Un secuestro de película
La polícía de Berlín toma al asalto un autobús capturado por un atracador de bancos y libera sanos y salvos a los pasajeros
La ya larga cronología de atracos de bancos en Alemania con posterior toma de rehenes se amplió ayer con un nuevo episodio, el de un delincuente que se apoderó de un autobús público tras asaltar, con magro botín, una oficina del Commerzbank en el noroeste de Berlín. Tras cinco horas de tensión, un comando especial de la policía tomó por asalto el vehículo, hirió al secuestrador y liberó sanos y salvos a los dos rehenes que aún tenía en su poder.
Como si entre los profesionales del crimen hubiese una especie de competencia por intentarlo de nuevo, dramas similares se viven con cierta regularidad en Alemania, un país en el que muchos ciudadanos todavía tienen presentes las imágenes televisivas de dos atracadores de bancos que en 1988 huyeron durante tres días por todo el país sin que la policía y los medios de comunicación los perdieran de vista. También entonces los delincuentes se apoderaron de un autobús urbano en Bremen, con 35 pasajeros a bordo. Posteriormente asesinaron a dos de sus rehenes.
Semejante desenlace pudo ser evitado ayer por la policía berlinesa. Cuando los agentes, hacia las 10.30 de la mañana, lograron paralizar el vehículo en una transitada avenida del oeste de la ciudad al bloquear su paso con cuatro coches policiales, el atracador ya había dejado, de hecho, en libertad a varios de los 20 pasajeros que viajaban en el autobús. Otros más, entre ellos el conductor, pudieron escapar en esta última y definitiva parada. La fuga en autobús tan sólo había durado 40 minutos.
En el vehículo, sin embargo, quedaban dos rehenes: un hombre de 52 años y una agente de policía, uniformada y de 25 años, que esa mañana había tomado por casualidad el autobús y pudo ser desarmada por el atracador. En la negociación con la policía, a través de un teléfono móvil, el delincuente pidió para su fuga un helicóptero y un paracaídas. Hacia las dos y cuarto de la tarde, no obstante, un comando especial de la policía, compuesto por unos 15 agentes, tomó por asalto el autobús. El comando disparó primero contra el atracador, que quedó herido en el hombro, y luego forzó la entrada.
De 46 años, el delincuente contaba con un largo historial criminal y había cumplido varias condenas por extorsión y manipulación de explosivos. En el matutino asalto a la filial del Commerzbank había estado acompañado por un cómplice. Tras encañonar a los empleados de la sucursal bancaria, los dos sólo pudieron hacerse con un botín menor -no más de 10.000 euros-, según un portavoz policial que, para su mayor infortunio, incluso perdieron durante la huida. A la salida de la oficina bancaria, ambos se separaron: uno secuestró el autobús y el otro salió corriendo. A última hora de la tarde de ayer, aún no se había confirmado si un detenido por la policía ayer por la tarde es el segundo atracador.
El resultado de estas tomas de rehenes, de todas maneras, tiende a ser casi siempre negativo para los secuestradores, quienes en ninguno de los casos recordados lograron evadir la persecución policial en un país en el que el monopolio estatal de la fuerza es un hecho casi incontestable. La última vez que un suceso similar conllevó la muerte de rehenes fue precisamente en 1988, durante el que fue llamado drama de Gladbeck.
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