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Un rival para Repsol YPF

Políticos argentinos propugnan la creación de una petrolera estatal

Alejandro Rebossio

Repsol o Adolfo, es la frase pintada en algunas paredes de Buenos Aires. A poco de las elecciones presidenciales del 27 de abril en Argentina, el favorito en las encuestas, el peronista Adolfo Rodríguez Saá, plantea la necesidad de que su país vuelva a contar con una empresa estatal de petróleo, como hasta hace 10 años había sido YPF. El Adolfo, como le llaman, pretende que compita con Repsol, que hirió el orgullo nacional de muchos argentinos cuando compró YPF en 1999. No es el único favorable a contar con un grupo estatal. Otros dos postulantes, el también peronista Néstor Kirchner y la centroizquierdista Elisa Carrió, prometen lo mismo. Las iniciativas despertaron la alarma de inversores extranjeros, que en los últimos dos años han rebajado su apuesta por Argentina.

El 29% de los argentinos respalda la renacionalización de los servicios públicos y un 38% pide mayor control del sector privado
Rodríguez Saá promete crear una petrolera estatal que explore, extraiga, comercialice y exporte el crudo argentino

Las privatizaciones fueron muy populares a principios de los años noventa porque las compañías estatales prestaban un mal servicio y perdían millones de pesos. Sin embargo, la crisis del modelo neoliberal en los últimos cinco años movilizó la opinión pública contra las firmas privatizadas, por sus elevadas ganancias y algunos defectos atribuidos a sus prestaciones. Un 29% de los argentinos, según una encuesta de Ipsos-Mora y Araújo, respalda la renacionalización de los servicios públicos, mientras que el 38% se inclina por un nuevo papel del Estado, que controle mejor al sector privado, pero no vuelva a apropiarse de compañías.

Tres de los cinco principales candidatos presidenciales han tomado nota del malestar popular con las privatizadas, que en estos días reclaman aumentos de las tarifas. Rodríguez Saá, uno de los tres aspirantes del dividido Partido Justicialista (PJ, peronista), gobernó Argentina en la última semana del trágico diciembre de 2001 y aspira a una revancha. Una de sus promesas electorales consiste en la creación de una petrolera estatal "que explore, extraiga, comercialice y exporte el petróleo". Aclara que ello no implicará la expropiación de activos de YPF, la filial argentina de Repsol. Alega que "ningún país del mundo" renuncia al control estratégico de su petróleo. Argentina es uno de los cinco principales productores de crudo en Latinoamérica, pero la producción y la comercialización están dominadas por firmas extranjeras: Repsol YPF, la brasileña Petrobras, la norteamericana Exxon Mobil, la angloholandesa Shell, la británica BP o la francesa TotalFinaElf.

Kirchner, ungido por el presidente Eduardo Duhalde, proponía en un principio que Argentina volviera a hacerse con la acción de oro de YPF para "recuperar la renta petrolera". Se olvidaba tal vez de que su país continúa teniendo en sus manos esa acción preferente, que le otorga al Estado el poder de veto sobre la disolución de la sociedad y los cambios del nombre, el domicilio legal y fiscal o la composición accionaria. Lo sorprendente radica en que Kirchner, gobernador de la provincia patagónica de Santa Cruz, vendió en los noventa las acciones de ese distrito en YPF. El martes pasado, el candidato oficialista respaldó con matices la idea de Rodríguez Saá: "Más que una empresa de producción puede ser una empresa testigo en cuanto a los precios, que puede intervenir en la comercialización".

Compañía de bandera

Carrió, diputada de Alternativa para una República de Iguales (ARI), se jacta de ser la autora del proyecto que ahora propone Rodríguez Saá. "Impulsamos la creación de un ente que controle toda la energía y la renta petrolera, y la de una empresa petrolera estatal, ya que somos el único país de Latinoamérica que, teniendo petróleo, no tiene una compañía de bandera", explica Carrió, que militaba hasta hace dos años en la Unión Cívica Radical (UCR), que constituía el tradicional rival del peronismo.

Dos candidatos rechazan el estatismo: el tercer aspirante peronista, Carlos Menem, que gobernó Argentina entre 1989 y 1999, y el ex radical reconvertido en centroderechista Ricardo López Murphy. Ellos tranquilizan a las petroleras, que durante el año pasado debieron hacer frente a diversos avatares. Se yuxtapusieron la recesión, la devaluación, la creación de impuestos a la exportación, el abaratamiento del gas en términos de dólares y las restricciones a la transferencia de fondos al exterior. Más allá de las quejas de las empresas, la agencia Standard & Poor's (S&P) ha destacado en un reciente informe el "buen momento" de la industria petrolera argentina por el alza de la cotización del petróleo, influida por las crisis de Venezuela e Irak, y por la reducción de costes que supuso la depreciación del peso. De todos modos, S&P advierte de que el próximo Gobierno de Buenos Aires puede adoptar medidas contra la rentabilidad de las petroleras, tales como nuevos impuestos, precios máximos para los combustibles, cuotas de exportación o "cualquier tipo de nacionalización".

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