La Diagonal atravesará el anillo viario de la plaza de las Glòries en un año y medio

Desde el piso número 20 de la torre Agbar se ve una panorámica espléndida de Barcelona. Y completa, puesto que la vista puede abarcar norte, sur, este y oeste. Ayer, Joan Clos, alcalde de Barcelona y candidato a la reelección por el PSC, avanzó que en el plazo de un año y medio -siempre y cuando vuelva a ser elegido alcalde- se llevará a cabo la tan anunciada reforma de la plaza de las Glòries. No se derribará el anillo elevado. Se permeabilizará la estructura desmontando los plafones que hacen de muro de tal forma que no interrumpirá la Diagonal.

Los responsables de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, con el primer teniente de alcalde, Xavier Casas, y el arquitecto jefe, Josep Anton Acebillo -mentor de la estructura viaria que se levantó al calor de los JJOO-, llevan ya tiempo trabajando con esa fórmula. Pero la solución al problema, que se citaba en el programa electoral del PSC de 1999, se ha ido aplazando (véase EL PAÍS del pasado 26 de enero).

El gobierno municipal no se ha atrevido a afrontar hasta ahora la tan esperada reforma por la abierta oposición de los vecinos de la zona, situada a caballo entre Sant Martí y Eixample, a que se mantenga la actual estructura en forma de tambor elevado, por la indefinición sobre la ubicación de los Encants, que serán trasladados, y por la complejidad de la obra, que exigirá además una importante inversión ya se que trata de una reforma muy costosa. Ayer, desde el vigésimo piso de la torre, adonde Clos subió para presentar sus propuestas de infraestructuras, avanzó que la reforma se iniciará en un plazo de un año y medio. No hay todavía un proyecto concreto, pero sí se han definido las líneas generales. No se derribará el anillo viario elevado porque los responsables del área de movilidad aseguran que toda la circulación que soportan los carriles de entrada y salida de la Gran Via -de unos 60.000 vehículos al día- colapsaría toda la zona si los automóviles circularan al nivel de la calle, es decir, en la rotonda a la que ahora desembocan los dos lados de la Meridiana y la Diagonal.

Para suavizar el efecto muro y permeabilizarlo, se proyecta desmontar las paredes del tambor -está formado por planchas de aluminio fijadas como un mecano- y anular parte de las columnas. Exactamente dos de cada tres. De esa forma, consideran los técnicos, el anillo se hará permeable y las dos partes de la Diagonal se encontrarán en el interior del tambor. Oficialmente el Ayuntamiento sostiene que es imposible derribar la estructura por problemas de movilidad. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que en un futuro, una vez construida la línea 9 del metro y el tranvía, el anillo pueda ir a tierra.