La crisis internacional reduce un 28,2% la inversión exterior española
La competitividad cae un 1,9% por la inflación y el alza del euro
La inversión de España en el extranjero se redujo en 2002 por segundo año consecutivo después del récord de 1999. Las empresas españolas destinaron 26.594 millones de euros a lo largo del año pasado, un 28,2% menos que en 2001, año en que ya había caído un 23,6% respecto a 2000. La competitividad de la economía española se deterioró en el primer trimestre del año un 1,9% frente a la OCDE por la inflación y la fortaleza del euro
La debilidad económica mundial y la incertidumbre que se vive desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 han socavado muchas economías nacionales y regionales, hundido el comercio internacional y las transacciones de materias primas; y han desestabilizado mercados monetarios y bursátiles. En este contexto, las inversiones transfronterizas han sufrido un importante declive desde el boom de 1998 a 2000. Para España, que con un par de operaciones de gran envergadura encabezadas por Telefónica, Repsol y los bancos se encaramó en 1999 como uno de los mayores inversores externos del mundo, la caída fue mayor.
La inversión española neta en el extranjero descendió el año pasado el 28,2%, mientras que la inversión neta procedente del exterior bajó el 7,8%, según informó el secretario general de Comercio Exterior, Francisco Utrera. La inversión neta en el exterior fue el año pasado de 26.594 millones de euros y, en términos brutos -sin tener en cuenta las desinversiones-, se situó en 37.472 millones de euros, un 13,01% menos que en el año 2001. Utrera insistió en que, pese al descenso de las inversiones, España se había "comportado de manera más favorable que los principales miembros de la UE, donde el descenso medio de las inversiones ha sido del 29%". Subrayó que la mayor parte de la inversión española en el exterior (61,80%) se dirigió en 2002 a países de la UE. Dentro de la Unión, el principal receptor de capital español fue Alemania, con el 21,89% del total.
El flujo de capital hacia Latinoamérica, la región en la que España se ha concentrado desde 1995, descendió el 30,04%, con lo que la zona representó el 16,16% del total, la misma cuota del año anterior. Esta evolución de la inversión en Iberoamérica refleja, según Utrera, que la región continúa siendo un destino preferente de las inversiones españolas a pesar de las recientes y graves crisis de Argentina y Brasil. Los países latinoamericanos que recibieron la mayor parte del capital invertido por las empresas españolas en 2002 fueron Argentina y México, con el 13,25% y el 4,18% del total, respectivamente. No obstante, hay que tener en cuenta que el 50% de las inversiones españolas fueron realizadas por sociedades tenedoras de valores extranjeros.
En cuanto a los sectores de actividad a los que iban dirigidas las inversiones españolas, el 37,5% del capital neto se destinó a industria química; el 29,64%, a transporte y comunicaciones; el 15,75%, a otras manufacturas; el 8,52%, a la industria de extracción petrolífera; el 6,64%, a la de textil y confección, y el 6,02%, al comercio.
Fondos que recibe España
Respecto a la inversión extranjera en España, Utrera aseguró que España sigue siendo un país muy atractivo para los inversores. Pero, otra vez aquí, fueron las inversiones en entidades de tenencia de valores extranjeros el principal negocio, ya que atrajeron el 69% del total de fondos. El 95,1% de todos los fondos procedió de los países de la OCDE, y dentro de este grupo destacó Estados Unidos, con el 53,6%. La inversión neta procedente de la UE bajó el 55,16% en 2002 y representó el 36,79% del total, con especial importancia de los Países Bajos, que fueron responsables de algo más del 25% de la inversión originada en la Unión. Holanda es un canalizador de inversiones de empresas de otros países que tienen su sede allí, en particular firmas de EE UU o Italia.
Utrera también informó de que la competitividad del comercio exterior español durante el primer trimestre de 2003 había empeorado el 1,9% respecto a los países de la OCDE, el 1,5% frente a la UE y el 1,1% frente a la zona euro. El secretario explicó que la pérdida de la competitividad había sido consecuencia de la revalorización del euro (75%) y que el 25% restante es achacable al diferencial de inflación con la OCDE y la UE. En el caso de la zona euro, el deterioro de la competitividad se debió exclusivamente a la inflación, puesto que el tipo de cambio, lógicamente, no influye para los Doce.
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