Schröder defiende ante el Bundestag que aún hay alternativas de paz
El Parlamento alemán rechaza una moción democristiana favorable a Estados Unidos
El canciller federal alemán, el socialdemócrata Gerhard Schröder, subrayó ayer en Berlín ante el Bundestag (Cámara baja del Parlamento federal alemán) que aún hay "alternativas pacíficas" a un ataque militar en contra de Sadam Husein. El debate parlamentario duró tres horas e ilustró a la perfección tanto la firmeza como las incongruencias de la postura del Gobierno alemán frente a una guerra en Irak.
Schröder reiteró que "Alemania no participará ni directa ni indirectamente en una guerra". La oposición democristiana le acusó de poner en peligro las bases de la política exterior alemana desde 1945.
La declaración del Gobierno de Schröder no aportó nada a lo ya dicho. Berlín cree que la resolución 1441 no contiene ningún "automatismo para la aplicación de la fuerza militar" y su tarea primordial es "agotar todos los medios para solucionar el conflicto de manera pacífica".
Irak, por lo demás, tiene que cooperar activamente con los inspectores; las decisiones competen en exclusiva al Consejo de Seguridad; hay que fortalecer las inspecciones y la estabilidad de toda la región, y no bombardear Bagdad.
Entre estos bien calibrados enunciados asomaban frases que evocan la retórica mucho más combativa de Schröder en las reuniones internas de su Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD): "Tiene que quedar claro que tenemos que tomar nuestra decisión de manera soberana". "No nos podemos acostumbrar a hurtadillas que la guerra se convierta en un recurso cotidiano". "La cuestión es si la toma de decisiones sigue siendo multilateral".
Sobre las propuestas concretas que París, Berlín, Moscú y Pekín llevarán hoy al Consejo de Seguridad, Schröder restó importancia a la contribución alemana al esfuerzo, que, según enfatizó, ha sido impulsado casi en exclusiva por París. Schröder había sido criticado con ferocidad por la presunta filtración a la prensa de un plan franco-alemán para evitar la guerra.
Episodios como éste, al igual que la retórica electoral del año pasado de un camino alemán y el compromiso público de hace unas semanas de que Alemania no aprobará una guerra en el Consejo de Seguridad, ni aunque todos sus integrantes estuviesen de acuerdo, fueron las lanzas esgrimidas en su réplica por Angela Merkel, la presidenta democristiana.
Merkel, cuya Unión Cristiana Democrática (CDU) fracasó ayer en el intento de hacer aprobar de forma simbólica por el Bundestag una resolución de que Europa y EE UU tienen que permanecer unidos, concertada por Aznar, fue implacable al arremeter contra la falta de tacto y las múltiples incongruencias de la retórica de Schröder, a quien acusó de "estar causando un grave daño" a la política exterior alemana y a sus dos coordinadas básicas: la integración europea y la pertenencia a la Alianza Atlántica. No son acusaciones baladíes. En Berlín los expertos de política exterior coinciden en que el comportamiento de Schröder resulta desastroso.
Lo mismo parece pensar el ministro de Exteriores, el verde Joschka Fischer, quien evitó entrar al debate sobre las imprudencias de Schröder, que calificó de meras "cuestiones de estilo". Esto llama la atención de alguien cuya responsabilidad consiste en cultivar las buenas maneras de la diplomacia. Observado con lo que parecía atención e incluso respeto por parte de Merkel, y fastidio por parte de Gerhard Schröder, Fischer hizo una exposición que relegó a un segundo plano la del canciller. Tras recordar los peligros de una guerra, preguntó Fischer a la oposición si realmente cree que el actual comportamiento de Irak justifica un ataque bélico. Su propia respuesta es negativa, pero, a diferencia de lo que dice el canciller, no incluye ninguna predicción sobre qué habrá que hacer en el futuro.
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