David Rieff afirma en un nuevo libro que las ONG traicionan sus principios
El periodista estadounidense David Rieff ha sido testigo de algunas de las guerras más encarnizadas de la última década: Bosnia, Ruanda, Congo, Kosovo y Afganistán. En su nuevo libro, Una cama por una noche. El humanitarismo en crisis (Aguilar), recoge sus observaciones y documenta la "preocupante evolución" de diversas organizaciones de ayuda humanitaria, como la Cruz Roja, Oxfam o Médicos sin Fronteras, que han abandonado su tradicional posición de neutralidad política para comenzar a denunciar numerosos casos de violación de los derechos humanos. "El problema", explica, "es que si quieres darle de comer a alguien, tienes que llegar hasta donde se encuentre, y eso muchas veces te obliga a ser pragmático y negociar con dictadores. Si al mismo tiempo les denuncias, complicas tu labor".
David Rieff, único hijo de la escritora Susan Sontag y autor de otros cinco libros, aboga por "una división del trabajo: las ONG humanitarias deben socorrer a los necesitados, y las organizaciones que denuncian las violaciones de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, tienen que hacer su parte. No es bueno para nadie mezclar ambas funciones".
El periodista confiesa su "enorme admiración por los logros de estos grupos", pero precisamente por ello quiere destacar los riesgos a los que deben hacer frente. "La independencia económica es una cuestión pendiente: la ONU y diversos Estados están presionando para que estas organizaciones asuman posturas políticas. Ocurrió, por ejemplo, en Sierra Leona, cuando Kofi Annan pidió que se retiraran de una zona controlada por una guerrilla. Médicos sin Fronteras fue la única en negarse".
También ocurre que las ONG exageran la gravedad de determinadas situaciones, precisamente para alcanzar esa independencia económica: "Vivimos en la sociedad del espectáculo, y para obtener financiación privada es necesario vender algo muy dramático, como una crisis humanitaria, incluso si no está ocurriendo realmente".
Rieff opina que no todas las ONG son iguales y que por tanto es necesario discriminar: "Amnistía Internacional tiene un funcionamiento muy democrático, mientras que Human Rights Wacht está controlada por determinadas élites de Estados Unidos". Estas diferencias también se dan dentro de una sola organización: "La sección francesa de Médicos sin Fronteras, y en menor medida la sección española, tienen una gran autonomía frente al poder político. En Bélgica y Holanda dependen más de los Estados".
Rieff no pierde la esperanza, porque "las ONG son muy autocríticas. Muchas ya han hecho este análisis". Queda por ver cuál es su reacción en los próximos años.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.