Un duro retrato social con ternura
'Barrio', de Fernando León de Aranoa, mañana en la colección de DVD de EL PAÍS
Como no es frecuente que el cine español se vea sobre la realidad social, la llegada de Barrio entusiasmó a críticos y espectadores, que con su asistencia masiva desmintieron que el cine de denuncia esté reñido con la taquilla. "Estoy un tanto harto de que al cine se vaya sólo a olvidar problemas", comentaba Fernando León de Aranoa, su director. "Naturalmente que no hay que ir a que te maltraten, pero el cine español había dado un poco la espalda a la miseria que nos rodea y que no queremos ver". En esa opinión coincidía con Elías Querejeta, su productor: "Hay un vacío cinematográfico en lo que se refiere a acercar las cámaras a la realidad. Esa carencia me parece grave".
Tres adolescentes de un barrio obrero en las afueras de Madrid anhelan, comentan y envidian los paraísos soñados que les son inaccesibles, aunque sólo les separen de ellos "una autopista y doscientas mil pesetas de renta, un padre sin curro, cuarenta metros de protección oficial, y una habitación compartida y enrejada". Fernando León narró la vida cotidiana de estos muchachos sin disimular en absoluto su dureza, pero haciéndola compartir con gags de buena comedia: "En la vida ocurre así, que la comedia sucede al drama o al revés, de modo que las películas pueden ser una traslación de lo que vemos en la vida". El sufrimiento y la diversión de estos tres chicos inocentes conmueven al espectador, en ocasiones con una sonrisa, cuando no con una carcajada franca, difícil equilibrio narrativo que Fernando León de Aranoa había ya experimentado en su película anterior, Familia (1997), y confirmado con creces en su hasta ahora última, Los lunes al sol (2002).
"Estamos ante uno de loes más graves e importantes filmes de nuestro cine reciente"
"El filme está plagado de situaciones que mezclan con fluidez la hilaridad con el acíbar en una graduación sutil y eficaz de los elementos tragicómicos", escribió Constance Verney: "Mediante diálogos chispeantes, llenos de humor, ternura y dramatismo no exento de crueldad, se traza una semblanza fidedigna de unos personajes que hacen lo que pueden para buscarse la vida". Fernando León era ya sensible a la importancia de los buenos diálogos desde sus tiempos de guionista por cuenta ajena: "Puedes escuchar diálogos maravillosos en cualquier sitio, en el metro, en una conversación entre amigos, y percibir cómo están construidos... a veces es una cuestión musical, casi de oído...". Los tres jóvenes de Barrio transmiten sus suaves esperanzas a la vez que la triste conciencia de saberse irremisiblemente condenados, a través de unos diálogos que en la poderosa y simpática interpretación de Eloy Yebra, Críspulo Cabezas y Timy, encuentran sus más entrañables portavoces. Hay que añadir igualmente a la joven Marieta Orozco, que obtuvo por este trabajo el Goya a la actriz revelación.
Sueñan con ver el mar. Se fingen conocedores de los secretos del sexo. Anhelan un lugar en el sol... Uno de ellos trapichea con droga, otro se contrata como repartidor de pizzas mintiendo al decir que dispone de una moto, con lo que se obliga, por tanto, a carreras frenéticas, autobuses y metro; juntos roban flores del cementerio para venderlas luego; a otro le toca una motonave en un concurso, lo que parece una ironía macabra en ese barrio de altos edificios de cemento barato: "¿Pero para qué quieres tú eso si no sabes nadar?". "No sé nadar pero sé ahogarme"... Comparten en sus familias la violencia que provocan el hastío y la frustración, cuando no siniestros secretos pretendidamente bien guardados..., y, aun así, llegan a descubrir que hay otros que viven aún peor, como se muestra en la fantasmagórica secuencia de la estación de metro abandonada, una de las más bellas de la película. Son chicos que "luchan por irse del barrio, pero de forma en absoluto heroica, sino más bien desganada, luchan por alcanzar la liebre, y no tanto para comérsela como para dejar de correr tras ella", en explicaciones del director.
Comentó Ángel Fernández-Santos en el Festival de San Sebastián, donde la película obtuvo el premio al mejor director, que "Barrio representa, con suma sencillez y talento, una visión durísima del lado más aterrador de la vida cotidiana en la España democrática", y concluía: "Estamos ante uno de los más graves e importantes filmes de nuestro cine reciente".
No fue ése el único galardón logrado en 1998 por Barrio. Tres goyas: actriz revelación, mejor director y mejor guión, que también fue reconocido como el mejor del año por la asociación Alma, el Círculo de Escritores Cinematográficos y la Federación Internacional de Críticos. Fue también premiada como mejor película en el Festival de Torino. Todo ello corroborando las palabras de León de Aranoa: "No hay contradicción entre entretenimiento y reflexión, lo más entretenido es cuando una película te hace pensar un poco...".
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