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Universidad

Los universitarios vascos evalúan a sus profesores a través de encuestas

El docente y su departamento son informados de las 'notas', que son orientativas

El afán en la búsqueda de la calidad que impera en la universidad ha producido curiosas transformaciones en tan jerarquizada institución. Una de ellas ha hecho realidad uno de los sueños de generaciones de alumnos: evaluar al evaluador. El profesor ya no es una figura intocable y sagrada. Sus estudiantes no sólo tienen el deber de aprender y de rendir cuentas sobre sus conocimientos ante él; también gozan del derecho de expresar su opinión y su valoración sobre su labor docente y que sea tenida en consideración, más como guía que como juicio, eso sí, por los órganos de gestión y gobierno. Así sucede en la Universidad del País Vasco (UPV), la Universidad de Deusto y Mondragon Unibertsitatea.

Sus cerca de 5.000 docentes ya no tienen que aguzar el oído en los corrillos que se forman en los descansos de las clases para conocer la opinión de sus alumnos. Ésta aparece reflejada en las encuestas que desde 1993 en el caso de la Universidad de Deusto, 1997 en Mondragon Unibertsitatea y 2000 en la UPV completan de forma sistemática sus más de 65.000 estudiantes.

Patrón

Aunque los modelos de cuestionarios pueden registrar variaciones, el patrón es similar. Los miembros del servicio de evaluación del profesorado con el que cuentan las universidades o los mismos docentes entregan a los alumnos una encuesta que contiene una veintena de preguntas divididas en cuatro o cinco bloques con una escala de valoración que va de cero, muy mal, a cinco, muy bien.

Los aspectos que recoge la encuesta hacen referencia a la calidad y desarrollo del programa impartido, el dominio, organización y claridad expositiva del profesor, los esfuerzos en pro de una mayor interacción con el alumnado, los recursos metodológicos y didácticos empleados, el sistema de evaluación utilizado y el cumplimiento formal de horarios de clase y tutorías del docente, amén de una valoración global sobre su actuación. Los resultados obtenidos se envían a cada profesor y al departamento en el que está englobado, que cuenta además con una media de las valoraciones obtenidas por sus miembros.

Las consecuencias de la evaluación se sitúan más en el terreno de la orientación que en el de la coerción o el premio. Aunque en las tres universidades el carácter positivo o negativo de la valoración es un factor que se reconoce en los procesos de promoción o de mejora retributiva, su peso específico frente a otros elementos como las investigaciones, publicaciones o labores de gestión es escaso.

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"No hay medidas coercitivas directas, porque haríamos un flaco favor al objetivo de mejora en la calidad que persigue esta iniciativa", subraya la vicerrectora de Innovación Pedagógica y Planificación Docente de la UPV, Isabel Larrakoetxea. "En una primera fase, informamos al profesor de los datos de su valoración y del máximo, el mínimo y la media de su grupo. En una segunda fase, en las reuniones de seguimiento con los docentes y jefes de departamento, éste hablará con el docente en el caso de que su valoración negativa se mantenga. En una tercera fase, a la que nunca hemos llegado, se modificaría el plan de estudios del profesor", describe Javier Mendiluze, coordinador de calidad de Mondragon Unibertsitatea.

Aunque en el caso de la universidad pública no hay aún una estadística global de los resultados recogidos, existe la intención de crearla, algo que ya ha hecho Deusto. Con este análisis, además de comprobar que la valoración general del profesorado "es francamente buena", como asegura el vicerrector de Innovación Pedagógica, Aurelio Villa, se consigue conocer y corregir las carencias generales que puedan existir en el cuerpo docente. "A partir de una evaluación de los alumnos, se mejoró la orientación de los trabajos y la claridad de los criterios de evaluación que habían sido señalados con valoraciones menos positivas. Se organizaron unos cursos de formación sobre estos temas y se pudo comprobar en las sucesivas evaluaciones el incremento significativo en la valoración de los estudiantes sobre estos apartados", ejemplifica.

El grado de aceptación de la evaluación por parte del profesorado de las universidades vascas es, en general, alto, pese a que no siempre se han visto con buenos ojos. "En un principio, a nadie le gusta ser evaluado. Y en general, estos sistemas suelen, inicialmente, presentar cierto rechazo. Cuando se han utilizado, son mejor valorados, sobre todo por aquellos docentes que entienden esta información como una retroalimentación y no como una crítica destructiva", argumenta Villa.

Escepticismo estudiantil

La idea de que su opinión sobre el trabajo docente del profesor sea recogida por las universidades vascas no desagrada a sus estudiantes. Al contrario. Sin embargo, el escepticismo predomina en el alumnado cuando habla de los efectos que pueden tener sus valoraciones. Así lo subraya Igor Ortego, presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV: "La consulta a los alumnos tal y como está planteada es un mero trámite burocrático para salvar la cara y quedar bien. No obliga a nada y la influencia que tiene en asuntos como los complementos o los quinquenios es irrisoria, cuando debería tener un peso importante".

Ortego muestra además su total desacuerdo con el contenido de las encuestas. "Las preguntas no tienen nada que ver con la docencia. No se pregunta, por ejemplo, sobre los apuntes y sobre la relación entre lo que se da en clase y lo que entra en el examen.... y no se incluye una pregunta básica, que aclararía mucho las cosas. '¿Recomendaría este profesor a otros estudiantes?", se queja. Sus críticas se extienden también a la falta de publicidad de los resultados y a que sea la universidad, y no una agencia externa, quien haga las encuestas.

Los responsables de las áreas en las que está incluida la evaluación del profesorado sí dan por cierta la creencia del alumnado de la poca utilidad de ésta. "Los alumnos valoran la evaluación, pero cuando la hacen muchos años, se muestran hastiados y dicen que no saben para qué evalúan porque no ven mejoras", admite la vicerrectora de la UPV Isabel Larrakoetxea. "En un primer momento, la valoración era muy positiva. Cuando se asentó, el alumnado decía que no tenía ningún efecto. Para luchar contra esta opinión, hemos incluido a los delegados de curso en las reuniones de seguimiento de la evaluación del profesorado", explica Javier Mendiluze, responsable de calidad de Mondragon Unibertsitatea.

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