior presidente, Eduardo Duhalde. Es uno de los cuatro ministros que siguen en el Gabinete. Pero las cosas ahora han cambiado. Terminó la transición con un presidente provisional que no eligió nadie y llega la hora de la verdad, con un jefe del Estado con la legitimidad de las urnas.
"Las prioridades no son, necesariamente, tener que ponerse a recibir banqueros"
"Hoy por hoy no existe marco legal para disponer una subida de las tarifas públicas"
Pregunta. El presidente Kirchner advirtió antes de su investidura a las grandes corporaciones que se beneficiaron con la política económica de los años noventa. ¿Tienen motivos de preocupación con el nuevo Gobierno esas empresas?
Respuesta. El presidente habló de capitalismo nacional y eso dio lugar a alguna confusión. Hacía mención a una política económica distinta de la de los años noventa, que era un modelo muy concentrado sobre las actividades financieras en general: bancos, seguros, fondos de pensión y la Bolsa. Los fondos financieros y los servicios públicos privatizados son dos tipos de actividades que están muy concentradas en Buenos Aires y, a su vez, por ser grandes corporaciones, suelen tener en general una participación menor de capitales nacionales. El presidente quiere decir que en un modelo de carácter productivo, no exclusivamente de carácter financiero, hay un papel mucho mayor para las pequeñas y medianas empresas, para las economías regionales, para la producción de bienes y, en ese conjunto, las empresas de capital nacional tienen un peso mayor que antes.
P. Usted es uno de los ministros que se mantiene en el Gobierno desde la Administración de Eduardo Duhalde. ¿Cree que hay continuidad en la gestión de Kirchner o advierte diferencias?
R. Hay dos cosas que son manifiestamente diferentes. Una es la circunstancia. El presidente Duhalde asumió en medio de una profunda crisis después del colapso de la convertibilidad. Segundo, las personalidades son distintas.Los dos han defendido el modeloproductivo, en contraposición al modelo más concentrado en lo financiero. El margen de acción es el de un Gobierno que tiene cuatro años por delante, no es de transición y no asume en medio de una crisis, sino en medio de una situación económica y social muy compleja pero muy tranquila, que permite una continuidad.Todo esto hace que este Gobierno tenga un margen de acción mucho mayor.
P. ¿Cuáles son los principales problemas económicos que usted encuentra, al jurar nuevamente en el cargo y recibir la herencia de su propia gestión?
R. Un poco en serio y un poco en broma dije al asumir nuevamente que agradecía al ministro de Economía y al equipo económico saliente por la herencia que dejaba. Obviamente, hay infinidad de problemas que se han ido acumulando durante los últimos 25 años, pero en realidad ésta ha sido la mejor transición presidencial de las últimas cuatro. Hemos iniciado una reforma estructural de carácter absolutamente fundamental como es la reunificación monetaria. Estamos retomando las monedas emitidas por las provincias, ya se han recuperado 1.300 millones de pesos de los casi 8.000 que circulaban en bonos. Sobre el final del Gobierno anterior se liberó totalmente el sistema financiero, no queda ninguna intervención del sector público en los depósitos. Y además se liberó casi la totalidad del mercado cambiario. Quedan muchísimas cosas por hacer. Enfrentar, ahora con más fuerza, el tema del desempleo, llevar adelante una reforma en el reparto de recursos entre la Nación y las provincias y, con más tranquilidad, una reforma fiscal para mejorar la calidad de los impuestos. También la deuda pública es un tema de carácter estructural a resolver.
P. ¿Los juicios ya iniciados por los acreedores extranjeros suponen una presión para que Argentina defina el pago de la deuda?
R. No hay antecedentes en el mundo, en situaciones de crisis financieras, donde se pueda resolver un problema por la vía de juicios. De las crisis de esta naturaleza se sale por la vía de la negociación. Esto más allá de que siempre hay un fondo de carácter especulativo que siempre tiende a posicionarse en la negociación, pero el resultado final no va a ser nunca un resultado de tipo judicial.
P. ¿Cómo vislumbra usted en tiempo y forma la reestructuración de la deuda?
R. Nosotros siempre dijimos que era necesaria, primero, la negociación con el FMI, porque sin eso no había una base mínima para negociar. Luego comenzaba la negociación, con una primera etapa que ya está en marcha y que supone reconocer y organizar a los acreedores dispersos por el mundo. Hay bonos en tres o cuatro monedas distintas, con jurisdicciones y tribunales distintos, con acreedores que son individuos, otros que son grandes fondos de pensión. Estamos en esa etapa junto con el asesor financiero que ya fue contratado. La idea es llegar a la fase sustantiva de la negociación entre septiembre y diciembre.
P. Parece que de momento no habrá subida de las tarifas de los servicios públicos, en contra de lo que reclaman las empresas.
