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VISTO / OÍDO
Columna
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Una jornada antigua

Al salir hacia Fuenlabrada, oí las sirenas que sonaban en ese momento en Bagdad: las mismas que en mi infancia. La misma voz de aquellas noches, cuando nos bombardeaban los que bombardean ahora (qué más da alemanes, que americanos, que estos aliados). Cuando iba llegando, supongo que la imperfecta radio del coche o los cambios de orientación de la antena me hicieron oír como una lengua bífida: era sólo Aznar en el Congreso: uno de aquéllos. En Fuenlabrada, el Instituto de Cultura del Sur iba a entregar el Premio Tomás y Valiente a la Fundación Pablo Iglesias por el libro y el documental sobre el exilio: la fundación la representaba Alfonso Guerra; y habló él, y Nuria Espert. La Institución Cultural tiene un emblema de dos manos enlazándose como dos palomas: en rojo y negro, como el cartel de "No a la guerra" que llevaba Nuria: colores anarquistas.

En el documental se veían mujeres y niños huyendo: eran los nuestros, en 1939, y pensé que a esa hora otra multitud igual huía de Basora, de Bagdad. Todo me causaba emociones propias: Tomás y Valiente, otro inocente, y bueno, y estudioso de la paz y la palabra, asesinado, era mío; y Alfonso Guerra, tan calumniado entonces por las mismas lenguas que llamaban payaso, imbécil, tonto, a Zapatero: en el mismo Congreso que envilecieron siempre. Pablo Iglesias escribió más de dos mil artículos del primer socialismo, y en los que ensalzaba las huelgas de defensa del proletariado pedía que no hubiera violencia. Como lo piden los socialistas ahora, mientras les acusan de violentos. Y Nuria Espert, en la que veía a la imagen misma de los actores que en la noche gloriosa de los Goya iniciaron esta marcha que no cesa. Y el público, y el Madrid del Sur donde se defiende el mestizaje, la democracia, el nuevo proletariado. Todo daba sensación de renacimiento que mantiene la vida española desde hace unos años, y que la integra al mundo, con el mismo grito de todas las calles del mundo. Internacionalismo frente a las guerras de la globalización.

(Cuando me acosté, oí a un loco que decía que menos mal que el Papa está contra la guerra, porque si no estarían ya matando curas: los rojos. Alfonso, Nuria, Zapatero, yo. Era RNE: los Nacionales. Así que todo está como solía).

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