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TERREMOTO EN ARGELIA

Cientos de personas siguen sepultadas bajo los escombros en Argelia

Indignación contra los constructores de viviendas públicas, caídas como castillos de naipes

Juan Carlos Sanz

El terremoto que sacudió Argelia la noche del miércoles derribó de un mortífero golpe una manzana entera de 10 pisos de altura, un centenar de viviendas ocupadas por una media de cinco o seis personas, en la barriada de Ciudad Sumam, 35 kilómetros al este de Argel. Sobre la montaña de escombros convertida en una fosa común, un ejército de bomberos, socorristas y civiles voluntarios ya sólo podía recuperar cadáveres en la tarde de ayer. Más de 40 horas después del violento temblor de tierra, cinco autobuses con agentes de policía y soldados llegaban al caótico escenario de lágrimas y polvo, en el distrito de Regahia de la provincia de Argel.

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Pero la sociedad argelina parece haberse movilizado ante la momentánea parálisis de la Administración, tan desbordada por el cataclismo que hasta se ha olvidado de imponer escolta policial obligatoria a los periodistas extranjeros, como es norma desde 1994. Toda la autopista de la costa en dirección a Bumerdés era ayer un atasco. Además de las caravanas de vehículos organizadas por grupos y asociaciones para llevar mantas, agua y comida a los damnificados, miles de personas viajaban también en sus propios vehículos hacia la zona más castigada por el temblor de tierra -las poblaciones del este de Argel- para conocer el paradero de parientes y amigos. Las líneas telefónicas, que apenas daban ayer cobertura local en la capital, están caídas en el resto de la región costera, mientras los suministros de agua, luz y gas siguen interrumpidos.

Miembros de los equipos de rescate y vecinos de Bumerdés buscan señales de vida entre los escombros de un edificio de cuatro plantas desplomado.
Miembros de los equipos de rescate y vecinos de Bumerdés buscan señales de vida entre los escombros de un edificio de cuatro plantas desplomado.AFP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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