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Entrevista:FLORENCIO DOMÍNGUEZ | Periodista y escritor

"La sociedad vasca ha vivido de espaldas al terrorismo de ETA"

Javier Rivas

Tras diseccionar en varios libros la historia y estrategias de ETA y revelar aspectos inéditos de la vida de sus activistas, el periodista Florencio Domínguez (Caparroso -Navarra-, 1956) analiza ahora en Las raíces del miedo (Aguilar) cómo ha marcado la vida de los vascos durante años el terror impuesto por los etarras y sus seguidores.

Pregunta. ¿El miedo en Euskadi es el reverso de la impunidad?

Respuesta. Es más que eso. Es el acoso del terrorismo y la sensación de que las instituciones más próximas no han hecho todo lo que se esperaba de ellas para atajar el terrorismo.

P. Recorre todo el libro el papel que ha jugado el nacionalismo democrático de permitir o consentir el espacio en que ha actuado la coacción del nacionalismo violento.

"El papel de las víctimas es ser la memoria colectiva de los desastres que ha habido en el país"
"Quien pretende modificar el marco político tiene que justificar que su propuesta es necesaria"
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R. Una de las contribuciones más importantes que podía hacer el nacionalismo en la lucha contra el terrorismo, además de sus obligaciones institucionales, era precisamente la deslegitimación ideológica. Y no ha cubierto todas las expectativas. El nacionalismo no tuvo reflejos durante la tregua para atajar el acoso de la violencia callejera, que no sólo no paró, sino que se incrementó. El nacionalismo no le dio demasiada importancia a ese fenómeno que, sin embargo, para quienes lo estaban sufriendo fue una presión muy fuerte. Y no se valoraron los efectos políticos de esa circunstancia.

P. Lo más preocupante es la fotografía que hace de la salud de la sociedad vasca, empeñada en vivir de espaldas a sí misma, al sufrimiento de muchos de sus miembros.

R. Probablemente, desde hace ya mucho tiempo, la sociedad en buena parte ha vivido de espaldas al terrorismo de ETA. Como no le afectaba directamente, aunque lo rechazase, no hacía una manifestación cotidiana de repulsa, salvo muy ocasionalmente, en grandes convocatorias de los partidos. Eso ha dado una situación de comodidad al terrorismo. Le ha permitido imponer muchas veces el miedo y a los afectados por la violencia les ha hecho sentirse abandonados. Ahora pagamos las consecuencias de comportamientos pasados.

P. Dice que los ayuntamientos han sido "el eslabón más frágil de la resistencia democrática al terrorismo". ¿Qué perspectivas pueden abrir las elecciones municipales?

R. Lo fueron en una época. Esa situación se corrigió en buena medida con el Pacto de Ajuria Enea. Luego, con el reencuentro de la familia nacionalista, volvieron a florecer acuerdos municipales que, si no pretendían justificar el terrorismo, por los menos eran interpretados por los terroristas como aprobatorios. No creo que los comportamientos municipales vayan a cambiar si no cambia la línea de actuación general de los partidos. La sociedad se ha dividido de una forma muy clara en estos últimos años y esa división se va a seguir manteniendo tras el 25 de mayo.

P. Pese a las coacciones, PP y PSE han logrado completar más listas que en 1999.

R. Sí, supongo que en buena medida por la movilización de los militantes de fuera del País Vasco. Si ETA pretendía echarles un pulso, ellos han respondido haciendo un esfuerzo por incrementar el número de listas para no dejarse avasallar. Eso no cambia la situación de acoso que hemos estado viendo todos estos meses.

P. ¿Qué reflejo puede tener la ilegalización de Batasuna en ese panorama social?

R. La ilegalización se inscribe en una estrategia más amplia de reafirmación del Estado de Derecho y de tratar de cerrar espacios de impunidad. También es en buena parte consecuencia de la constatación de un fracaso político. Siempre se había tenido la idea de que HB podría arrastrar algún día a ETA a las vías políticas. El Pacto de Estella y lo que ocurre después demuestra que eso es inviable. Si se había hecho muchos años la vista gorda con la esperanza de que algún día esa tolerancia sirviera para intentar sacar a ETA del terrorismo, lo ocurrido estos últimos años evidencia que eso no ha sido así y que va a ser muy difícil que lo sea en el futuro. La ilegalización plantea a la propia Batasuna y a su mundo el reto de buscar un modelo político en el que no estén vinculados a ETA para defender las ideas independentistas.

P. El segundo elemento que jugará en los próximos meses es el plan Ibarretxe.

R. Puede poner en peligro la cohesión interna de la sociedad al dejar fuera a una parte de ella, los ciudadanos que apoyan a los constitucionalistas, que no comparten ese programa. Será motivo permanente de conflicto y aumentará la conflictividad mientras sea unilateral, mientras no sea un marco de consenso como lo fue el Estatuto. Por perseguir un objetivo nacionalista se pone en peligro la cohesión interna del País Vasco.

P. ¿Las víctimas deben también tener un papel político?

R. Sí, por qué no.

P. Como grupo.

R. El papel de las víctimas es ser la memoria colectiva de los desastres que ha habido en el país y reivindicar que se haga justicia con todos los asesinatos, con todas las ilegalidades que ha habido. Los delitos del pasado no pueden quedar impunes para el futuro. Ése es el papel de las víctimas y es significativo que se organice un colectivo de víctimas en el País Vasco en 1998, que en buena medida responde a su inquietud de que el acercamiento entre el nacionalismo institucional y el nacionalismo afín a ETA conllevara algún tipo de impunidad hacia los crímenes pendientes. No puede haber una justificación histórica de los asesinatos pasados en nombre de la paz.

P. Al final, la pregunta vuelve a ser qué primeros pasos hay que dar y quién debe darlos para recuperar el consenso.

R. Quien gobierna tiene la primera responsabilidad y quien pretende modificar el marco político tiene que justificar que su propuesta es necesaria. Tenemos un punto de partida de consenso que es el Estatuto, un consenso bastante amplio del que sólo quedó excluido el sector político que apoyaba a ETA. Si se modifica ese punto de partida, tienes que intentar buscar un consenso como mínimo similar. Si vas a sustituirlo por un marco político con menor consenso, estás desgastando a las instituciones.

P. ¿Es posible que ante ETA podamos ganar todas las batallas y perder la guerra?

R. La situación de ETA es bastante mala. El nivel de actividad terrorista ha descendido. Hace poco mataron a Joseba Pagazaurtundua, pero habían transcurrido 13 meses sin que hubiese habido otro asesinato en el País Vasco. Para encontrar un periodo igual sin víctimas mortales en el País Vasco tienes que retroceder 30 años. ETA está acosada. Puede haber sectores de su entorno que empiecen a percibir no una sensación de derrota, pero sí una sensación previa a una derrota. Lo que pasa es que el declive de ETA va acompañado en paralelo de un incremento de la conflictividad política y ahí está entrando el nacionalismo institucional. Creo que ETA ya no está en condiciones de ganar nada.

P. ¿Qué posibilidad hay de arrancar "de cuajo las raíces del miedo", como dice al final de su libro?

R. Dependerá de lo que hagamos todos, de que se den, entre todos, pasos para anular la fractura social que se manifiesta en el País Vasco y de que se vuelvan a recuperar los afectos perdidos.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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