El arte humanista de Álvaro Siza brilla a través de sus proyectos, dibujos y muebles
El arquitecto afirma en Madrid que es "obsceno discutir sobre la reconstrucción de Irak"
Líneas diáfanas, dibujos poéticos, objetos exquisitos. La gran capacidad creadora y el humanismo de Álvaro Siza (Matosinhos, 1933) brillan en la exposición Visiones, de la Fundación Canal (calle de Mateo Inurria, 2) de Madrid: 10 proyectos, 40 dibujos de viajes y medio centenar de objetos y muebles, que inauguró ayer Alberto Ruiz-Gallardón. Además, un nuevo libro, Las ciudades de Siza, ofrece un repaso exquisito a 50 años de carrera. El hombre que trabaja despacio ("¡Horrible esa obsesión por la prisa!") reafirmó ayer su fe en una arquitectura integrada en el medio ambiente.
Siza Vieira habló con la prensa durante una hora en la Fundación Canal, "edificio magnífico y magníficamente rehabilitado", situado sobre la vieja estación elevadora de agua. La exposición estará abierta hasta el 1 de junio en este solar de 50.000 metros cuadrados de la plaza de Castilla, donde el Canal de Isabel II abrirá, en 2004, un parque de más de 25.000 metros.
El arquitecto portugués contó que se había acostado a las tres de la madrugada, pero no se le notaba nada. "Madrid es una ciudad esquiva: tardas en entrar. Pero cuando te la enseñan los amigos, estás seducido para siempre", explicó para empezar.
Luego, reivindicó la calma para crear y construir; elogió el trabajo en equipo, la ciudad vivida, la arquitectura vinculada al medio ambiente ("o por contraste o por mímesis") y un diálogo de miradas y estilos "a través del tiempo y los países". Y denunció la "obscena y lucrativa rifa de la reconstrucción de Irak, que está siendo devastado por las bombas y para la que el país dominante sólo dejará las migajas".
El artista también afirmó no tener sueños pendientes ("pero si viniera un estadio sería feliz"), y habló de sus proyectos. Dos torres de 48 pisos en Rotterdam. Un grupo de villas en Vicenza. Un centro cultural en Portugal. La iglesia de Marco. ¿Y la reforma del paseo del Prado? "De eso sólo digo que es demasiado multidisciplinar para poder decir algo todavía. El tráfico es el gran problema, los ingenieros lo están estudiando y de eso yo sé poco".
El talante tranquilo de Siza, su ironía en voz baja y su claridad se respiraban también en la exposición, cuyo comisario es Carlos Castanheira, coeditor con Chiara Porcu del libro Las ciudades de Álvaro Siza (Talis), que recorre su mundo en textos (del artista y de su amigo cura, Nuno Higino), fotos y dibujos.
"Una liberación"
Los dos soportes enseñan la filosofía de este arquitecto que "no se hizo escultor por no contrariar a su padre" pero que sí se hizo diseñador y dibujante. Siza siempre quiso pintar, admitió ayer, y quizá por eso la visita comienza en sus dibujos: bocetos recopilados durante medio siglo de viajes, desde uno de La Pedrera en Barcelona, 1948, cuando su padre le llevó a ver mundo y "un escudo valía dos pesetas", hasta sus periplos más recientes por Rusia, Argentina, Perú, India...
Siza, dibujando, vuelve a "los estímulos que nos dan los lugares". Y ahí caben las pirámides de Egipto, la habitación donde dormía Le Corbusier, el Mercado de Trajano en Roma ("la inevitable"), un paisaje siciliano, la ciudad india de Goa... "El dibujo es una liberación del arquitecto. No se tienen condicionantes: únicamente el autor debe quedar satisfecho. Trazos tímidos al principio, rápidos, poco precisos, y después obstinadamente analíticos, por momentos vertiginosamente definitivos", escribe.
Junto a ellos, grandes tableros con 10 proyectos de distintas épocas: bocetos libres, secciones y maquetas en madera clara. La mayoría, relacionados con el agua; uno, en fase de redacción: la reforma de la Casa de la Duquesa de Sueca, en Madrid (calle Duque de Alba esquina con Estudios), para la futura Concejalía de Asuntos Sociales.
El más antiguo, de 1961-66, es el de las Piscinas de las Mareas, en Leça de Palmeira (Portugal), donde en 1993 Siza construyó también un restaurante rectangular. Arquitectura y naturaleza. Las líneas claras, limpias, de apariencia simple dominan siempre: son rectas en el depósito de agua de la Universidad de Aveiro (Portugal), en el Embarcadero de Salamina, Tesalónica (1997) o en la Fundación Iberê Camargo, Brasil (creada en 1998 y en previsión para 2004); y curvas en la Casa Mário Bahia (Portugal, 1988-93), en el Centro Cultural en Ceuta (1997) o el Pabellón portugués de la Expo 98.
Al lado de proyectos hechos o en fase final, una rareza que nunca se hará: el poético proyecto Visiones para Madrid, que Siza soñó entre 1998 y 1999 y que proponía exponer el Guernica y La mujer embarazada de Picasso en el Ministerio de Defensa.
En una larga galería adyacente están los muebles y objetos que Siza ha diseñado para sus espacios. Hay casi de todo, y todo apetece llevárselo: sillas, mesas, alfombras, vitrinas, lámparas, copas para el vino de Oporto, la propia botella negra, un embudo, un espejo, un reloj, una silla con reclinatorio "inspirada en las de la catedral de Sevilla".
Todo ello, claramente, es una crítica feroz a la obsesión actual por la prisa. "Hoy, si un arquitecto quiere cambiar un proyecto en la fase de construcción, todos piensan que está loco. Pasan dos años desde que lo dibujas, tú has cambiado y ves las cosas de otra forma. Sabes más, pero si quieres dar ese conocimiento, ese rigor, a la obra te dicen que no se puede tocar. Así es la arquitectura hoy, una cabalgada en la que te piden que hagas el dibujo y lo promociones y luego, ¡adiós!".
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