R. Ustedes saben que hoy por hoy no existe el marco legal para eso, saben que la Administración anterior subió las tarifas en cuatro oportunidades, se emitieron decretos y la justicia los bloqueó. Entonces, lo único que queda es que el Congreso apruebe una nueva ley que señale muy explícitamente que ésta es una atribución del Poder Ejecutivo. Y ése es el primer paso, porque si no cualquier decisión que se tome va a ser anulada nuevamente por algún juez.
P. ¿Cuál es la voluntad del Gobierno?
R. El presidente lo ha dicho. Estima que durante 90 días no habrá ajustes, entre otras cosas, por este factor de tipo legal.
P. Y después, ¿habrá una revisión por sectores?
R. Seguramente, con el mismo orden de prioridades con el que trabajó la Administración anterior, que era energía, gas y después, quizás, aguas.
P. ¿Cómo valora la actitud de los grupos empresariales?
R. Hay un cambio muy fuerte. El año pasado, a estas alturas, las empresas concurrían a pedir la renegociación de los contratos, el aumento de las tarifas o se iban. Un año después, alguna de ellas vino a decirnos que el problema mayor que tenía en ese momento era: "Tengo pesos en mi caja, quisiera trasladar esos pesos a dólares para empezar a hacer pagos al exterior de mis deudas". Fíjese qué distinto. Han cambiado muchas cosas, ha cambiado el índice de morosidad, altísimo el año pasado, y ha caído a niveles comparables a los de Chile. En algunos casos se habían perdido gran cantidad de clientes, sobre todo en el caso de la telefonía. Hoy se ha recuperado casi la mitad del millón de líneas telefónicas que se habían perdido.
P. Desde el Gobierno ha habido críticas a algunas empresas extranjeras por haber apoyado abiertamente al ex presidente Menem durante la reciente campaña.
R. Tenemos que ser muy sinceros, dejar las hipocresías de lado. Claramente, las empresas que de alguna manera fueron los actores centrales del modelo de los noventa, todo el sector financiero en general y las grandes empresas privatizadas, tenían y seguramente tienen todavía una clara preferencia por un candidato que no era el actual presidente Kirchner. Es inocultable. Lo cual no necesariamente tiene que tener hoy implicancias graves. Simplemente sepamos cómo son las cosas.
P. Algunos sectores critican al Gobierno de seguir con la transición sin entrar en los grandes temas. ¿Hay un plan económico?
R. Hay un plan en marcha que tiene tres componentes fundamentales: la estabilización de precios permanente sin chalecos de fuerza, como era en la convertibilidad, lo cual para lograrlo tiene detrás decisiones de carácter fiscal y monetario; la expansión de la producción, que detrás tiene decisiones en materia de ocupación y de distribución del ingreso; y la regularización en nuestras relaciones con el mundo, sobre todo la regularización de las relaciones financieras. Si esto no es un plan económico, tengo la impresión de que habremos estudiado en universidades distintas; porque política fiscal, monetaria, de ingresos y política de financiamiento y de relación con el exterior son siempre las bases de un plan económico.
P. El presidente Kirchner todavía no ha recibido a los grandes grupos empresariales.
R. Si algún lobbista se pone nervioso, es problema del lobbista. El presidente Kirchner está haciendo lo que dijo durante la campaña, a lo que muchos argentinos no estábamos acostumbrados. Se ganaban las elecciones prometiendo salariazo, o cosas por el estilo, y se terminaba haciendo todo lo contrario. El presidente Kirchner fue muy moderado en lo que prometió y está haciendo lo que prometió. Sus prioridades están en viajar a las provincias, para resolver problemas, y no necesariamente tener que ponersea recibir banqueros.
P. ¿Cree que algunos bancos pueden desaparecer?
R. Los bancos se están reformando ya en el marco de una política de recuperación económica, porque por más que usted cierre bancos el resultado es malo. Así que no vale la pena comentar discursos vacíos de contenido que vienen del mismo lado.
P. ¿De qué lado?
R. Del lado de la convertibilidad, de los que ganaron mucha plata [dinero] en un modelo que no fue bueno para el país, porque lo endeudó, concentró la riqueza en pocas manos, porque produjo el récord histórico de desempleo en la Argentina. Ése es el resultado y la mejor prueba es cómo votó la gente, que no quiere volver a eso.
P. Con Kirchner en Argentina y Lula en Brasil, ¿cabe pensar en una estrategia regional que ponga las cosas más difíciles al ALCA?
R. El Mercosur tiene una posición favorable al ALCA siempre y cuando haya capítulos agrícolas y agroindustriales. Esto vale tanto para la negociación del ALCA como la negociación con la Unión Europea. Si no hay un capítulo agrícola y agroindustrial importante, el resto son simplemente palabras, de esos discursos y de esas actas que se firman sólo por razones de orden diplomático.
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