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Crónica:LAS 24 HORAS CRÍTICAS DEL 'PRESTIGE'/ 1
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Prestige, ¿lleva mercancías peligrosas?"

EL PAÍS reconstruye con documentos oficiales, algunos aportados al juez, la actuación del Gobierno durante la crisis

Desde el montículo de Enxa se divisa la ría de Muros de un golpe de vista. Sobre esta colina de apenas 543 metros situada en el municipio de Porto do Son, se asienta la torre de control del Centro Regional de Salvamento Maritimo de Finisterre. El paisaje marino que se divisa en la mañana del 13 de noviembre de 2002 viene tintado de amenazas por un temporal de suroeste de fuerza ocho. El mal tiempo no es noticia para los funcionarios de Finisterre. La torre de control registra una actividad rutinaria.

A las ocho de la mañana, se recibe una llamada, casi un saludo, del petrolero Prestige, que navega por la zona vigilada por la torre de control. El barco sigue un rumbo 210 (suroeste) a una velocidad de ocho nudos (15 kilómetros por hora). La comunicación por radio cumple el protocolo habitual:

"Hay 27 tripulantes a bordo... todos están listos para el rescate", contesta el primer oficial
López Sors llama para recordar al dueño de los remolcadores que trabaja para el Estado
"Acabamos de recibir un fax de su armador. Han acordado que dé remolque al 'Ría de Vigo"
"¿Has pensado en trasvasar la carga?". "No es posible, todos los tanques están llenos"
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"¿Lleva usted mercancias peligrosas?".

"Sólo llevo fuel".

"Indíqueme la cantidad".

"Cantidad de fuel a bordo: siete, siete, cero, tres, tres (77.033) toneladas métricas".

"De acuerdo; fuel, eh... De acuerdo, Prestige, eso es todo, muchas gracias, señor, y permanezca a la escucha... Buen viaje".

Siete horas y 15 minutos después (tres y cuarto de la tarde) salta la alerta. El centro de Finisterre recibe una llamada entrecortada de socorro. Procede del vetusto petrolero. "Nos estamos escorando demasiado, estamos a punto de zozobrar. Vamos a hundirnos. Esperamos salvamento".

José Pose, jefe del centro de Finisterre llama a Ángel del Real, capitán marítimo de A Coruña, para alertarle sobre la emergencia. Son los cargos públicos más próximos al siniestro. Deben tomar decisiones rápidas. A cientos de kilómetros de allí, los principales gestores del salvamento marítimo en España se empiezan a enterar del accidente.

Jesús Uribe Echaburu, director de Operaciones de la Sociedad Estatal de Salvamento Marítimo (Sasemar), dependiente del ministerio de Fomento, está en Canarias. A las cuatro de la tarde, recibe la llamada de teléfono del jefe del centro nacional de salvamento marítimo, quien le pone al tanto de la peligrosa situación de un petrolero a la deriva frente a las costas gallegas:

"Tiene una gran escora y ha emitido un mayday. Ya hemos activado todos los medios marítimos y aéreos disponibles para hacer frente a la emergencia".

Entre los medios movilizados está el remolcador Ría de Vigo, barco perteneciente a la empresa privada Remolcanosa que tiene adjudicado en exclusiva el servicio público de salvamento marítimo en esa zona costera por un millón de euros al año.

Apenas una hora después de ponerse a las órdenes de su patrón, el Estado, los dueños del remolcador Ría de Vigo, que navega hacia el lugar del accidente, situado a 28 millas al oeste de Finisterre, comienzan a coquetear con el que acabará siendo su patrón privado, la empresa holandesa de salvamento Smit Tak.

El capitán Richard van der Werf, de Smit Tak, comunica con los responsables de Remolcanosaya a las 16.30 para hablar ya del accidente del Prestige. Apenas ha pasado algo más de una hora desde la alerta. El Ría de Vigo navega ya hacia la zona del siniestro por orden del Gobierno.

"Estamos discutiendo la firma de un contrato Lof 2000 con Universe Maritime, los propietarios del Prestige. Ustedes pueden participar de este contrato con sus remolcadores Ría de Vigo y Charuca Silveira", ofrece Van der Werf a Remolcanosa".

Le contesta Gonzalo Vidal, director de Operaciones de Remolcanosa:

"El Ría de Vigo está procediendo a la zona y está bajo el contrato de Sasemar. Le puedo ofrecer el Charuca Silveira, pero no puedo disponer del Ría de Vigo para negociar ningún contrato. En todo caso deberán hablar con Sasemar. Preparamos urgentemente el Charuca Silveira para salir en caso de necesidad".

Mientras las empresas privadas atan cabos para amarrar su negocio de salvamento, los funcionarios del centro de control del tráfico marítimo de Finisterre comunican con el primer oficial del Prestige para pedirle datos ante lo que se vislumbra a esas horas como una inminente operación de rescate:

"¿Dígame, cuántos tripulantes hay a bordo?".

"Veintisiete tripulantes a bordo... todos listos para el rescate".

"No se preocupe, todo se está acelerando para ayudarle. El acelerón sólo llegará a la noche".

