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Reportaje:

Las tres caras de un partido dividido

Las disputas internas en el peronismo, símbolo de la crisis política argentina, marcan las elecciones presidenciales

Por primera vez desde su debut electoral a comienzos de los años cincuenta, el Partido Justicialista (peronista), derrotado sólo una vez en las urnas y factor decisivo del poder en Argentina en la segunda mitad del siglo pasado, no tendrá representación ni candidatos en una elección general porque no ha podido resolver sus diferencias en una disputa interna. A las presidenciales del próximo domingo se presentan tres frentes electorales: los que postulan al ex presidente Carlos Menem, al ex gobernador de San Luis y fugaz presidente a finales de 2001, Adolfo Rodríguez Saá, y al gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quienes se atribuyen la representación del verdadero peronismo y del Movimiento Nacional Justicialista.

"Los peronistas somos como los gatos. Cuando parece que nos estamos peleando, en realidad nos estamos reproduciendo", contestaba, guiñando un ojo, el astuto Juan Perón, fundador del movimiento, cuando trataba de explicar las feroces disputas internas de poder que se libraban a sus pies. Su liderazgo contuvo las diferencias como un formidable dique hasta su muerte, en 1974. El Partido Justicialista

es hoy un cuenco agujereado del que cada día se derraman chorros de simpatizantes.

"El peronismo está igualmente agotado que el radicalismo", opina el sociólogo Juan Carlos Portantiero. Los dirigentes se recluyen en sus feudos provinciales y los candidatos libran la batalla final en Buenos Aires, donde residen casi la mitad de los ciudadanos en condiciones de votar.

En cada acto peronista la prensa recoge decenas de testimonios de personas que admiten estar allí sólo porque les llevaron en autocares y les prometieron algo de comer. Con fondos de los que no se conoce el origen, los candidatos pagan para reunir asistentes a un acto, para que alguna cadena privada retransmita su discurso y para participar en los programas de mayor audiencia. Néstor Kirchner, apoyado por el actual presidente y caudillo de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, logró reunir más de 40.000 personas en el campo del River, en el acto más importante hasta ahora. Menem promete superar esa asistencia el próximo jueves 24 cuando cierre su campaña electoral en el mismo estadio.

"¿Por qué viniste?", preguntó el cronista en el último mitin de Carlos Menem. "Nos prometieron comida, alcohol y droga", contestó el joven y asintieron los demás. Otro, agregó: "Yo sé que se chorearon [robaron] todo, pero qué me importa, si son todos iguales". De todos modos, las encuestas indican que más del 70% de los 866.000 jóvenes que votarán por primera vez, entre los 25,4 millones de ciudadanos en condiciones de votar, están dispuestos a concurrir a las urnas y sus preferencias se dividen en porcentajes similares entre los candidatos peronistas y el ex radical Ricardo López Murphy, que en los últimos días recoge muchos votos no peronistas.

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El sindicalismo, la llamada columna vertebral del peronismo, también se ha partido en tres. Los gremios disidentes de la tradicional Confederación General del Trabajo (CGT) se adhieren al Movimiento Nacional y Popular de Rodríguez Saá. Los gordos, como se llama a los sindicalistas tradicionales que controlan la CGT y que en los años noventa apoyaron al presidente Carlos Menem, decidieron ahora esperar a ver quién gana en lo que valoran más como una elección interna del partido que como una presidencial. Néstor Kirchner y Carlos Menem sólo recogen apoyos a título personal de ex dirigentes gremiales que no representan sindicatos.

La Central de Trabajadores Argentinos (CTA), donde participan organizaciones de desocupados y de piqueteros, no participa en la elección y discute ya la construcción de su propia fuerza política con el apoyo del Partido de los Trabajadores de Brasil.

Carlos Menem, en un acto de campaña en la ciudad de Rosario.
Carlos Menem, en un acto de campaña en la ciudad de Rosario.REUTERS

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