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Tribuna:OPINIÓN
Tribuna
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Aceptar el 'outsourcing'

ME GUSTA ESTADOS UNIDOS, su espíritu empresarial y su creencia de que la competencia alimenta la innovación. Ese espíritu se está extendiendo. El lunes, en Moscú, me senté con Serguei Kravchenko, el presidente de Boeing Rusia, quien en agosto fue ascendido desde su función como encargado de construir el centro ruso de investigación y desarrollo de Boeing, que tiene una plantilla de al menos 350 personas y no deja de crecer. Pero ese centro ruso de I+D no es muy popular entre los trabajadores estadounidenses de Boeing.

De hecho, estos días estoy notando con frecuencia que la retórica sobre derechos laborales, más que sobre oportunidades, está invadiendo la forma de pensar de los estadounidenses. BusinessWeek, que describió el crecimiento del outsourcing en las tecnologías de la información en un reciente tema de portada, predice una reacción violenta. No se trata sólo de los sindicatos de Boeing. Los legisladores de Nueva Jersey, por ejemplo, están intentando restringir que el Estado contrate trabajadores en el exterior. Cada vez oigo más a estadounidenses quejarse de "perder" puestos de trabajo a favor de gente de otros países. ¿Pero son suyos esos trabajos?

"Oigo a estadounidenses quejarse de "perder" puestos de trabajo a favor de países extranjeros. ¿Pero son suyos esos trabajos?"
"El mercado sostenido por Internet funciona a escala mundial. Los consumidores serán beneficiarios de esta competitividad"

Como le he dicho por lo menos a un detractor del outsourcing, quizá sea básicamente antinatural e insano que Estados Unidos sea rico y el resto del mundo pobre. ¿No hay ahí acaso una cierta parcialidad hacia la postura crítica con los acusados de "llevarse" nuestros puestos de trabajo? El siglo XX puede que haya sido el siglo estadounidense, pero el siglo XXI será otra cosa. Podría ser el siglo chino. O si tenemos suerte podría ser el del mundo. Lo que es seguro es que no será "nuestro y no de ellos".

¿Alguno de los especialistas en tecnologías de la información que se lamentan de la exportación de puestos de trabajo ha considerado alguna vez la posibilidad de irse a India o Rusia para trabajar como gestor de proyecto? Esos países están necesitados. Sin duda, esos especialistas tendrían que aprender otro idioma. Pero eso es lo que la mayoría de los extranjeros "que nos roban el trabajo" han hecho.

No hay ninguna norma que diga que los estadounidenses merecen mejores trabajos que los demás. Si la competencia significa que otros se ofrecen a hacer el trabajo más barato, que así sea. Las empresas tienen obligaciones para con sus empleados, pero también las tienen para con sus directores y sus inversores.

El mercado funciona así. Y si aquellos que están en el juego compiten con integridad, normalmente funciona bien. Estoy en contra de la explotación. No obstante, si las empresas pagan un salario decente de acuerdo con los estándares locales y tratan bien a los trabajadores, no es explotación. La explotación existe, especialmente en los trabajos industriales. Pero raramente ocurre en las tecnologías de la información, un campo en el que los empleados son titulados, tienen un alto nivel de preparación, y suelen tener acceso a buena información. En el nuevo mundo sostenido por Internet, el mercado no sólo está empezando a funcionar bien, sino que también lo está haciendo a escala mundial. Los consumidores serán beneficiarios de esta nueva competitividad. Sin embargo, algunos trabajadores de la información saldrán perjudicados. El mundo aún está desarrollado de forma muy desigual.

Hay demanda de buenos especialistas en tecnologías de la información especialmente aquellos que poseen habilidades de gestión en todos los mercados en desarrollo. ¿Por qué no ir adonde se encuentran los trabajos? Los trabajadores estadounidenses podrían aprender mucho... no sólo acerca del país al que se trasladan, sino acerca de Estados Unidos. Si tienen corazón, descubrirán también lo bien que viven en comparación con los que les rodean. Recibirán una lección de humildad.

Por supuesto, la transición que encara Estados Unidos es difícil, y se ha visto agudizada por los reveladores ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, no es la única sociedad en transición. Rusia ha hecho frente a cambios aún más desgarradores. Al igual que muchos estadounidenses (pero más en su caso), los rusos que vivían en el antiguo sistema han sido traicionados por el nuevo.

Cuando fui a Rusia a principios de los años noventa, tenía conceptos estadounidenses sobre muchas cosas. Por ejemplo, consideraba injusto que un director de fábrica de la antigua Unión Soviética arreglara la privatización de la fábrica a un precio ventajoso para sí mismo o su cuñado. Pero mírenlo desde el punto de vista del director de fábrica. "Toda mi vida he trabajado como un burro para esta fábrica, ascendiendo poco a poco en los puestos directivos. A veces lo hice tratando a idiotas educadamente, y otras incluso haciendo un buen trabajo. Nunca conseguí ningún título de propiedad, pero tuve acceso a ciertos privilegios: un coche con conductor, vacaciones en lugares de veraneo especiales... Y ahora me dicen que no tengo derecho a nada de esto, que no puedo guardar nada de los años que pasé sometido a normas que acepté. Dígame, ¿es eso justo?".

Los trabajadores de las tecnologías de la información en Estados Unidos se quejan hoy de lo mismo. "Trabajé duramente para forjarme mi carrera. Yo trabajaba en el campo del conocimiento, recibía un sueldo elevado, y quizá algunas acciones, que ahora no tienen ningún valor. Trabajé según las normas. Y ahora me dicen que mis conocimientos no valen gran cosa, que alguien de un país pobre puede hacer el mismo trabajo que yo, a una décima parte de su coste. Dígame, ¿es eso justo?". Depende de si se mira a la conclusión o al cambio en las normas. Sin duda, la transición a esta nueva situación, especialmente las promesas rotas, no parece justa. Sin embargo, para el mundo la situación es más justa. La gente de todo el mundo tiene ahora la oportunidad de competir por un salario que le parece espléndido a alguien que trabaja en un mercado nuevo, pero mezquino a alguien acostumbrado al nivel de vida estadounidense.

Esa transición está teniendo lugar, nos guste o no. Las economías desarrolladas se están haciendo más sensibles a los costes en la actual situación de depresión de la economía. Para apreciarlo, hay que ir a vivir y trabajar a uno de esos mercados en desarrollo. Ayudar a nivelar la balanza allí donde la situación va en ascenso, en vez de quejarse desde donde va en descenso.

© 2003 Edventure Holdings, Inc. Distribuido por The New York Times Syndicate.

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