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AMENAZA DE GUERRA | La postura de México y Chile ante la ONU

México espera la retirada de la segunda resolución

El Gobierno dice no entender "el simplismo" de Aznar

Juan Jesús Aznárez

México, miembro no permanente del Consejo de Seguridad, quiere evitar la guerra con Irak sin enfadarse con Estados Unidos, y en la consecución de ese objetivo ensaya la filigrana.

Su Gobierno apuesta, según las fuentes oficiales consultadas ayer, a que el proyecto de resolución de Estados Unidos, Reino Unido y España acabará siendo retirado ante la imposibilidad de conseguir los nueve votos necesarios para su aprobación. "La resolución se va a caer", dijeron.

La situación es delicada: México comparte 3.200 kilómetros de frontera con el vecino del norte y una miríada de intereses políticos, comerciales y sociales; pero por otra parte, la oposición y la mayoría de los cien millones de mexicanos están en contra de la guerra.

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Hilando fino, y ante un eventual cambio de rumbo, obligado por la fatalidad, el discurso oficial acentuó la palabra "desarme", aunque reiterando siempre su oposición a la guerra. El término empleado hasta el domingo, "paz", sigue vigente, pero algo más relegado.

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México apuesta por la exploración de nuevas vías y consensos y concede más tiempo a las inspecciones de desarme. El presidente, Vicente Fox, aceptó este jueves el estudio de otras "alternativas" contra Sadam Husein después de subrayar que no se ha comprometido con ninguna de las partes. Si Irak no cumple las resoluciones de la ONU, declaró, "pues cambian las cosas. Sin duda cambian para todo el mundo". Las manifestaciones se efectuaron durante una conferencia de prensa junto al primer ministro canadiense, Jean Chrétien, que promueve un ultimátum a Sadam, que vencería el 28 de marzo.

Vertiginosos los contactos y el diseño de escenarios, también existen en la Administración mexicana consideraciones pragmáticas: si la guerra es inevitable, conviene votar a favor de EE UU a cambio de la reapertura de la bloqueada agenda hacia el ambicionado acuerdo migratorio. Alrededor de cuatro millones de nacionales indocumentados viven en el Norte y el primer asunto de su Gobierno en sus relaciones con Estados Unidos es lograr su progresiva legalización.

Funcionarios norteamericanos insinuaron que la agenda, cerrada al cambiar las prioridades de Washington tras el 11-S, puede cobrar vida si México apoya en el Consejo de Seguridad.

Paralelamente, los últimos contactos con Madrid han sido frustrantes desde la óptica mexicana. "El simplismo español es preocupante. Entre Estados Unidos e Irak, pues EE UU. Vaya descubrimiento. La situación mundial es más compleja. Después de Irak, tenemos esperando a Corea del Norte e incluso a Pakistán. Son conflictos que no se solucionan con marines", asegura un portavoz.

La percepción mexicana es que el presidente del Gobierno español, José María Aznar, "está forzando equivocadamente" la aceptación de España como potencia mundial.

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