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GUERRA EN IRAK | El debate en el Congreso

Zapatero pide a Aznar que retire las tropas

El presidente del Gobierno acusa a la izquierda de promover actos de violencia contra el PP

"Señor Aznar, suba a esta tribuna y pida al presidente Bush que pare esta intervención militar". El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, unió a esta admonición la exigencia de que el Gobierno ordene el regreso de las unidades navales que transportan hacia Irak 900 efectivos militares españoles, para expresar ayer en el Congreso su rechazo absoluto de una guerra que tachó de "error histórico plagado de soberbia". El presidente le respondió, implacable, con una negativa rotunda, y le responsabilizó de las manifestaciones violentas de estos días. El primer debate parlamentario sobre el conflicto de Irak celebrado tras el estallido de la guerra fue bronco, desagradable, lleno de incidentes, de violencia verbal y muestras de mala educación dialéctica.

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Convocado para discutir las conclusiones del Consejo Europeo celebrado el pasado fin de semana en Bruselas, concluyó sin más referencias que las imprescindibles a ese tema y con una protesta sin precedentes del secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, porque la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, negó reiteradamente la palabra a la oposición en un tema de tanta trascendencia como es el de Irak.

Secundado por los diputados de Izquierda Unida, que expresaron su malestar abandonando la sala, el secretario del PSOE aprovechó el turno semanal de preguntas que se abrió tras el debate para dirigir a José María Aznar esta advertencia insólita: "Encima de no agradecer las expresiones de solidaridad que todos los partidos le hemos hecho frente a la violencia que algunas sedes y militantes del PP han padecido estos días, usted nos responsabiliza de esos ataques. Es intolerable e inaceptable. Una irresponsabilidad".

Aznar, que respondió que nada tenía que agradecer "después de 120 ataques", había iniciado la sesión con un discurso orientado a exponer las conclusiones del Consejo Europeo. Hasta que llegó al punto de Irak, porque, en ese apartado, enunció sus propias conclusiones. Afirmaciones como que "a la actual situación se ha llegado después de agotar absolutamente todos los intentos de hacer creíble la presión diplomática", o argumentos como el de que, habida cuenta del acervo de resoluciones dictadas por la ONU desde 1991, "rechazar sin más lo que está sucediendo" es "una incoherencia", no son evidentemente compartidas por la mayoría de los quince socios de la Unión Europea.

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No obstante, Aznar se declaró "muy conforme" con las conclusiones del Consejo de Bruselas, y reiteró que "por geografía y por su historia más reciente, a España le conviene que la legalidad internacional se cumpla, y que, en su defecto, la comunidad internacional actúe para enfrentarse al riesgo que supone el terrorismo combinado con los nuevos medios de destrucción masiva". El presidente del Gobierno concluyó invitando a los partidos a seguir el ejemplo de los Quince y a restablecer el consenso de cara al futuro, a la reconstrucción de Irak en la posguerra, sin renunciar a las posiciones divergentes que cada partido ha mantenido hasta ahora.

Zapatero no le dio tregua. Comenzó afirmando que "esta guerra es una locura". "Tras la primera semana", añadió, "es evidente que sus consecuencias van a ser muy graves y muy negativas para todos". El líder socialista se solidarizó, en primer lugar, con "las víctimas", se preguntó luego cómo se puede pretender que algún pueblo se sienta liberado por una operación que lleva el nombre de "conmoción y pavor", constató que no se está cumpliendo ninguna de las previsiones optimistas de una solución rápida, y afirmó: "Hoy hay más inseguridad en el mundo, porque todos sabemos que esto está generando odio y fanatismo en muchos países".

El secretario general del PSOE se ganó el primer abucheo cuando pidió a Aznar que no vuelva a invocar intereses económicos de Francia para atacar la posición de ese país en el conflicto de Irak. "Payaso", se oyó en los bancos del PP, que administraron generosamente su arsenal de exabruptos, los comentarios y ruidos que impedían oír al orador.

Zapatero le recordó a Aznar que "un hombre de Estado es el que tiene capacidad para razonar", y le "exigió" que rectifique, dando marcha atrás de sus decisiones, revocando las autorizaciones para el uso de las bases de utilización conjunta hispano-norteamericana en esta guerra y oponiéndose, en cualquier caso, a que se establezca una administración estadounidense en el Irak de la posguerra. Pero antes de esa conclusión final, expresó su rechazo frente a "cualquier acto de intimidación violenta". "Quiero decir aquí", subrayó, "que ninguna agresión a un dirigente del PP tiene ninguna justificación política".

