El muro coreano que recuerda la guerra fría
Los 246 kilómetros que separan las dos Coreas acogen una de las mayores concentraciones militares del mundo
El mayor Kim Myong Huan, oficial del Ejército norcoreano, clava los ojos en la bruma y explica: "En los días claros se ven los montes de Seúl . Un atleta podría llegar en dos horas, pero la línea de demarcación militar cortó esta posibilidad". La línea de demarcación es el nombre con el que se conoce la frontera que divide el norte y el sur. Creada al finalizar la guerra de Corea (1950-1953), ha originado una de las zonas más fuertemente armadas del mundo. Son 246 kilómetros que rasgan la península asiática en el lugar en el que se estabilizó la línea de batalla de uno de los conflictos más cruentos y olvidados del siglo XX. Un lugar que traslada a la pesadilla de la guerra fría, cuando el mundo vivía bajo la amenaza del cataclismo nuclear.
A ambos lados del límite se extienden sendas zonas valladas de dos kilómetros de ancho. La del norte, bajo administración de Pyongyang. La del sur, bajo el Mando de Naciones Unidas (MNU). Constituyen la llamada Zona Desmilitarizada (DMZ, en sus siglas en inglés). En ella, los soldados sólo pueden llevar pistola y fusil. Campos de minas, torres de vigilancia, muros de hormigón, fosos y barreras con alambre de espino comparten terreno con cultivos y jardines bien cuidados. Dos gigantescas banderas compiten a cada lado por el protagonismo en el cielo.
Medio siglo ha pasado desde que una tregua, que nunca llegó a convertirse en acuerdo de paz, puso fin al enfrentamiento de los dos bandos. Técnicamente, el norte y el sur siguen en guerra, y Panmunjom -nombre del pequeño enclave común dentro de la DMZ en el que el 27 de julio de 1953 los comandantes del Ejército Popular de Corea del Norte, los volunarios del Pueblo Chino y el MNU firmaron el armisticio- se ha convertido en el símbolo más palpable de la tensión que enfrenta actualmente a Pyongyang y Washington. Ni Corea del Sur ni su aliado en la guerra, Estados Unidos, rubricaron la tregua, aunque se adhirieron a ella a través de la ONU.
"Corea se dividió en dos por las maquinaciones de Estados Unidos para ejercer la hegemonía mundial", arenga Kim, de 33 años. "Ahora, la situación está muy tensa [como consecuencia de la crisis desatada después de que el Gobierno de George W. Bush asegurara en octubre que Pyongyang tiene un programa nuclear secreto y suspendiera los envíos de combustible, y Corea del Norte respondiera abandonando el Tratado de No Proliferación y amenazando con reemprender las pruebas de misiles]". "En el último mes, hemos detectado incremento de armamento, espionaje aéreo y sufrido provocaciones", dice el mayor, recio y espigado.
Kim cuenta su historia: "Los americanos entraron un día en el pueblo de mi familia , cogieron a mi abuelo, le cortaron la cabeza y la colgaron de un árbol porque era del partido. Cuando mi abuela se enfrentó a ellos, la atravesaron con una bayoneta. Otros familiares intentaron luchar y los mataron también. Un total de 11 murieron. Sólo se salvó mi padre".
"Se dio cuenta entonces de que sin la patria no se puede vivir tranquilo y se alistó. Tengo cuatro hermanos, y todos somos militares. [El Ejército norcoreano tiene más de un millón de soldados]. Si Estados Unidos desata una guerra, entregaré la vida por mi país". Una devoción que se repite por todos lados, en un país que educa a sus ciudadanos desde pequeños en la lucha contra "los imperialistas".
La zona desmilitarizada pretende servir de tampón para separar los ejércitos de las dos Coreas. Se estima que el 70% de las Fuerzas Armadas del norte está concentrado en sus proximidades, a distancia de maratón de Seúl. Estados Unidos tiene 37.000 soldados en el sur como medida disuasoria ante un posible ataque de Pyongyang, una cuestión que comienza a recibir críticas entre los surcoreanos.
"La presencia americana se está convirtiendo en un problema para Seúl", explica Michael Davis, estadounidense, profesor en la Universidad China de Hong Kong. "Soy partidario de dar algunos pasos hacia su salida, y evolucionar hacia una situación como la de Filipinas. Debería hacerse de forma progresiva. Pero antes hay que resolver la crisis actual".
La DMZ ha sido fuente de numerosos roces, aunque éstos han disminuido en los últimos años. También los hubo en Panmunjom, donde se gestiona la zona, lo que llevó a trazar la línea de demarcación con un muro de medio metro de ancho y 10 centímetros de alto. Los soldados, a ambos lados, podrían tocarse sólo con extender el brazo. Hoy, Panmunjom tiene el aspecto de un área de descanso, pero entre sus árboles y edificios sopla un aire glacial.
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