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AMENAZA DE GUERRA
Columna
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El presidente sí tiene quien le escriba

El presidente Aznar acudirá hoy al Congreso para informar de la actitud de su Gobierno en torno a la crisis abierta por una posible guerra preventiva y unilateral de Estados Unidos contra Irak al margen de Naciones Unidas y con el apoyo subalterno de algunos países europeos insensibles al Derecho Internacional. El retraso de esa comparecencia se explica por la cautelosa cazurrería del jefe del Ejecutivo, proclive a jugar con naipes marcados en situaciones de incertidumbre: aunque respalde ciega e incondicionalmente a la Administración de Bush cualesquiera que sean sus planes, Aznar ha esperado a conocer el calendario de su despliegue militar para evitar pasos en falso ante la opinión pública española. La intervención del presidente del Gobierno se producirá en paralelo con la presentación por Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de supuestas pruebas fehacientes sobre los incumplimientos de la resolución 1441 por el régimen de Sadam Husein y sus conexiones con la organización terrorista Al Qaeda.

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Entretanto, Aznar había cumplido ya con sus deberes de recadista al promover de manera supuestamente espontánea un entusiasta documento de apoyo a la Administración de Bush de la Joven Europa frente a la Vieja Europa; el humillante episodio prueba que el presidente del Gobierno -a diferencia del coronel de García Márquez- tiene quien le escriba no sólo cartas enviadas para ser leídas sino también textos para ser firmados. A la vista de las lindezas vertidas por Aznar sobre las motivaciones de Zapatero para rechazar la envenenada propuesta de entregar al Gobierno un cheque en blanco sobre la guerra contra Irak ("oportunismo, aislacionismo rancio y ambición de poder"), hay razones para suponer que el jefe del Ejecutivo utilizará hoy esa artificiosa bronca con el PSOE para desviar la atención de la opinión pública respecto a las cuestiones centrales sometidas a debate. Tras el último Consejo de Ministros, el vicepresidente Rajoy ya adelantó las líneas maestras de esa provocadora estrategia de ruptura con los socialistas (envuelta hipócritamente con un lenguaje de consenso), destinada a presentar al primer partido de la oposición como un hatajo de irresponsables: ese mezquino planteamiento electoralista es una agresión a los ciudadanos que viven hoy angustiados la posibilidad de una guerra.

Los portavoces del PP acusan a los dirigentes socialistas elegidos por el 35º Congreso de proponer para la actual crisis de Irak soluciones diferentes a las respuestas dadas por sus predecesores al frente del PSOE en situaciones supuestamente idénticas. El ministro secretario general del PP ha tenido incluso la desfachatez de invitar a Zapatero a seguir el ejemplo de Felipe González y de Javier Solana; la vigilancia de todas las salidas de Ferraz permite a Javier Arenas sacudir a sus ocupantes cualquiera que sea la puerta elegida: mientras los veteranos -como González o Solana- son descritos como corruptos propensos a meter la mano en la hucha de las pensiones, los jóvenes -como Zapatero- se ven desdeñados como bisoños inexpertos.

Con independencia de que los dirigentes de un partido estén asistidos del derecho a aprender de la experiencia y a no repetir decisiones adoptadas en contextos diferentes del pasado (como dijo José Angel Valente, nadie tiene razón por haberla tenido antes), en esta ocasión el Gobierno simplemente falta a la verdad. En el ámbito del Derecho Internacional, la incorporación de España -cuando gobernaba González- a la coalición organizada por el presidente Bush senior en 1991 para forzar la retirada irakí de Kuwait o el respaldo parlamentario dado por el PSOE a los bombardeos sobre Serbia- cuando Aznar ocupaba el poder y Solana era secretario general de la OTAN- no sirven de precedente justificador a una guerra preventiva contra el régimen de Sadam Husein desencadenada por una decisión unilateral de la Administración Bush fuera del marco de Naciones Unidas y con el apoyo coreográfico de países utilizados como coartada falsamente multilateralista del conflicto bélico: la guerra del Golfo de 1991 ejecutó una resolución del Consejo de Seguridad y la guerra de Kosovo fue una acción conjunta de la OTAN.

Soldados británicos, durante unas maniobras en Kuwait.
Soldados británicos, durante unas maniobras en Kuwait.REUTER
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