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ELECCIONES 25M | El panorama de los comicios

Euskadi aclara en las elecciones locales el futuro del plan soberanista de Ibarretxe

La ilegalización abre un panorama inédito para las instituciones y para la izquierda 'abertzale'

Javier Rivas

Euskadi acude hoy a las urnas para elegir a 2.566 concejales (26 más que hace cuatro años por los cambios de población) y 153 junteros con la vista puesta más en el futuro del plan soberanista del lehendakari y en el resultado práctico de la ilegalización de Batasuna que en la gobernación de las instituciones locales. El PNV se presenta con la nada oculta intención de que sirvan para dar un respaldo medible en votos a la propuesta de libre asociación con España que Ibarretxe presentó en septiembre pasado en el Parlamento autónomo y en cuya elaboración articulada trabaja actualmente.

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Aunque el propio lehendakari dijo que sería un error ver estos comicios como la "reválida" de las autonómicas de 2001 y un test para su iniciativa, los principales candidatos nacionalistas pusieron desde el principio en el núcleo de su campaña la propuesta de Ibarretxe.

El PNV necesita un buen resultado que pueda presentar, siquiera indirectamente, como un aval ciudadano a sus pretensiones, toda vez que el plan que ha convertido en eje de su actuación va a tener que negociarlo incluso con sus dos socios de gobierno. Su aspiración es acercarse lo más posible al histórico resultado que la coalición PNV-EA obtuvo, conducida por el propio Ibarretxe y cuando más veía peligrar su hegemonía, en las autonómicas de 2001. Nunca en 24 años de elecciones en Euskadi una candidatura había rebasado los 600.000 votos. Ello explica la insistencia del lehendakari, que se ha implicado personalmente muy a fondo en la campaña, en presentar al PP y al PSE como una alianza dispuesta a "echar" al nacionalismo de las instituciones, en un intento de repetir aquella magna movilización de su electorado (la "marea" de votos que no ha dejado de reclamar Ibarretxe durante la campaña).

Repetir ese éxito supone imperiosamente para el nacionalismo democrático pescar en las aguas del voto independentista como hizo entonces.

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La oposición frontal del PNV y EA a la ley de Partidos y la ilegalización de Batasuna y las iniciativas que contra ella han impulsado desde el Gobierno vasco no suponen sólo un rechazo ideológico. Es, ante todo, una apuesta por seguir recibiendo sufragios descolgados de la izquierda abertzale por la persistencia del terrorismo. Junto a esa oposición, las dos formaciones nacionalistas y el propio Ejecutivo han prodigado los guiños al mundo radical y los llamamientos a que vean el voto nulo como un apoyo a los designios del PP.Con esos votos y movilizando al máximo a sus propias filas podría la coalición PNV-EA intentar el asalto de Álava. Ibarretxe precisa que los suyos recuperen esta provincia si no quiere que su plan quede seriamente tocado en apoyo territorial.Este reto cuenta con otro handicap: la necesidad de una victoria por mayoría absoluta para evitar que un acuerdo entre PP y PSE les cierre el paso aun siendo la lista más votada. En 1999, se quedaron a 441 papeletas de los populares. Esa mayoría absoluta se presenta muy difícil para todos los contendientes, lo que hará entrar en juego la mecánica de pactos, como reconoce el mismo Ibarretxe al instar repetidas veces a sus rivales a que aclaren si entre sus intenciones figura impedirles gobernar pese a obtener, en su caso, más sufragios.

Tomando en consideración sólo los comicios celebrados desde 1999, los nacionalistas democráticos han logrado siempre su porcentaje más bajo de las tres provincias en Álava y su mejor resultado en ella (33,85%) lo consiguieron en las autonómicas de 2001. Con todo, la lista de PNV-EA sólo le sacó entonces 2.095 votos al PP. "La joya de la corona es Álava, pero no sólo para nosotros, sino para todos", indica un dirigente popular.

Los comicios de hoy abren un panorama institucional inédito derivado de la ilegalización de Batasuna. Desde que se cierren las urnas, la izquierda abertzale cede su poder local (alcaldes y concejales pasan a serlo en funciones), lo que le va a obligar a una práctica política nueva. Pero además, el poder de ayuntamientos y diputaciones se va a resolver en un juego entre dos bloques nunca antes visto: de un lado, populares y socialistas; de otro, las fuerzas del tripartito.

El PP se muestra confiado en que la guerra en Irak le pase aquí una factura menor que en otras comunidades. "Nuestro votante es fiel y ha roto muchos tabúes para apoyarnos. Creo que perderemos menos votos que en otros sitios", reconoce una fuente de la dirección del partido en Euskadi. Dirigentes socialistas coinciden en parte en esta apreciación.

Movilizar al electorado

Los populares piensan que el PNV les ha hecho "un favor" al enfocar su campaña en el plan Ibarretxe, ya que ello puede movilizar más a su electorado. Candidatos del PP asumen que van a necesitar ampliar ahora su distancia con el PNV para "ver lo que hace el PSOE". Las diferencias entre ambos partidos se han profundizado, aunque les siga uniendo su oposición a los planes soberanistas de Ibarretxe y los acuerdos a nivel estatal en el Pacto Antiterrorista."La sociedad nos va a decir con su voto que lo que quiere es que pactemos", agrega la citada fuente de la dirección popular, aunque duda de "si Zapatero entiende que con esto

[la situación del País Vasco] no se puede jugar". Dirigentes del PP consideran que su partido debe plantear a los socialistas un acuerdo global de alianzas válido para toda Euskadi. "No vale apoyar a unos sí y a otros no, que nos apoyen en Álava y luego Odón Elorza haga lo que quiera", dice uno de ellos.

Los socialistas no han querido ni oír hablar de posibles combinaciones postelectorales, de ningún tipo de pacto. "Vamos a intentar obtener el mejor resultado y sólo hablaremos de acuerdos después de que los ciudadanos se pronuncien en las urnas. Hacerlo antes es gratuito", recalca un miembro de su ejecutiva. "No aventuremos nada, estas elecciones son muy abiertas y confiamos en tener un excelente resultado", añade, aun dejando clara la práctica imposibilidad de ningún acuerdo con el nacionalismo si el PNV no varía su actual estrategia.

El PSE ha puesto su acento en marcar una distancia tanto de populares como de peneuvistas y reclamar el centro político. "Somos el único partido que presenta una alternativa creíble", indica el mismo dirigente socialista.

Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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