Barajas recupera su ermita

A un lado, el aeropuerto de Barajas. Al otro, el Campo de las Naciones. Y, en medio, una pequeña ermita del siglo XVII que se resiste a desaparecer entre las pistas de despegue y la modernidad de los grandes edificios que pueblan el distrito de Barajas (37.672 habitantes). La ermita de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Barajas, ha sufrido un lavado de imagen. Gracias a las donaciones de los vecinos, esta joya arquitectónica situada en la confluencia de la carretera A-10 y la avenida de Logroño, ha sido restaurada. Los residentes han logrado reunir más de 246.000 euros y ha habido familias que han aportado mucho dinero.

El arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, inauguró el pasado 23 de febrero el nuevo templo tras una procesión que culminó con la entrada de la imagen de la virgen en el templo. Y es que esta reliquia es uno de los pocos vestigios históricos -junto con el parque del Capricho y las ruinas del castillo de la Alameda de Osuna- que guarda Barajas, uno de los distritos que más han cambiado en los últimos años.

La ermita ha estado 16 meses cerrada por la reforma. El recinto estaba en tal mal estado de conservación que los técnicos han tenido que restaurarlo íntegramente, empezando por los cimientos. Además, ha sido dotado de un sistema de drenaje que la preserva de las humedades. En el exterior, la fachada ha quedado con ladrillo visto, oculta durante años por un enfoscado que ocultaba detalles de interés. Los técnicos también han construido un pórtico nuevo para acceder al templo, de estilo castellano con madera y columnas de granito.

La historia de la construcción de la ermita esconde una bonita leyenda. "La ermita la construyó el marqués de Corralejos porque un pariente suyo que iba en un carruaje casi se mata cuando los caballos se desbocaron. Pero justo al pasar por el lugar donde ahora está la ermita, los animales se calmaron", explica Tomás Serrano, concejal del distrito de Barajas. El edil también ha sido presidente de la hermandad de la patrona durante los últimos ocho años, cargo que abandona en estos días. La pertenencia a la hermandad se transmite de padres a hijos.

Los documentos gráficos conservados han permitido reconstruir el interior del templo y el retablo, una joya del barroco más puro. El grupo de restauradores, dirigidos por Anastasio Sánchez, trabajaron con esmero en las obras. El retablo, que estaba pintado con purpurina, ha sido reformado con una fina capa de pan de oro. "Retablos como éste hay pocos en la región", asegura Sánchez. Además, los restauradores han utilizado las técnicas de trabajo del siglo XVII para dar un toque más genuino al resultado final. Todo, bajo la atenta mirada del párroco Jorge Javier Flores que, sin despegarse de su teléfono móvil y con un cigarrillo en la mano, vigilaba que todo quedase en orden. "Barajas, a pesar de la modernidad, conserva una zona que sigue siendo como un pueblo. La gente tiene muy interiorizada la devoción a la virgen", señala Flores. Y es que esta ermita, punto de referencia en el trazado urbano del distrito, es lugar de peregrinación de los devotos de la zona. Tanto en el Ayuntamiento como en la parroquia, esperan que esa devoción perdure gracias a la reforma.