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PANTALLA INTERNACIONAL

El Cervantes de Roma dedica una retrospectiva a García Berlanga

La Ciudad del Cine, un proyecto que Luis García Berlanga ha acariciado durante 20 años, es casi una realidad. El propio director valenciano lo anunció esta semana en Roma, la ciudad en la que compartió aventuras cinematográficas con Federico Fellini, Ennio Flaiano, Nino Manfredi y otros grandes del celuloide italiano, y que ahora le dedica un ciclo con la proyección de sus filmes más famosos. Berlanga anunció que la "Cinecittà" española, con sede en Alicante, se dispone a acometer un ambicioso proyecto internacional: el rodaje, a las órdenes de un director estadounidense, de Los Borgia, la historia de la familia de Xátiva que aspiró a convertirse en una dinastía vaticana, basada en una novela póstuma de Mario Puzzo.

Los años -el 12 de junio cumplirá 82- no parecen haber alterado el humor y el espíritu autocrítico de Berlanga. En la presentación del homenaje que le dedica el Instituto Cervantes, en colaboración con el cine Pasquino de Roma, el director valenciano se burló de sus "lapsus" de memoria -"tengo Alzheimer desde los 8 años"- y recordó a los viejos amigos de sus años romanos con frases poco convencionales. "Es una pena volver y darse cuenta de que el que no ha desaparecido está, pues, como yo", dijo aludiendo a los estragos del tiempo en su propia persona. El ciclo, que se inauguró el 7 de abril (y concluirá el 9 de junio) con la proyección de Bienvenido, mister Marshall (1952), pretende sintetizar a través de nueve títulos sobresalientes la prolífica carrera de un director español especialmente ligado a Italia.

Berlanga reconoció que todas sus películas son historias de fracasos. "Son historias de personas o grupos, que esperan superar un escalón en su felicidad o su bienestar pero no lo consiguen. Eso en el mejor de los casos, porque otras veces la cosa acaba en tragedia". El director quitó importancia a los elogios de un admirador que le calificó de "maestro del plano-secuencia". "Tampoco se trata de mitificar", dijo Berlanga, "en realidad yo he utilizado el plano-secuencia por pereza, porque me aburría muchísimo preparar cada plano", explicó. Reconoció que su cine tiene un carácter coral, está repleto de multitudes que hablan sin parar. "Y ése ha sido un inconveniente a la hora de distribuir mis películas en los países anglosajones, por la dificultad de subtitularlas", dijo. Pero el "barullo" que se aprecia en sus filmes no debe engañar a nadie. "Igual que Antonioni refleja la incomunicación mediante el silencio, en casi todas sus películas, yo pretendo reflejarlas con este barullo. En mis películas la gente habla, pero no escucha lo que dicen los demás. Todos hablamos sin escucharnos, la incomunicación es ésa".

Berlanga se reconoció como un solitario, aunque no desde luego como una persona insociable. Durante toda su infancia fue un solitario, hasta los 14 años, "cuando descubrí la amistad". "Pese a toda la tragedia, fue la Guerra Civil la que me permitió descubrir la amistad. A partir de entonces entré en un nuevo periodo. Aunque cuando empiezo un rodaje vuelvo a la etapa solitaria", añadió. "En el siglo pasado la soledad era casi una enfermedad; hoy es, en cambio, casi una solución para las personas", dijo, mencionando las "trampas" políticas o religiosas que tiende la sociedad al individuo.

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