La industria aceitera se enfrenta a Koipe por su política de precios

Las industrias más importantes en el sector del aceite de oliva mantienen una posición de enfrentamiento con el grupo líder Koipe Carbonell (SOS), por su política de precios ante la gran distribución.

Para este grupo de empresas, entre las que se encuentran Pont, Aceites del Sur-Coosur, Migasa-La Masía, Sovena o Toledo, esta estrategia puede acabar a medio plazo con las medianas industrias, también con el correspondiente riesgo a largo plazo para el sector productor.

En esta línea, estas empresas han barajado la posibilidad de presentar una denuncia ante el Servicio de Defensa de la Competencia

Tras la compra por SOS del grupo Koipe en 2001, la primera medida fue elevar el precio de la marca líder, el aceite Carbonell 0,4º (mezcla de aceite virgen y refinado) a 2,69 euros litro, así como estabilizar las cotizaciones. Sin embargo, junto a esta decisión, Koipe reanudó su política de ventas de aceites de marca blanca a precios muy bajos, que llegaron a 1,69 euros para un aceite de oliva (también mezcla de virgen y refinado).

Esta ofensiva ha supuesto para el grupo que el 13% de sus ventas ya sean de marca blanca y acaparar una importante cuota de mercado. Para las empresas que operan en el sector, el grupo Koipe aplica parte de los elevados beneficios que obtiene con su marca líder para rebajar los precios de venta de su marca blanca.

También se acusa al grupo líder de intentar acuerdos de exclusividad con la distribución con todos los productos del grupo para impedir la entrada de la competencia.

Fuentes de SOS (Koipe-Carbonell) reconocen que obtienen beneficios con su marca líder, pero rechazan que vendan por debajo de costes, y justifican sus precios bajos por la reducción de costes que permite su estructura. Igualmente niegan haber negociado con la distribución acuerdos de exclusividad que, en su opinión, sí han intentado otros grupos aceiteros.

En medios industriales se teme que a medio o largo plazo el sector quede limitado a una marca líder y a las marcas blancas, lo que supondría dejar al sector en manos de dos monopolios, una sola firma y la distribución, que impodrían su política de precios desde el campo al consumidor.