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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Destrucción masiva

Caben pocas dudas de que Estados Unidos ganará militarmente la guerra de Irak, "en horas o en días", según el jefe militar de esta campaña, el general Tommy Franks. Pero con su ataque "en una escala nunca vista antes en la historia", en nombre de la lucha contra las "armas de muerte a gran escala", como las llamó ayer Bush, EE UU ha optado por una estrategia de destrucción masiva, contra un país militarmente quebrado, pese a la sorprendente resistencia con que las fuerzas iraquíes se están oponiendo a la potencia sobrecogedora del invasor. La estrategia de Impacto y Pavor habrá lanzado más bombas y misiles sobre Irak en los primeros días que en toda la guerra de 1991.

Estamos ante un nuevo tipo de guerra que sólo EE UU es capaz de librar, con ataques masivos con municiones en principio de enorme precisión, fruto de la última tecnología. Pese al sobrecogedor ataque, anoche había electricidad en Bagdad y los puentes seguían en pie. Probablemente no sabremos hasta que acabe, y aun, el balance de víctimas en esta guerra totalmente asimétrica. El presidente Bush aseguró ayer que EE UU no aceptará ningún resultado de esta guerra en la que, dijo, entró "con reticencias", que no sea "la victoria". La moral, al menos, parece haberla perdido.

El ataque de las fuerzas de EE UU y el Reino Unido ha penetrado ya por el norte, el sur y el oeste de Irak, según Franks. La resistencia en torno a Basora fue mayor que la esperada, pese a que soldados iraquíes se rindieran por centenares. Debe ponerse fin a esta guerra cuanto antes, y evitarse lo que sería una terrible batalla en Bagdad. Bush considera que la única manera de limitar su duración es aplicando "una fuerza decisiva". Pero crecen los llamamientos -ayer de Arabia Saudí- para pararla. Ante la ferocidad del ataque estadounidense, y pese a que estemos en una guerra de agresión ilegal e injusta, el régimen de Sadam Husein podría evitar más sufrimientos a su pueblo con una oferta de rendición. Aunque, a estas alturas, se desconoce si el dictador mantiene el control de la situación, incluso si sigue vivo.

Otros frentes se complican. Por el pasillo aéreo abierto por Turquía entraron ayer en tromba las fuerzas de EE UU, aunque renunciando a abrir un frente norte por tierra con fuerzas pesadas. Las dudas sobre si tropas turcas habían entrado en Irak -hecho reconocido por el Gobierno de Ankara y desmentido por los militares, pero que está en los planes turcos, contra el deseo de EE UU- indican lo difícil que va a ser gestionar el problema kurdo, que con 25 millones de personas integran la mayor nación sin Estado. Turquía tiene un objetivo nacional en esta guerra: evitar la creación de un Kurdistán independiente en el post-Sadam. La entrada de Turquía, tan ilegal como la guerra de EE UU, invalidaría la razón de la OTAN para montar una operación de defensa preventiva de territorio turco frente a un posible ataque iraquí, pues Turquía se habría convertido en agresor. Si ocurre, Alemania ha anunciado que retiraría sus tripulaciones de los aviones radar (AWACS) de la OTAN que han ido a proteger a Turquía. Y sería de esperar que los F-18 y otros efectivos enviados por el Gobierno español dieran inmediatamente media vuelta para regresar a España.

El Gobierno de Aznar siguió manipulando ayer la situación, sin pronunciarse sobre la estrategia de espanto seguida por EE UU. El vicepresidente primero, al sacar a relucir el paralelismo con Kosovo, volvió a afirmar que esa guerra se libró para acabar con el régimen de Milosevic. El entonces ministro debería recordar que aquella guerra se libró para evitar un genocidio, concluyó en junio de 1999 y Milosevic no cayó, por presión de los propios serbios, hasta diciembre de 2000. Y, en la línea propagandística de Washington, presenta esta guerra como la de "la coalición". La militar es limitada: esencialmente EE UU y el Reino Unido. Pero la coalición de la hipocresía es mucho más amplia: de Washington a Madrid.

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