Bush dice que no necesita permiso para defenderse
"No dejaré al pueblo estadounidense a merced del dictador iraquí", afirma el presidente
El presidente George W. Bush está dispuesto a invadir Irak, con el respaldo de la ONU o sin él. Y tiene prisa por hacerlo. El jueves por la noche compareció ante las cámaras de televisión, en horario de máxima audiencia, y anunció que no necesitaba "el permiso de nadie" para defender a EE UU frente a la amenaza del "dictador iraquí y de sus armas". El tono solemne de Bush dio a entender que la decisión de declarar la guerra estaba ya tomada y que su objetivo consistía en preparar a sus conciudadanos para un conflicto inminente.
Pese a sus frases y a la posibilidad cada vez más real de un próximo ataque -"después de la semana próxima... habrá que esperar y ver"-, Bush no dispone, por el momento, de un apoyo lo bastante mayoritario por parte de la opinión pública. Según todos los sondeos, la mayoría de los estadounidenses sigue considerando que la guerra debía ser legitimada por el Consejo de Seguridad.
George W. Bush admitió someterse a las preguntas de varios periodistas, algo que procura evitar por su escasa facilidad de palabra y su tendencia a derivar hacia la arrogancia, para subrayar la gravedad del momento. No lo hacía desde octubre de 2001, sólo unas semanas después de los atentados del 11-S. El jueves utilizó esos atentados para justificar su estrategia sobre Irak, con el argumento de que aquellos actos de terrible violencia le habían impuesto el mandato de proteger a los ciudadanos de EE UU y garantizar su seguridad por encima de cualquier otra cosa. El 11-S demostró, dijo, que su país era "un campo de batalla" y que su Gobierno no podía permitirse el lujo de seguir esperando hasta que Sadam Husein, al que calificó de "cáncer de Irak", decidiera lanzar un ataque. "No dejaré al pueblo americano a merced del dictador iraquí y de sus armas", prometió.
"Irak no se ha desarmado"
Bush aseguró que el presidente de Irak constituía "una amenaza directa" para los estadounidenses. "Si armas de destrucción masiva llegaran a manos de terroristas podrían ser utilizadas aquí, en nuestro país, y creo que mi misión más importante es evitarlo", añadió. Y dio por fracasada la fase de inspecciones de armamento abierta en octubre pasado con la resolución 1.441. "Irak no se ha desarmado, ése es un hecho que nadie puede negar", dijo.
El presidente norteamericano anunció también que forzaría una votación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aunque el proyecto de resolución copatrocinado por Washington, Londres y Madrid saliera derrotado. "Queremos que la gente se levante y exprese su opinión sobre Sadam Husein y sobre la utilidad del Consejo de Seguridad de la ONU. Es hora de que todos enseñen sus cartas", añadió, "para que el mundo sepa dónde está cada uno".
Su afirmación de que la falta de respaldo de la ONU no le pesaría a la hora de ordenar el ataque fue matizada por varias referencias a sus esfuerzos por alcanzar algún tipo de acuerdo internacional. "Aún estamos en las fases finales de la diplomacia y paso mucho tiempo al teléfono conversando con otros dirigentes", explicó.
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