A las 16.50, Michael Margretis, director de operaciones de Universe Marítime, el armador del Prestige, recibe una llamada en Atenas de Apostolos Mangouras. El capitán del petrolero siniestrado le notifica el accidente sufrido por el barco a las 15.10. Margretis, representante del dueño del barco, se entera del desastre mucho después que las empresas privadas de rescate. La holandesa Smit Tak ya había ofrecido 20 minutos antes a Remolcanosa que formara parte del contrato de salvamento privado que quería discutir después con el armador del Prestige.

Mangouras informa a Margretis, su jefe directo, de las medidas que ha adoptado por su cuenta ante la vía de agua abierta en un costado del barco. El capitán del Prestige ha ordenado abrir los tanques de lastre número dos y tres de babor para que entren miles de toneladas de agua de mar, con lo que corregirá la escora y evitará el hundimiento.

"¿Has pensado en trasvasar la carga de un tanque a otro?", le pregunta Margretis con un tono que rezuma reproche".

"No es posible. Todos los tanques de carga están llenos de fuel y la fuerte escora ha dejado inaccesibles la cubierta de estribor y de centro debido al agua mezclada con el fuel y la mar gruesa. No he tenido otra elección", concluye Mangouras. Margretis acepta sus explicaciones. Juzga que el veterano capitán del Prestige ha actuado en favor de los intereses del buque y de su tripulación.

Tras zanjar el análisis sobre esos parches para estabilizar el buque, Margretis se centra ya en el salvamento del petrolero y su valiosa carga: el fuel de sus tanques vale 10 millones de euros. Contacta con tres empresas privadas de salvamento marítimo: Wijsmuller, Tsaviliris y Smit Tak.

Tras escuchar sus ofertas, no lo duda. Gana de largo Smit Tak; Tsaviliris tiene su remolcador más cercano a 150 millas; y, en cambio, Smit Tak le ofrece dos unidades para engancharlo que están muy próximas, una en el puerto de Vigo, el Charuca Silveira, y otra segunda que incluso ya navega hacia la zona, el Ría de Vigo. Total, en cuatro horas como máximo, tendrá ya un remolcador de Smit Tak al costado del Prestige.

Margretis está convencido, pero el contrato no se cierra todavía. Hayque atar los medios, los remolcadores. Richard van der Werf tiene el encargo de Smit de esquivar los obstáculos para que esa oferta se firme. Sabe que el Ría de Vigo tiene la concesión del servicio público de salvamento marítimo. Smit, por tanto, no puede usarlo sin permiso de la Sociedad Estatal de Salvamento Marítimo (Sasemar).

Van der Werf localiza (seis de la tarde, dos horas y media después de la primera llamada de socorro del Prestige) a Jesús Uribe, el director de Operaciones de Sasemar, que está en Canarias:

"Necesitamos que nos dejen el buque Ría de Vigo para auxiliar al Prestige bajo la fórmula de un contrato comercial de salvamento".

"El Ría de Vigo está a las órdenes de la administración marítima española y no puede disponer de él mediante un contrato comercial. Cualquier cuestión relacionada con la actuación de este remolcador en el incidente del Prestige tiene que contar con la aprobación de la administración marítima", le hace ver Uribe.

El estruendo de las negociaciones secretas en los despachos sobre el auxilio a un petrolero que navega a la deriva y que pierde fuel en alta mar, a sólo unas millas de la costa gallega, llega a la máxima autoridad marítima, el director general de Marina Mercante, José Luis López Sors, que a esa hora, seis de la tarde, todavía está en Madrid.

Justo en ese momento, cuando se intensifican las gestiones de Smit Tak por lograr el servicio del remolcador público, López-Sors llama al dueño de Remolcanosa y del Ría de Vigo, José Silveira Cañizares.

"Te recuerdo expresamente los compromisos adquiridos por tu empresa con Sasemar y la plena disponibilidad del Ría de Vigo".

"Los conozco. Cumpliremos estrictamente nuestro contrato", contesta Silveira.

José Silveira Cañizares fundó su empresa de remolcadores en 1974 y cuenta con la mayor flota española de buques de salvamento. El capitán Margretis intenta echar una mano para que Smit Tak logre contar con el Ría de Vigo para salvar al Prestige y telefonea a la oficina de A Coruña de la empresa de José Silveira. Sin resultados.

A las siete de la tarde, cuando han sido evacuados todos los tripulantes del Prestige salvo el capitán, el jefe de máquinas y el primer oficial, Gonzalo Vidal, directivo de Remolcanosa, recibe una llamada de Sasemar pidiendo un segundo remolcador:

"Que el Charuca Silveira acuda a la zona donde se encuentra el Prestige a la deriva".

Remolcanosa ordena al capitán del remolcador Charuca Silveira que acuda en auxilio del Prestige bajo órdenes de Sasemar. Es el mismo remolcador que, unas horas antes, había ofrecido Vidal a Smit para la operación privada de salvamento del mismo petrolero.

A las 19.20, Margretis habla nuevamente con Mangouras. El remolcador Ría de Vigo está en algún punto de la zona del siniestro, pero ¿dónde?

