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Entrevista:FRANCO FRATTINI | Ministro de Exteriores de Italia

"Los europeos no pueden votar en 2004 sin una nueva Constitución"

El ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, de 46 años, miembro de Forza Italia, magistrado y anteriormente ministro de la Función Pública, parece resignado a que la Convención Europea no termine sus trabajos a tiempo para proclamar durante la presidencia italiana la Constitución de la UE. Pero confía en que esté lista antes de las elecciones europeas de junio de 2004 y pueda firmarse en Roma.

Pregunta. Italia toma las riendas de la UE el 1 de julio. ¿Cuáles son las prioridades de este semestre de presidencia italiano?

Respuesta. En primer lugar, completar la ampliación de Europa acompañándola con la reforma, con el Tratado Constitucional. Luego tenemos una serie de prioridades políticas: la primera es el Mediterráneo. Lo que significa atención al Proceso de Barcelona y reforzamiento del área. Mediterráneo significa, además, paz en Oriente Próximo, es decir, reforzar nuestro compromiso para que la Hoja de Ruta se aplique, porque hasta el momento sólo ha sido publicado. El problema es convencer a israelíes y palestinos a seguir adelante.

"En Europa cuentan los hechos y la capacidad personal de Berlusconi está demostrada"

P. ¿Lo dice por el terrorismo?

R. Sí. Ayer, los ministros de Exteriores y de Defensa de la UE coincidimos en reafirmar el principio de que la lucha contra el terrorismo debe ser una prioridad absoluta porque es una amenaza global, no sólo contra el proceso de Oriente Próximo. Hemos visto los últimos atentados. Este terrorismo tiene una estrategia de desestabilización, no es religioso, es un terrorismo político laico. Se trata de golpear a países islámicos que se mueven en una lógica de diálogo con Occidente.

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P. A la presidencia italiana le toca una tarea difícil, después de la fractura que se ha creado con la guerra de Irak, entre la UE y Estados Unidos.

R. Italia puede tener un papel importante porque somos muy amigos de los norteamericanos y estamos, además, entre los seis países que han fundado Europa. Pretendemos recomponer el diálogo transatlántico a través de hechos concretos. Ya no basta decir que tenemos los mismos valores. Eso está bastante claro. Lo que hay que decir es ¿qué acciones concretas tenemos que afrontar juntos? Está la lucha contra el terrorismo, la cuestión de la proliferación de armas y otros asuntos.

P. El vicepresidente Gianfranco Fini decía hace poco que Italia se encuentra en una posición ventajosa para asumir esa tarea precisamente por la "posición equilibrada" que ha tenido tanto en la guerra de Irak, como en los trabajos de la Convención europea. En Irak, la posición equilibrada ha sido tachada por muchos de ambigua.

R. Esta acusación se ha producido en el ámbito interno. Si lee la prensa internacional verá que no ha reflejado esta cuestión. Es una cuestión de política interna que no hay que mezclar con la realidad internacional. En Irak estábamos convencidos de que había que apoyar políticamente a la coalición, desafiando a una opinión pública fuertemente contraria. Y por lo que respecta a Europa, hay tres actores: el Parlamento, la Comisión y el Consejo. No tenemos por qué dar todo el poder a la Comisión, como quieren algunos, o al Consejo, como quieren otros. Nuestra posición es equilibrada por convicción y por método, ya que nos espera la responsabilidad de la presidencia.

P. El problema es que las graves divisiones que se han producido a raíz de la guerra de Irak están ahí. Hay un eje franco-alemán y otro, bastante claro, anglo-español. ¿Cómo se sitúa Italia?

