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El Mercado de Colón y Sant Miquel dels Reis no son bienes de interés cultural

Ferran Bono

Algunos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Valencia, como el Mercado de Colón, ahora rehabilitado tras una costosa intervención, el Mercado Central, pendiente del inicio de su rehabilitación, o el antiguo monasterio de Sant Miquel dels Reis, sede de la Biblioteca Valenciana después de su restauración, no están declarados, sin embargo, bienes de interés cultural (BIC). Así consta en la relación de bienes inventariados de la Consejería de Cultura. De hecho, hay muchos más, centenares de monumentos repartidos por el territorio valenciano que no están protegidos por la figura del BIC, si bien muchos de ellos se encuentran emplazados en conjuntos arquitectónicos que sí cuentan con esa catalogación.

Una gran parte de estos edificios, como los señalados, tiene expedientes abiertos de declaración desde los años ochenta, iniciados en un principio por el Ministerio de Cultura y después por la propia Generalitat, tras asumir las competencias, pero no se han concluido por razones diversas. El miembro del Consell Valencià de Cultura Vicent Álvarez manifestó ayer su sorpresa al comprobar la "llamativa" lista de bienes inventariados que pidió a la Consejería de Cultura el diputado de EU Joan Antoni Oltra. De hecho, Álvarez se pregunta por la no consecución de los expedientes y si esta situación no obedecerá a los problemas que implica la declaración en el sentido de que se tendrían que hacer delimitaciones del entorno protegido y realizar planes municipales especiales.

Con la llegada de la democracia se empezaron a incoar un gran número de expedientes, pero con la promulgación de la estatal Ley de Patrimonio en 1985 y un posterior recurso de posible inconstitucionalidad se paralizaron muchos de ellos a la espera de una resolución. Pasado el tiempo y solucionado el conflicto, se habían acumulado un gran número de expedientes, que continuaban abiertos de manera indefinida porque no caducaban. La autonómica Ley de Patrimonio, de 1998, marcaba un periodo corto para la conclusión de los expedientes. En caso contrario, el expediente caduca y se tiene que iniciar de nuevo todo el proceso un tiempo después. Sin embargo, en los últimos años tampoco se ha acelerado la resolución de los expedientes, que tienen fijado un plazo máximo, y la acumulación de expedientes necesita de mayores recursos humanos.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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