El rádar de Finisterre sorprende a las 19.00 al remolcador público, oficialmente "pegado" al costado del buque siniestrado desde las 18.30, a más ocho kilómetros de distancia del petrolero. No sólo su paradero es una incógnita, su actitud también. "Está en las proximidades pero no ha ofrecido hacer firme el remolque", explica a esa hora Mangouras a Margretis.

Las gestiones por el negocio continúan. Smit envía a las 19.21 su oferta inicial a Universe Maritime para cerrar el trato. "Parecía que hay cierto retraso debido a que Smit está tratando de asegurarse los sericicios del remolcador Ría de Vigo", se desespera Margretis.

Veinte minutos despues, Smit envía su propuesta definitiva al armador del petrolero. Por fin, confirma ya que incluye en su contrato de salvamento al remolcador Ría de Vigo, que oficialmente sólo puede trabajar para el Estado español. Fumata blanca. Margretis comunica al capitán del Prestige que ha llegado a un acuerdo con Smit y acepta su oferta. Con el contrato ya firmado, Smit pide a Margretis que dé instrucciones al capitán del petrolero "para hacer firme el remolque al Ría de Vigo".

Y con el contrato privado supuestamente ya cerrado, Silveira, el dueño de Remolcanosa, devuelve la llamada al director general de Marina Mercante para informarle de que su oficina en A Coruña ha sido contactada por el armador del buque siniestrado. Pero cuenta otra versión.

"Por nuestra parte, no hemos dado consentimiento a ninguna clase de negociación".

López-Sors asegura que el propietario del remolcador bajo contrato público le asegura que no ha llegado a ningún acuerdo privado con Smit Tak.

Tras concluir las negociaciones sobre el salvamento privado con la firma de un contrato entre el dueño del Prestige y la empresa holandesa Smit, se acelera la presión de la Administración para que el petrolero enganche al Ría de Vigo. Llegan las urgencias. A las 20.30, Sasemar envía un fax al armador y le insta a dar remolque al Ría de Vigo "a fin de mantener al buque lejos de la costa española". Seis minutos más tarde, la torre de Finisterre presiona por radio a Mangouras:

"Le llamo porque necesito informarle que acabamos de recibir un fax de su armador. Debe contactar con él lo más rápido posible porque han acordado dar remolque con el Ría de Vigo, pero confírmelo con su armador".

A las nueve de la noche, Smit Tak envía a Remolcanosa un fax que confirma "el acuerdo que han alcanzado con Sasemar y que les ha autorizado a utilizar el Ría de Vigo". Anuncia que también utilizarán el Charuca Silveira. Cinco minutos después, los representantes de Smit llaman a Gonzalo Vidal, directivo de Remolcanosa, para tranquilizarle:

"Le confirmamos que Sasemar (en concreto Uribe) ha autorizado el uso del Ría de Vigo y del Charuca Silveira". Vidal llama a Uribe (de Sasemar). Dos versiones de tal charla. Al juez le dice que Uribe sólo ordena dar enganche rápidamente. En informe privado, asegura que Uribe confirma su permiso para el uso privado del Ría de Vigo. Uribe niega esta versión de los hechos ante sus superiores.

A las 21.09, Smit envía un fax a Sasemar para aclarar la situación, con copia a Universe Maritime, la dueña del Prestige. El fax remitido por Smit Tak a Sasemar es inequívoco: "recapitula" las conversaciones previas y anuncia para evitar "confusión y malentendidos" que el remolcador Ría de Vigo forma parte de su dispositivo de salvamento privado contratado con el armador del petrolero. Fomento alega que ningún alto cargo "tuvo conocimiento ese día" del citado escrito.

A partir de esa hora, cesa la actividad de los faxes y comienza la del remolcador. La primera anotación que hace el Ría de Vigo tras haber llegado supuestamente a las 18.00 al costado del Prestige es la siguiente: "21.05: comienzo del intento de dar remolque por cabo con retorno". El primer intento de remolque anotado por el remolcador público en su parte oficial y en su informe a Smit Tak coincide, al minuto, con la hora en la que Smit confirma telefónicamente a Remolcanosa que Uribe (Sasemar) le ha dado luz verde para usar el Ría de Vigo.

Tres horas largas de negociaciones en los despachos ante las barbas de la administración pública. Tres horas, de 18.00 a 21.00, de las que se le acusará formalmente al capitán del petrolero de haberse resistido a dar remolque y, con ello, haber agravado el estado de un barco herido de muerte, y propiciado el vertido. Horas que despiden suficientes hilillos para que la Administración olfatee y frene la farsa de un remolcaje/salvamento que no dirige. Tres horas, en las que el director general de Marina Mercante llama al dueño de los remolcadores para recordarle que no puede ceder su barco a empresas privadas en tal emergencia marítima; y sus subordinados reciben faxes y presiones de Smit para utilizar el Ría de Vigo. Y lo consigue.

Mañana, capítulo segundo: "Hay que mantener el buque alejado de la costa".

El petrolero <i>Prestige</i> navega  escorado, en una imagen tomada el pasado 14 de noviembre.
El petrolero Prestige navega escorado, en una imagen tomada el pasado 14 de noviembre.REUTERS

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