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REENCUENTRO DE EE UU Y EUROPA

Europa va hacia la recesión ante la lenta mejoría de EE UU

El estancamiento de los 'siete grandes' devalúa el contenido económico de Evian

Las heridas políticas de la guerra de Irak son la punta del iceberg de las difíciles relaciones entre los países más industrializados del mundo, pero las dificultades económicas constituyen el telón de fondo común a todas ellas. A la recesión de Japón se suma ahora el fantasma recesivo en la mayor parte de las locomotoras de Europa: Alemania, Francia e Italia. La dependencia respecto al líder mundial, Estados Unidos, comienza a pagarse cara.

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La lenta recuperación estadounidense impedirá estabilizar la tendencia a la baja en Europa. En estas circunstancias, la cumbre del G-8 en Evian pierde su contenido económico, limitándose a una foto de familia con sonrisas de oreja a oreja y a una exhortación de buenos deseos.

La colaboración entre las siete economías más industrializadas del mundo, dijo a este periódico uno de los tecnócratas o sherpas encargados de la preparación del encuentro, nunca, salvo contados momentos, ha brillado por su dinamismo, pero este año la cumbre se salvará. "La buena noticia será de carácter político: el comienzo de la cicatrización de las heridas abiertas a cuenta de la guerra de Irak", señaló.

En EE UU, la idea del presidente francés, Jacques Chirac, de introducir un cambio en el formato de la cumbre anual, con la presencia de una veintena de países invitados, entre los que destacan Brasil, México e India, no ha gustado. Si bien en la cumbre de Génova, el Gobierno italiano invitó a algunos países terceros, la presencia masiva de países se ha interpretado como una modificación sustancial.

Pero, más allá de la letra pequeña, todos los vaticinios sobre la recuperación de la economía estadounidense y mundial siguen siendo una promesa sin plazo fijo. La última de las esperanzas, es decir, la de que a finales de 2003 se podían empezar a ver signos más firmes y sólidos de crecimiento económico ya comienzan a sufrir un nuevo aplazamiento hasta primeros de 2004. A Japón se ha unido ahora el crecimiento cero y la recesión en Europa: Alemania, Francia e Italia. La hipótesis de que Estados Unidos iba a limitar la caída en Europa, pues, está lejos de cumplirse.

La economía internacional está pagando caro su dependencia, en la década de los noventa, de la locomotora estadounidense. Pero lo más relevante es esto: Estados Unidos no termina de ajustar sus cuentas con las burbujas especulativas.

Los últimos datos, como el índice de confianza de los consumidores de la Universidad de Michigan, dan cuenta de un incremento en abril. Pero precisamente ése es el punto: la economía norteamericana sigue dependiendo del consumo. Los consumidores, resisten. Incluso cuando los salarios reales experimentan un descenso. Dicho comportamiento está propulsado por un incremento de la deuda de las familias, que mantienen el consumo.

Los expertos coinciden

¿De dónde sale el dinero si los sueldos caen? Como los precios de las viviendas han subido especulativamente y los tipos de interés de los préstamos hipotecarios están bajos, como resultado de los recortes practicados por la Reserva Federal de Estados Unidos, los particulares renuevan sus hipotecas e invierten el dinero para mantener su consumo.

Los expertos coinciden en el diagnóstico: las grandes empresas, cogido el consumo, como está, con alfileres, se resisten a hacer inversiones en bienes de equipo, esto es, a aumentar su capacidad de producción, habida cuenta de que una parte de su capacidad se mantiene todavía sin utilizar. Hasta que la inversión no despunte, toda la recuperación se parecerá más a una recesión -de hecho la economía crece pero no aumenta el empleo- que a una clásica expansión.

Si las relaciones transatlánticas se han erosionado por la guerra de Irak, la tardanza de la economía norteamericana en recuperarse y el añadido de los déficit gemelos -déficit comercial y presupuestario- ha terminado por reflejarse en el valor del dólar. La caída de la divisa norteamericana puede terminar dando el mazazo final a la economía alemana -la más dependiente en Europa de su comercio con Estados Unidos-, pero no es menos cierto que sus efectos benévolos sobre el crecimiento norteamericano sólo se dejan sentir después largos meses. De momento, la única secuela positiva es que se abaratarán todavía más las facturas europeas del petróleo, ya que el dólar -moneda en la que se pagan los barriles- seguirá depreciándose.

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