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Dos acusados del 'caso Ardystil' dicen que Sanidad no vio anomalías

La firma Aeromán alega que Trabajo tampoco les apercibió

Los dueños de la empresa Aeromán, firma en la que falleció la quinta víctima del caso Ardystil, declararon ayer que Sanidad y Trabajo no advirtieron ninguna irregularidad en las condiciones de seguridad y salud laboral de la nave, cuando comenzó a operar en 1988. Sobre las mezclas químicas, que causaron las muertes, los enjuiciados alegaron que se limitaron a aplicar la fórmula del fabricante.

El macrojuicio que se sigue en la Audiencia de Alicante por el caso Ardystil, síndrome laboral que costó la vida a seis operarios de fábricas de aerografía textil de Alcoi, a principios de los noventa, se reanudó ayer con la declaración de los dos propietarios de Aeromán, una de las ocho firmas imputadas. Durante la tercera sesión de la vista oral del caso, Vicente P. C, dueño y a su vez encargado de la factoría, aseguró que Sanidad levantó un acta en 1989 que certificaba que la empresa reunía "todas las condiciones de seguridad" para los operarios. Tres años después y cuando ya se registró el primer caso, Sanidad, siempre según el relato del procesado, hizo unas leves recomendaciones.

Su socio, Vicente A. C., coincidió en afirmar que los inspectores de Trabajo visitaron las instalaciones desde su apertura sin advertir ninguna anomalía en las instalaciones, ni alertaron de posibles riesgos para la salud de los empleados, en la manipulación de los productos químicos.

El fiscal reclama cuatro años y dos meses de cárcel para los acusados, propietarios de esta fábrica en la que falleció un trabajador en octubre de 1992, como consecuencia de una insuficiencia respiratoria.

"Nunca nos dijeron que podía ser peligroso ni las instalaciones ni la forma de trabajar", afirmó Vicente P. C. "Se limitaban a controlar la legalidad de los trabajadores", agregó. Los dos encausados también son víctimas del síndrome laboral, en tanto que sufren neumopatía secundaria.

Los dueños de Aeromán manifestaron que las mezclas de los productos químicos, -cuyos gases emanados fueron el origen de la intoxicación de los operarios- usados en la estampación de dibujos en tejidos fueron facilitadas por los mismos proveedores, Bayer y Tauken. Tras reconocer su desconocimiento en química, los procesados describieron que los recipientes de los productos químicos carecían de etiquetado que aludiese a su composición y advertencias. "Nunca se nos dijo que esto pudiera ser peligroso", declararon. Vicente A. C. apuntó que la Inspección de Seguridad tomó muestras del ambiente en 1991 y 1992, y los resultados confirmaron, según indicó, que las concentraciones estaban "muy por debajo" de los límites legales. En cuanto a las medidas de seguridad adoptadas, informó de que "se aconsejó" a los empleados el empleo de mascarillas para depurar el oxígeno. Sobre la víctima mortal dijo que siempre utilizaba la mascarilla y exigía ventilar la nave.

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