El paso que va del frente en Irak al frente interno
La fórmula elegida ayer por el presidente del Gobierno para volver a hablar en el Congreso de los Diputados de la guerra en Irak fue especialmente frustrante porque impidió cualquier atisbo de debate parlamentario. El único que tenía derecho de réplica era el propio José María Aznar y, para colmo, decidió usarlo en bloque, es decir, después de escuchar las intervenciones de todos los portavoces y no uno a uno, como en otras ocasiones. Corrió el riesgo de dejar algo insatisfechos a sus diputados, porque no respondió directamente al líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, en una de sus intervenciones más jaleadas y comentadas por su propio grupo desde que comenzó la crisis. La formula le debió compensar, sin embargo, porque le dio a Aznar la enorme ventaja de poder mezclar todo el rato al PSOE y a IU, como si mantuvieran las mismas posiciones y formaran coalición. La técnica es uno de los hallazgos del PP para los próximos días y habrá ocasión, sin duda, de oírla repetida muchas veces en la inminente campaña electoral de las municipales y autonómicas.
Aznar reprodujo argumentos ya utilizados por Blair en la Cámara de los Comunes
Aznar marcó también otras dos patas de la estrategia del Gobierno y del PP según pasan los días y van llegando noticias de la guerra. Una, es la idea de hablar, sobre todo, de la posguerra y no de las batallas que están en marcha ni de sus víctimas; y otra, trasladar en lo posible el debate desde el frente en Irak al "frente interno", es decir, desde los bombardeos de Bagdad o Nasiriya al acoso de que son objeto en ciertas ciudades y pueblos españoles algunas sedes y políticos del PP por parte de grupos radicales.
La intervención inicial del presidente del Gobierno pareció destinada en principio a rebajar la tensión. Una tensión que se aprecia desde hace días no sólo en los debates sobre la guerra sino en prácticamente todas las actividades parlamentarias y que notan también los populares en la calle, algo que preocupa, y mucho, a los responsables del partido, a dos meses de los comicios.
Aznar intentó hablar del espacio aéreo único europeo y de las patentes comunitarias, pero era evidente que los ciudadanos estaban mucho más interesados en el espacio aéreo por el que pasaron los B-52 que por las normas de navegación civil de la UE, y el presidente pasó pronto a hablar de Irak. Sobre todo, de uno de sus capítulos preferidos, la humanitaria participación española en la guerra, algo que considera indiscutible por más que todas las ONG del mundo le nieguen el derecho a usar esa palabra. La flotilla camino del Golfo no está bajo mando de la ONU sino del ejército norteamericano y, según las ONG, está más cercana a la definición de apoyo logístico (parte de la organización militar que da asistencia a las tropas en campaña) que a la benéfica idea de aliviar calamidades a los civiles que las padecen.
De lo que no cabe duda es de Irak hará frente en breve a una catástrofe humana. La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, lo explicó ayer con toda sinceridad en los pasillos del Congreso. La ONU se ha venido ocupando de la subsistencia de una parte de la población iraquí a través del programa "petróleo por alimentos" que dirigían funcionarios internacionales. Una vez que Estados Unidos decidió atacar, los funcionarios (y no sólo los inspectores de armas) tuvieron que marcharse y ahora nadie maneja los suministros de esa población civil. La ministra aseguró que había hablado con Kofi Annan del tema y que era imprescindible enviar otra vez a Irak a funcionarios de la ONU. Incluso se pronunció por el regreso, tan rápido como se pueda, de los famosos inspectores de armamento, para que, dijo, controlen las armas químicas o biológicas que vayan descubriendo los norteamericanos.
En su segunda intervención, la de "réplica total", el presidente del Gobierno reprodujo algunos de los argumentos ya utilizados por el primer ministro británico, Tony Blair, ante su propio Parlamento, la Cámara de los Comunes, y comentó algunas cosas interesantes. No es esperable, dijo, que la ONU se haga cargo inmediatamente de la administración de Irak porque no tiene capacidad para ello. Indirectamente, anunció una administración anglo-nortamericana que gobernará Irak al menos en dos de las tres etapas que el presidente del Gobierno identificó como "estabilización, transición e institucionalización". No aclaró cuanto tiempo durará cada una ni diseñó otros escenarios, el más preocupante de los cuales parece ser uno en el que Sadam no sea capturado, vivo o muerto, sino que consiga huir y refugiarse en las montañas.
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