El líder socialista contrapuso esta actitud suya con la de Aznar hace diez años, cuando, recordó, tras ser agredido el entonces presidente, Felipe González, en la Universidad Autónoma Madrid, el entonces líder de la oposición comentó: "No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo". Y también: "Lo ocurrido a González es consecuencia de su permanente intento de rehuir responsabilidades".

Xavier Trias, portavoz de CiU, se sumó al rechazo de la guerra y a la condena de las manifestaciones violentas. Fue, sin embargo, el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, quien desató las iras del Gobierno al "rechazar" los ataques de manifestantes a militantes del PP, como rechaza la "limitación" a las libertades básicas que, sugirió, el Gobierno impone a los manifestantes.

"No vamos a aceptar ni la calumnia ni la injuria", le espetó Llamazares al vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, que, desde su asiento, le acusaba de incitar a la violencia. Los diputados de IU volvieron a sacar las pancartas de "no a la guerra" que exhibieron al comienzo de la sesión. Desde los bancos del PP se alzaron de nuevo gritos, que chocaron con los de varios ciudadanos, en las tribunas del público, que pedían democracia y condenaban la guerra. Fueron expulsados una docena de ellos.

Aznar, en su réplica, que por primera vez en estos debates sobre Irak no se dirigió a cada portavoz sino a todos ellos de forma colectiva, rechazó cualquier posibilidad de dar marcha atrás en una posición que presentó como responsable y fundada. También se cuidó mucho de descartar un administración estadounidense de posguerra. Más bien la anunció, cuando dijo que "la ONU es absolutamente fundamental", pero que "en las circunstancias actuales, no está en condiciones de administrar ni aunque quisiera". El presidente se extendió en que, tras la guerra, Irak tendrá que pasar por una serie de "fases" de "estabilización" y "consolidación" que, dijo, pueden regirse por diversas fórmulas que se están estudiando ahora.

Pero el presidente del Gobierno convirtió pronto su discurso en una sucesión de invectivas contra el PSOE e IU. Presentó a Zapatero como un radical oportunista que pide que no se aplique el Convenio de Defensa con EE UU, y afirmó que el Gobierno del PSOE autorizó en la guerra del Golfo 38.105 operaciones, frente a las 6.746 que el Ejecutivo actual ha autorizado hasta ahora. También dijo que los bombarderos B-52 operaron entonces desde las bases españolas y no se limitaron a sobrevolar territorio español, como ahora.

Aznar se explayó en responsabilizar a la oposición de promover la violencia callejera. Una acusación que, en el caso de IU, extendió al País Vasco, donde, según él, los seguidores de Llamazares no se solidarizan con las víctimas del terrorismo.

"Se han publicado páginas", prosiguió, mientras mostraba una copia de la página web de una coordinadora contra la guerra, "en las que se llama asesinos a los líderes de la coalición. Se han apedreado sedes del PP, y se han visto pancartas con las fotos de los miembros del grupo parlamentario [popular] tachados también de asesinos. Son técnicas totalitarias de propaganda despreciables. Y nunca he oído una palabra del señor Zapatero a favor de los agentes de las fuerzas de seguridad que han sido agredidos".

"Ahora nos dicen que rechazan la violencia", continuó. "Pero todo esto ocurría en manifestaciones en las que ustedes participaban. Yo, señor Zapatero, no apelo a su responsabilidad, que no la tiene, ni pido su apoyo, que no me lo va a dar. Simplemente le digo que pedir la paz levantando barricadas verbales no es lo más conveniente".

Por estas palabras, el debate concluyó con las protestas de la izquierda, que no fue autorizada a replicar pese a sentirse aludida. Antes, Rudi dio la palabra por alusiones al diputado del PP Gustavo de Arístegui, para que explicara que unas fotografía suya con Sadam Husein que exhibió el diputado del PNV Iñaki Anasagasti había sido tomada, en 2000, depués de una reunión en que la que fue "durísimo con el régimen iraquí".

Los diputados de IU abandonan el pleno tras negarles la plabra la presidenta.
Los diputados de IU abandonan el pleno tras negarles la plabra la presidenta.LUIS MAGÁN

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