Los chiíes exhiben su fuerza en Irak
Cientos de miles de fieles se reúnen en la ciudad santa de Kerbala y exigen participar en el nuevo Irak
Cientos de miles de chiíes iraquíes se dieron cita ayer en la ciudad santa de Kerbala en la culminación de un peregrinaje religioso que se convirtió en una reafirmación de su identidad comunitaria. Después de 35 años de marginación política y prohibiciones a la expresión libre de su fe, los chiíes exhibieron de forma pacífica toda su fuerza numérica, un aviso para quienes estos días planifican en Bagdad el Irak post-Sadam. Ni siquiera el fin de su dictadura ante el avance de las tropas estadounidenses produjo semejante clamor popular. Desde primera hora de la mañana, los hombres se dirigieron al mausoleo del imam Husein golpeándose el pecho de forma sincopada y recitando poemas referidos a su vida.
Las mujeres lo hacen por la noche cuando se diluye la multitud. Husein sintetiza como ningún otro imam la tragedia de los chiíes, marginados de la vida política por la minoría suní. El hijo del califa Alí, yerno de Mahoma y para los chiíes su verdadero sucesor, quiso vengar a su padre, apartado del poder por Abu Baquer, y fue a su vez traicionado. Optó por el martirio antes que la rendición, una actitud vital que ha calado en la mentalidad chií.
"Imagínese si esto lo recordamos 1.350 años después, cómo vamos a olvidar los crímenes de Sadam o la invasión de las tropas norteamericanas", advierte Alí Husein, un chií relajado que ocasionalmente bebe vino, pero que siente un gran respeto por sus tradiciones. Desde 1974 no ha vuelto a realizar la peregrinación. "Ha sido por las dificultades que ponía el Gobierno", admite sin buscarle demasiadas explicaciones. En la mañana de ayer hubiera querido rezar en la Kadhumiya de Bagdad, pero desde los desórdenes causados por el vacío de poder el mausoleo se mantiene cerrado al culto.
F. M. visitó por última vez Kerbala durante un arbain -la palabra árabe para los 40 días de luto que se guardan a los muertos- en 1996. "La visita no estaba prohibida, lo que sucede es que no se permitían las peregrinaciones", precisa. Uno de sus primos murió en 1978 en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad que cada año esperaban a los peregrinos en Han al Nusf, entre Nayaf y Kerbala, para impedir las marchas.
Amenaza para Sadam
Y con razón. Suponían una amenaza para el régimen. Antes de 1968, fecha del golpe de Estado que llevó al poder al partido Baaz, la mayoría de estas concentraciones terminaban convertidas en manifestaciones políticas. Eran los años del nacionalismo árabe y el ascenso de la izquierda. Cualquier ocasión era buena para reclamar mayor participación política, redistribución de la riqueza o independencia en los foros internacionales.
F. M. recuerda que siendo niño, a principios de los años sesenta, acompañó a su madre y a los peregrinos, y terminaron coreando advertencias al entonces presidente Abderrahmán Aref para que se fijara en lo que le había pasado al argelino Ben Bella. Unos años más tarde, los peregrinos advirtieron al Baaz de que su líder era el ayatolá Mohsen al Hakim y no el partido. Ayer, sólo unas cuantas consignas contra el neocolonialismo y la presencia de las tropas estadounidenses tenían contenido político. Algunos peregrinos coraban eslóganes como "No a Israel", "No a la ocupación", "Si América se queda con nosotros, sufrirá", proclamaba un clérigo en la explanada de la mezquita. "Sí al chiísmo, sí al sunismo, sí a la unión del islam", coreaban otros.
Pero el mensaje de la concentración era mucho más sutil. El 60% de la población, entre 14 y 15 de los 24 millones de iraquíes, es chií y quienes planifican el futuro de este país tienen que contar con ellos necesariamente, en contra de lo que ha venido sucediendo desde los tiempos del martirio de Husein. Durante días, cada pueblo o cada barrio del centro y sur de Irak, donde se concentra la mayoría de su población chií, ha preparado al detalle el maukeb o peregrinación, que los más devotos realizan a pie. La prohibición que durante 35 años ha pesado sobre esas marchas de peregrinos no ha impedido que se siguieran celebrando a hurtadillas. En esta ocasión, los chiíes exhibían orgullosos sus banderas verdes y negras, los colores del islam y el luto, respectivamente.
Una avanzadilla había buscado de antemano la casa o la huseiniya (pequeña mezquita) donde podían alojarse. La peregrinación, que contaba con su propio servicio de orden, transcurrió pacíficamente. Según sus organizadores, menos de una decena de personas, la mayoría relacionadas con el Baaz, fueron detenidas por perturbar la marcha.
Golpes de pecho
Los chiíes celebraron ayer su recuperada libertad de culto con golpes de pecho en conmemoración del martirio del imam Husein. Kerbala, su ciudad santa, fue invadida por una multitud de peregrinos llegados de todo Irak, algunos de los cuales vivieron momentos de trance.
Después de días de marcha y noches sin sueño, al llegar al destino desfilaron alrededor de la gran explanada de la ciudad flagelándose la espalda, avanzando a cuatro patas y golpeándose rítmicamente el pecho con todas sus fuerzas. Muchos iban aparatosamente ensangrentados. Un fervor prohibido durante años que rebrota con ardor entre danzas y cánticos.
Jóvenes voluntarios protegieron la inmensa ceremonia y refrescaron a los fieles con pulverizadores de agua de rosas.
En el suntuoso mausoleo del mártir la marea incesante de fieles entraba y salía para tocar la tumba de Husein. Una situación parecida se vivía al otro lado de la explanada, en el mausoleo D'Abbas, el medio hermano de Husein.
Un electricista llegó desde Nasiriya con 70 compañeros para "vivir plenamente y conforme a los textos", por fin.
Los ritos religiosos no impidieron que se oyeran gritos contra Sadam y contra los norteamericanos. "Sadam, ¿dónde estás ahora?, muéstrate". Otros se dirigían al mártir: "Oh imam, mira, Sadam el despreciable ha desaparecido". "Sadam es un asno", comentaba un comerciante blandiendo un retrato del viejo ayatolá Mohamed Baquer Sáder, asesinado por el régimen en 1980 y ahora gran protagonista del peregrinaje a Kerbala.
Varios seguidores del régimen de Sadam fueron detenidos ayer, sospechosos de intentar perturbar el peregrinaje de los chiíes. Todos están relacionados con el Partido Baaz y pretendían sembrar desorden en el desfile, introducir una sustancia tóxica en la red de distribución de agua, abrir fuego o participar en pillajes, según dijo Raed Haidari, uno de los organizadores de la gran marcha.
Pero los chiíes no se arredran. Una nueva manifestación está prevista hoy en Kerbala, con ocasión de la ceremonia religiosa, para denunciar la presencia norteamericana en el país.
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