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AMENAZA DE GUERRA | El papel del petróleo

Rusia y EE UU compiten por la gran tarta del crudo iraquí

Moscú teme perder con la guerra la enorme posición de ventaja que hoy tiene

Pilar Bonet

Cualquiera que sea el desenlace de la crisis en Irak, la futura gestión de las reservas de crudo en este país puede enfrentar los intereses de Rusia, que goza hoy de una posición económica privilegiada en Bagdad, y Estados Unidos, que prohíbe a sus empresas colaborar con el régimen de Sadam Husein.

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Con 112.500 millones de barriles asegurados y tal vez el doble de esta cantidad por explorar, Irak tiene las segundas reservas del mundo después de Arabia Saudí. Sin embargo, su capacidad como productor y exportador está mermada a causa de las sanciones que le fueron impuestas tras la guerra del Golfo. En el régimen "preferencial" que Bagdad otorga a distintos países, Rusia está en primer lugar (un volumen comercial bilateral de 1.000 millones de dólares al año equivalente al 15% del comercio iraquí), seguida de Egipto y Francia. Rusia se encarga de vender entre el 35% y el 40% del petróleo que Bagdad exporta en el programa Petróleo por Alimentos de la ONU, vigente desde 1996. Un comité especial de la ONU supervisa todas las operaciones.

"Tras la revolución de 1968, cuando el partido Baas tomó el poder, Rusia se convirtió en un aliado estratégico para nosotros", señalaba el ministro del petróleo iraquí Samir al Najim. Ante periodistas rusos, el funcionario formuló exigencias políticas (el veto de Moscú a una resolución de uso de la fuerza en la ONU) y económicas; a saber, que las petroleras rusas inviertan cuanto antes en los contratos que han firmado.

Las sanciones sobre Irak prohíben a las compañías extranjeras extraer petróleo, pero no ayudar en tareas de perforación e infraestructura. Los iraquíes tientan a Moscú con planes que en teoría suponen miles de puestos de trabajo. Samir al Najim dijo el lunes que su país espera firmar con Rusia 67 proyectos a lago plazo, de ellos 17 en el campo del petróleo. En enero, la compañía Stroitransgas firmó un contrato para explotar un yacimiento. La compañía Zarubezhneft parece haber desbancado a la francesa TotalFinaElf en el yacimiento de Bin Umar.

Los iraquíes no aceptan financiar los nuevos proyectos a cuenta de la suma que adeudan a Rusia (más de 7.000 millones de dólares). En Rusia, algunos temen que las ventajas de hoy pueden convertirse en inconvenientes mañana.En el horizonte se perfilan otros competidores, excluidos hoy del mercado por la política. La agencia Ria-Novostí se hacía eco de la información del semanario Time, según la cual cuatro grandes empresas norteamericanas (Halliburton, Slumberger, Bektel Group y Baker Hughes) podrían repartirse entre ellas contratos por 2.000 millones de dólares para reconstruir la infraestructura petrolera tras las acciones militares.

Las compañías rusas aspiran a lo mismo que las estadounidenses, tanto más cuando han permanecido en Irak en la difícil época de las sanciones. Esta presencia, justamente, obliga a los rusos a ser discretos sobre sus planes. La jactancia se paga cara, como demuestra el caso Lukoil, despojada de su contrato en Qurnah Occidental (3.700 millones de dólares). Oficialmente, Bagdad acusa a Lukoil de no cumplir con sus obligaciones. En realidad, los iraquíes están furiosos por los contactos de Lukoil con los norteamericanos.

Irak produce entre dos y tres millones de barriles diarios de crudo, según diversas estimaciones, pero la obtención de petróleo (no sometida a un techo máximo desde 1999) es frenada por el deterioro de la infraestructura y por las prohibiciones de la ONU para importar distintos componentes susceptibles de uso militar. Medios económicos rusos afirman que EE UU y Reino Unido vetan exportaciones rusas a Irak por pura rivalidad económica. Según el ministro de comercio iraquí, Muhamed Majdi Salej, Rusia tiene congelados proyectos de colaboración con Irak por valor de 1.500 millones de dólares.

El 70% del crudo que las compañías rusas compran a Irak se revende a empresas occidentales, entre ellas norteamericanas, aseguran medios del sector. Los intermediarios rusos se quedan con la diferencia entre el precio del crudo iraquí (fijado por la ONU) y el de mercado. Las transacciones se realizan en el golfo Pérsico a bordo de buques de terceros países. Irak trata de ganarse las simpatías de sus vecinos con suministros subvencionados de petróleo. Además, una parte de su crudo se vende de contrabando en Siria, Jordania y también a Turquía. Medios saudíes calculaban estas exportaciones en 600 millones de dólares en 2000.

La industria petrolera iraquí ha recurrido a Rusia para sustituir la infraestructura norteamericana y británica envejecida. Algo semejante ha sucedido con los especialistas del sector, que son enviados a Rusia. Dassar Al-Jassab, el director de la refinería Dora, que estudió en el Reino Unido, afirmaba que "en ocho años no ha llegado a la refinería ni un solo manual sobre tecnologías modernas desde Rusia". La refinería Dora, que abastece a Bagdad, funciona al 60% y su mejor gasolina es de 81 octanos.

Cuando se levanten las sanciones, la tecnología petrolera de Rusia puede verse en desventaja respecto a otros competidores, en caso de que Irak aspirara a comprar tecnología sofisticada. Rusia ha descuidado sus inversiones en investigación y desarrollo, y se ve obligada a importar infraestructura moderna de otros países.

Las posibilidades de Irak de influir en el mercado energético mundial no se limitan al crudo. Según el ministro de comercio iraquí, Bagdad estudia la construcción de un gaseoducto para exportar gas a Turquía y, de allí, a Europa, un proyecto que competiría con el gaseoducto ruso El Flujo Azul, para abastecer el sur de Europa cruzando el mar Negro.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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