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El euro recupera su valor de lanzamiento en 1999 y provoca un desplome bursátil

Berlín y París reclaman que los gastos de defensa no computen para el Pacto de Estabilidad

Carlos Yárnoz

La rápida y continua revalorización del euro está suponiendo una nueva traba para la recuperación de las principales economías europeas. La moneda europea superó ayer por la mañana su valor de lanzamiento, el 1 de enero de 1999 (1,1665 dólares), y llegó a cotizarse a 1,172 dólares, un nivel que no se registraba desde aquellas fechas. Los mercados bursátiles de toda Europa, y especialmente los alemanes y franceses, recibieron la noticia con sensibles recortes (más del 4% en Francfort y París), mientras desde Berlín y París se reclamaba de nuevo al Banco Central Europeo una inmediata bajada de los tipos de interés.

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La moneda europea se ha revalorizado un 28,5% frente al billete verde desde enero del año pasado, con el consiguiente perjuicio para las grandes empresas alemanas y francesas, que exportan muchos de sus productos fuera de las fronteras de la UE, y especialmente a EE UU. El nuevo repunte de ayer, como aseguraron todos los analistas, se debió a las declaraciones realizadas el sábado por el secretario del Tesoro estadounidense, John Snow, el cual afirmó que la revalorización del euro estaba siendo sólo "relativamente modesta", con lo que dio a entender que aún caería más el dólar para favorecer las exportaciones norteamericanas.

El efecto fue inmediato, pese a la poco creíble precisión de ayer de Washington de que apuesta por un dólar fuerte. La moneda europea había cerrado el viernes a 1,1581 dólares y ayer se situó por primera vez en los últimos cuatro años por encima de 1,17, ya muy cerca del valor máximo de 1,885 alcanzado en los primeros días de enero de 1999. Las primeras víctimas, otra vez más, fueron las grandes empresas del índice Dax de la Bolsa de Francfort, entre ellas las del estratégico sector automovilístico. A media mañana, ese índice caía ya más del 2,5%, y al cierre se desplomó un 4,63%. Una situación similar se vivía en París (caída del 4,26%) y, en menor medida, en Londres (2,66%), Milán (2,85%) y el Ibex 35 de Madrid (3,12%).

Una moneda estable

El ministro francés de Finanzas, Francis Mer, declaró ayer a France Inter que no cree que la Administración estadounidense esté forzando la devaluación del dólar porque a todos los países, incluidos los europeos, les interesa tener "una moneda fuerte", Fuerte sí, pero "estable", precisó, en línea con la Comisión Europea, que viene alertando desde hace semanas contra una "elevada volatilidad" de la moneda única con el consiguiente perjuicio para los mercados. Por el contrario, países con elevada inflación y escasas exportaciones fuera de la UE, como es el caso de España, prefieren un euro fuerte y unos elevados tipos de interés.

Alemania ha entrado en recesión en el primer trimestre del año y, por tanto, esa volatilidad le supone una traba más a la hora de encontrar el camino de la recuperación cuando un 33% de su PIB depende de unas exportaciones (un 29% en el caso francés y un 28% en el italiano) que no dejan de caer mes tras mes. En marzo pasado, por ejemplo, las exportaciones alemanes fuera de la Unión cayeron un 7% con respecto al mes anterior. Según el diario alemán Die

Welt, la cifra de negocios de las 10 grandes empresas alemanas se ha reducido en 10.000 millones de euros a lo largo del primer trimestre de este año debido a la revalorización del euro.

En ese contexto, desde París y Berlín arrecian las llamadas a una inmediata bajada de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), en línea con las posiciones de Mer y de su homólogo alemán, Hans Eichel, en el Consejo de Ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) de la pasada semana. El BCE mantiene desde marzo los tipos en el 2,5%, frente al 1,25% en EE UU, y esta diferencia empuja al alza al euro, por lo que Berlín y París ya mostraron su decepción cuando el banco optó el pasado día 8 por no bajarlos. Su presidente, Wim Duisenberg dijo ayer que un euro fuerte favorece el poder adquisitivo, aunque mina la competitividad de las empresas.

En teoría, la siguiente reunión del Consejo de Gobierno del BCE para revisar los tipos será el 5 de junio, y no la próxima del día 22, porque sólo analiza esa cuestión en la primera de sus dos reuniones mensuales. "Obviamente", aclara el banco, "si las circunstancias así lo requiriesen, el Consejo de Gobierno podrá modificar en todo momento los tipos oficiales, independientemente de las reuniones previstas".

Sea en una u otra reunión, todo apunta a una pronta bajada de tipos. Presiones aparte, el propio BCE abrió más las puertas a esa probable bajada cuando el día 8 anunció que la referencia de la inflación en la eurozona será "alrededor del 2%" (en abril fue del 2,1%), y no como ahora, "hasta el 2%". Y si Alemania no tiene problemas en algo, es precisamente en la inflación (1% la interanual). Por el contrario, sobre Berlín se cierne un peligro de caída de precios, como ayer alertó el Fondo Monetario Internacional.

En este contexto, Francia y Alemania no sólo ponen en entredicho el valor del euro y los tipos de interés, sino que incluso se basan en esa delicada situación actual para propinar nuevos zarandeos al sagrado Pacto de Estabilidad. Ayer, en una reunión de los ministros de Defensa de la UE en Bruselas, la titular francesa, Michelle Alliot-Marie, reiteró la consabida tesis de París según la cual los gastos de defensa en investigación no deben computarse a la hora de medir si los países europeos cumplen o no el Pacto de Estabilidad. Sólo así, argumentó, Europa podrá asumir el compromiso de aumentar sus gastos en defensa.

Sus homólogos de Alemania, Italia y Bélgica se sumaron encantados a la propuesta. Especialmente el primero, toda vez que su país, al igual que Francia, ya está sometido por la Comisión al procedimiento de déficit excesivo porque sus déficit públicos han superado el límite del 3% del PIB establecido en el Pacto.

John Snow (izquierda) junto a Francis Mer, durante un vuelo en la pasada cumbre del G-8.
John Snow (izquierda) junto a Francis Mer, durante un vuelo en la pasada cumbre del G-8.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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