R. En algunos asuntos se ha recompuesto ya una posición común europea. Hay acuerdo en la paz en Oriente Próximo y en la prioridad que representa el Mediterráneo. En lo que respecta al diálogo con Estados Unidos, habrá visto cómo se ha esforzado Alemania en recuperar la relación con Washington. Francia tiene una sensibilidad diferente, pero el ministro francés se ha mostrado dispuesto a votar una resolución de la ONU sobre Irak. Pese a las diferencias, no tuve nunca la impresión de que fuera el final de Europa, sino un momento de dificultad. Lo positivo es que hemos tenido la capacidad de superar una crisis. Sobre la Constitución, compartimos el proyecto alemán, y el del presidente José María Aznar que quiere un presidente del Consejo de larga duración, como los franceses.

P. Volviendo a la Convención, el Gobierno italiano soñaba con que se alcanzara pronto un acuerdo que permitiera la firma de un nuevo Tratado constitucional en Roma. ¿Le parece posible?

R. Creemos que lo importante es redactar un proyecto de Constitución y llamar a firmarlo a todos los países, incluidos los 10 recién incorporados antes de las elecciones europeas de junio de 2004. De otro modo se produciría una situación extraña, los ciudadanos europeos irían a votar en las elecciones europeas sin saber qué modelo de Europa tienen delante. Italia tendrá que ocuparse de la conferencia intergubernamental y pensamos que Roma tiene un fuerte simbolismo, porque aquí nació Europa y aquí podría firmarse razonablemente ese tratado constitucional.

P. Hay quien teme que los problemas judiciales del primer ministro, Silvio Berlusconi, puedan tener un impacto negativo sobre la presidencia italiana. La revista The Economist le ha declarado, de forma bastante inusual por la rotundidad, inadecuado para gobernar Europa.

R. Hay posiciones que se pueden interpretar fácilmente, como es el caso de la que asume, y no por primera vez, The Economist. Es evidente que ha tenido siempre una conexión, con nombres y apellidos, una honorable representante de la oposición que antes de serlo fue corresponsal de este semanario [la senadora de oposición Tana de Zulueta] con la izquierda italiana. Pero mientras The Economist dice una cosa, The New York Times dice lo contrario y da a Berlusconi el reconocimiento debido como jefe del Gobierno. Por lo tanto, yo no basaría la política exterior en lo que dicen los periódicos por prestigiosos que sean, sino sobre la realidad. Durante el Gobierno de Berlusconi hemos logrado algunos objetivos de política exterior que parecían inalcanzables.

P. ¿Por ejemplo?

R. Sería un error olvidar lo que ha hecho Berlusconi para que Rusia entrara en la OTAN. Algo que ha cambiado la historia de Europa. Luego está el asunto de la lucha contra el terrorismo. Hemos entregado a la coalición surgida tras el 11 de septiembre, 36 centrales financieras de la red terrorista Al Qaeda. En Europa cuentan los hechos y la capacidad personal de Berlusconi está demostrada.

P. Pero Italia pasó una crisis que podríamos llamar antieuropea el año pasado que llevó a su antecesor, Renato Ruggero, a dimitir, por declaraciones de otros miembros del Gabinete.

R. Somos europeos convencidos, pero esto no significa abdicar de la identidad nacional. Este principio lo mantienen los franceses, los alemanes, los españoles y los británicos, que ni siquiera han entrado en la moneda única. Ser europeo no significa sacrificar el interés nacional del país. Esta afirmación era nueva para Italia porque los gobiernos de centro-izquierda tenían una visión acrítica de Europa.

P. El presidente de la Comisión, el italiano Romano Prodi, ha sido acusado por Berlusconi de irregularidades en la venta del coloso alimentario SME cuando era presidente del instituto público Iri. ¿Será posible la cohabitación en el semestre italiano?

R. Creo que hay un aspecto personal y otro institucional. El propio primer ministro distingue perfectamente las dos cuestiones. El aspecto personal es que Prodi ha sido el adversario de Berlusconi en 1996 y puede serlo en las próximas. Pero hay un aspecto que en estos momentos cuenta más, el institucional, y tanto el primer ministro como el presidente de la Comisión han dicho que harán sus respectivos trabajos con lealtad.

Franco Frattini, ministro de Exteriores italiano.
Franco Frattini, ministro de Exteriores italiano.MARCO MERLINI

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